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04 de April del 2023 a las 07:34 -
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América Latina y sus Cumbres
¿Alguien recuerda la Cumbre Iberoamericana que se realizó en Santo Domingo hace apenas una semana? 

(escribe prof. Alejandro Carreño T.) ¿Sirven para algo las cumbres? La cuarta definición de la RAE para “cumbre” señala lo siguiente: “Dicho especialmente de una reunión: Compuesta por los máximos dignatarios nacionales o internacionales para tratar asuntos de especial importancia”. Personalmente no le tengo fe a estas cumbres, por más que los temas que traten sean de “especial importancia”, como en este caso: medio ambiente, educación digital, seguridad alimentaria y lo que pomposamente han llamado Arquitectura Financiera. Son, por lo menos, los temas propuestos bajo el lema “Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible. ¡Quién podría oponerse a tan nobles iniciativas para mejorar nuestro siempre alicaído continente! Solo un loco o un hombre de poca fe.  
Nos trasladamos, entonces, de Buenos Aires y su Celac hasta Santo Domingo, donde se celebró la XXVIII Cumbre Iberoamericana que culminó el sábado 25 de marzo. Personalmente, lo que más me llamó la atención de esta Celac bonaerense fue el fervoroso entusiasmo con que se enfatizó la defensa de los Derechos Humanos, la defensa del fracasado dictador Pedro Castillo, destituido por la Constitución Política de Perú y su ácida crítica al régimen de la Presidenta Dina Boluarte. Pero los señores presidentes y representantes oficiales se abstuvieron muy bien de emitir cualquier crítica contra las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. ¿Derechos Humanos?
La Cumbre realizada en República Dominicana, no fue distinta a lo que suelen ser estas reuniones internacionales, pues, en realidad, son espacios a los que cada país lleva sus propias inquietudes, correspondan o no a las temáticas para las que fueron citados. Estas Cumbres sirven para eso. Para que, como en El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: “Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi” (Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie). Y, al parecer, todo seguirá como siempre en nuestro continente latinoamericano con esta nueva Cumbre. Todo cambia para que nada cambie.
Luis Arce, por ejemplo, el Presidente de Bolivia, llegó a la Cumbre con la vieja historia de cuidar la democracia, de los derechos de los pueblos indígenas y de las injusticias sociales. Y, por supuesto, la importancia de la coca como herencia indígena para fines medicinales. Por su parte, Nicolás Maduro, esperado con expectación, no asistió porque, según se dijo, “tenía covid”. Nada cambió: diez años en el poder y nunca ha ido a ninguna Cumbre. Y dudo de que vaya a alguna, pues sus constantes violaciones a los Derechos Humanos le han acarreado muchos detractores en todas partes. Recuérdese que iría a la Celac, pero las manifestaciones en su contra, lo dejaron en Caracas. Nada cambia.
En cuanto a Chile, el Presidente Boric dijo que se trataron los temas en tabla y que mencionamos al comienzo de la columna. Pero evitó, mediante su canciller, elevar los conflictos con Venezuela y Bolivia por temas de migración. Y con este último país, que en la antesala insistió en su salida al mar, a pesar del veredicto de la Corte Internacional de La Haya que zanjó definitivamente el conflicto a favor de Chile, la orden fue no responder para evitar declaraciones cruzadas que entorpecieran las conversaciones en torno a la inmigración ilegal proveniente desde Bolivia. Nada cambia.
Por su parte, el Presidente anfitrión, Luis Abinader, dijo lo que dicen todos los presidentes anfitriones al inaugurar la Cumbre, en el sentido de ampliar y fortalecer las instancias de integración mediante cumbres como esta, “unida no solo por las lenguas, la historia y la geografía, sino por una visión común sobre los principales retos que afronta la humanidad”. Y la típica frase para el bronce, pero en la que nadie cree: “Son más los lazos que nos unen, que las diferencias que nos separan”. Así debiera ser, pero no lo es. Infelizmente no lo es. América Latina no ha aprendido aún a convivir ni siquiera con el vecino.
Y nos pasamos la vida como el perro y el gato, desconfiando los unos de los otros. Somos todavía un continente “en desarrollo”, como dicen los periodistas cuando se refieren a una noticia que está aconteciendo. Pero este es tema de otra columna.
Mientras tanto, ¿alguien recuerda la Cumbre Iberoamericana que se realizó en Santo Domingo hace apenas una semana? 


 

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