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24 de February del 2023 a las 15:07 -
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Afectividad y sexualidad integral para los niños chilenos
¿Qué entiende el ministro por “afectividad y sexualidad”? Lo ignoro.

(escribe prof. Alejandro Carreño )El título de esta columna responde al proyecto de ley sobre afectividad y sexualidad integral, presentado por el ministro de Educación Marco Antonio Ávila como prioritario para el gobierno, enfatizando su tramitación y ojalá aprobación este año. Por un lado, Ávila habla de incorporar a los padres en los procesos formativos. La escuela, dice, “tiene que abrirse a una formación en conjunto para acordar cuáles son aquellos temas que tienen que ser tratados en los establecimientos”. Todo parece sanamente armónico y coherente, especialmente la presencia de los padres en temas sustanciales como la afectividad y la sexualidad (sin apellido es mejor). Lo curioso es que estos temas son responsabilidad de los padres y no de la escuela (me referiré a esto más adelante, cuando analice los conceptos “afectividad” y “sexualidad”).

De otro lado, Ávila (que suele decir “todas, todos y todes” y otras necedades por el estilo), saca de la manga el verdadero propósito de este proyecto: alfabetización en sexualidad. La trampita está preparada porque, a su juicio, “esa alfabetización, cuando la dejamos solo en manos de las familias, probablemente es dispar, porque depende de la formación que cada familia tenga lo que podrá entregar a sus hijos”. Por cierto, las familias darán lo que tienen, pero en lo que a “afectividad y sexualidad” se refiere, nadie más que ella tiene el derecho legítimo de intervenir. Otra cosa bien diferente es que la escuela “enfrente la transición que hacen algunos niños respecto de su identidad de género”, como dice Ávila en su entrevista al diario El Mercurio del domingo 19 de febrero.

Ahora bien, ¿qué entiende el ministro por “afectividad y sexualidad”? Lo ignoro. Pero en la comprensión de estos conceptos debiera fundamentarse cualquier iniciativa educacional. La palabra “afectividad” tiene cuatro definiciones según la RAE: 1. Cualidad de afectivo. / 2. Conjunto de sentimientos, emociones y pasiones de una persona. / 3. Tendencia a la reacción emotiva o sentimental. Y en Psicología significa “Desarrollo de la propensión a querer”.

 

“Afectivo” es lo perteneciente al “afecto” y con “afecto” se entiende “la inclinación a algo o alguien”. Es decir, no es llegar y hablar de “afectividad” a los niños, ni menos que sean personas no idóneas quienes lo hagan.

La “afectividad”, tal como se comprende en las definiciones de la RAE, no puede ni debe entenderse como una imposición, ni menos por la fuerza de la ley. ¿Es que se pretende “enseñar” por la fuerza de la ley a los niños a tener afecto por algo o alguien? ¿Comprende usted, lector, el peligro que se esconde detrás de esta aparente “buena intención”? Por esta imposición lo que el Gobierno de Boric desea, más allá de lo que opine Ávila, es homogeneizar la cultura de género a través de la ideologización impuesta por la escuela, ignorando el parecer de los padres al respecto. “Debe haber un mínimo común que sea compartido en todos los establecimientos para poder hacer esta comprensión más general”.

¿A qué se refiere Ávila con “mínimo común”? ¿Comprende usted, lector, la gravedad de este proyecto de ley? Pero el proyecto se refiere también a “sexualidad integral”. Veamos: “Sexualidad” significa, por un lado “Conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo”. De otro lado, “Apetito sexual, propensión al placer carnal”. Ambas definiciones son de la RAE. Sobre la primera definición no hay ningún problema. La biología del cuerpo humano debe enseñarse desde los primeros años por profesores idóneos en su calidad humana y profesional

En cuanto a la segunda definición, la escuela no debiera pronunciarse en absoluto por “más integral que sea la sexualidad”. En definitiva, la escuela debe solo enseñar el respeto por el otro, que no es lo mismo que el afecto o la sexualidad. La familia, por cierto, también debe enseñar el respeto por el otro en su otredad, como lo plantea Humberto Maturana. Pero la escuela no debe interferir en aspectos de la educación afectiva y sexual que solo compete a los padres. La segunda definición de “sexualidad”, me recuerda de inmediato las dos tesis pedófilas de la Universidad de Chile que escandalizaron al mundo. Una de ellas dice así en su dedicatoria:

“Dedicada a los niños y niñas de deseo inquieto, para que alguna vez puedan tocarse y ser tocados sin miedo ni culpa”. / “A los pedófilos de deseo culposo, para que exorcicen su malestar y sus temores por amar a quienes aman”. / “Y también a PP: recuerda, bonito, verte a través de mis ojos cada vez que estés triste”. Para mayor información sobre esta tesis y otra semejante, sugiero la lectura de mi columna “Las tesis de la vergüenza de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile”, publicada en este mismo medio el viernes 30 de diciembre pasado (https://cooltivarte.com/portal/las-tesis-de-la-verguenza-de-la-facultad-de-humanidades-de-la-universidad-de-chile/).

Por eso, a mi modo de ver, temas tan sensibles como la “afectividad” y la “sexualidad”, en su segunda acepción, no le compete a nadie más que a la familia del niño. El ministro Ávila debe distinguir entre el respeto debido a quienes forman parte de las minorías sexuales, como seres humanos que son, pero no forzar el “afecto” por una ley, ni menos tratar la sexualidad como “Apetito sexual” o “propensión al placer carnal”. Para terminar, hay urgencias mucho más importantes que hablar de “sexualidad integral”, como que un alumno de Cuarto Año Básico sepa leer y escribir.

Pero, se pretende imponer una ideología política relacionada con una sexualidad del gusto de la nueva moral oficial. Cito, por lo mismo, y para terminar, el Artículo 40 de la Constitución rechazada por el 62% de los chilenos el pasado 4 de septiembre. Juzgue, usted, lector: “Toda persona tiene derecho a recibir una educación sexual integral, que promueva el disfrute pleno y libre de la sexualidad; la responsabilidad sexoafectiva; la autonomía, el autocuidado y el consentimiento; el reconocimiento de las diversas identidades y expresiones del género y la sexualidad; que erradique los estereotipos de género, y que prevenga la violencia de género y sexual”.

El Gobierno de Boric es de los que creen que “el que la sigue, la consigue”. Pero se equivoca: ni aun con la fuerza de la ley lo conseguirá, porque los padres son más poderosos que la ley cuando se trata de la educación afectiva y sexual de sus hijos.

 

(*) Ministro Marco Antonio Ávila, fotografìa extraída de la web del Ministerio de Educación de Chile.

 

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