
(escribe, prof. Alejandro Carreño T.) El general director de Carabineros, Ricardo Yáñez, ha estado desde hace dos semanas en la primera línea de la información, ocupando titulares en los distintos medios de comunicación, luego de los asesinatos de los carabineros Alex Salazar, en Concepción y Rita Olivares, en Quilpué. Todo esto, en cuanto otro carabinero se encuentra en estado grave en Temuco. Lo que pasa, lector no chileno, es que en Chile se hizo una costumbre asesinar a carabineros en acto de servicio, lo que colmó, aparentemente, la paciencia del general Yáñez. Aparentemente, porque el general pasó del anverso al reverso en menos que canta un gallo.
Luego de la muerte del carabinero Salazar, después de días de agónico sufrimiento, debido al atropello alevoso hecho por un delincuente venezolano de 22 años, inmigrante ilegal, el general Yáñez, en rueda de prensa, literalmente se desahogó. El ¡Basta! se escuchó en todos los medios y su pedido airado de que los dejen trabajar sin temor a ser sancionados, hizo eco en la ciudadanía ya cansada de la desidia con que el gobierno de Gabriel Boric ha actuado frente al crimen organizado, al narcotráfico, al terrorismo y la delincuencia común. Chile entero aplaudió al general, su valentía y su férrea defensa de sus subordinados.
Esa es la primera parte de la historia. La segunda parte comienza con el llamado de la ministra del Interior, Carolina Tohá, la mujer del rostro penetrable, al general Yáñez. A la salida de la reunión, lo esperaba otra rueda de prensa. El discurso del general había cambiado radicalmente. No dijo lo que dijo, y si lo dijo fue motivado por el dolor y la rabia. La guinda de la torta fueron sus palabras “reconociendo el apoyo del Gobierno a Carabineros”. Es decir, la ministra Tohá simplemente lo asustó (no le cuesta mucho asustar a la gente). Le tiró la oreja. Lo amenazo.
Y ahora, cuando dos semanas después ocurre un nuevo asesinato, el general olvidó su discurso virulento (tercera definición de la RAE), y se nos apareció como un niño de pecho, obediente, solidario y fiel al Gobierno. Solo le faltó mover la colita. O sea, su postura de adalid, de figura cósmica, quedo reducida a la nada. ¿Qué pasó? O ¿Qué pudo haber pasado? Entramos, entonces, al prólogo de esta historia que, tal vez, se repita con frecuencia en otros países de nuestra rara América Latina. Se hizo conocido un diálogo, mejor dicho, se recordó un diálogo de hace algo más de dos años, en la Cámara de Diputados entre dos diputados UDI (Unión Democrática Independiente), Javier Macaya y Patricio Melero, de la derecha chilena:
“Macaya: El general director de Carabineros es más zurdo de la chucha (sic)
Melero: ¿Yáñez?
Melero: Y lo tienen como muy bueno.
Macaya: Yo le dije a Chadwick, en su momento, no me pescaron hueón.
Macaya: El presidente de la UDI de San Fernando era vecino de él (Yáñez), y este hueón es de toda la vida de San Fernando, y de una familia de izquierda, izquierda, izquierda, izquierda.
Macaya: Y este vecino es padre de dos pacos hueón, ex paco también y me dice “hueón este hueón es muy de izquierda. Es un hueón que…”
Melero: Bueno, puede ser bueno”.
Cito por biobiochile.cl del jueves 19 de noviembre de 2020: (https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2020/11/19/el-microfono-abierto-que-complica-a-macaya-el-general-director-de-carabineros-es-mas-zurdo-que.shtml). ¿Le habrá recordado esto la ministra Tohá al general Yáñez? Un día se sabrá cómo lo retó, cómo lo amenazó. Pero lo que sí podemos afirmar es que ahora, cuando el general hablaba del asesinato de la sargento Olivares, detrás de él, Carolina Tohá se sonreía mefistofélicamente ante la respuesta del general a la pregunta de la periodista sobre solicitar “mayores garantías” al Gobierno. La ministra, con su rostro penetrable, se convirtió en el personaje siniestro de La Moneda.
Al entonces diputado y hoy senador, Javier Macaya, se le quedó el micrófono abierto en una sesión de la Cámara, lo que aprovechó el diputado Jorge Brito, de Revolución Democrática, partido oficialista, para difundirlo en un tuit. Macaya se disculpó con las típicas disculpas idiotas en las que nadie cree: “Yo lamento que se difundan conversaciones privadas, obviamente no me expreso así respecto a los carabineros, respecto a ninguna persona”.
Más lo debe lamentar el general Yáñez, porque este diálogo abre una posible interpretación a su radical cambio en el tono de su discurso, que lo despojó de su primera piel de león para defender a sus carabineros, a otra piel de perrito faldero para defender su cargo de general director.
¿O, El general Yáñez solo está actuando?
El tiempo lo dirá.