(Escribe Sergio Pérez) Con motivo de conmemorarse en el día de hoy, 30 de enero, 101 años del nacimiento del maestro de la guitarra Alberto Ulián, comparto un artículo que redacté con motivo de su centenario, y que fuera compartido en el programa “Miércoles de buena guitarra” que se emite por Emisora del Sur, conducido por el maestro Alfredo Escande y Héctor Numa Moraes.
Puedo decir con orgullo que soy egresado de la Escuela de la Guitarra "Alberto Ulián", donde comencé mis estudios académicos en el año 1989 con apenas siete años, a cargo de la querida y siempre recordada profesora Stella De León.
Aunque fueron contadas las instancias que compartí junto a él, puedo afirmar que siento hasta el día de hoy su influencia.
Es por ello, que al conmemorarse cien años de su nacimiento, no podemos ni debemos dejar pasar desapercibida esta fecha tan significativa para recordar a quien nos formó con entusiasmo y dedicación.
He querido recopilar algunos materiales que en su momento me hizo llegar Abel Soria, y que hoy, transcribo con la intención de brindar un humilde homenaje.
¡Salud Maestro Ulián!
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100 años de Alberto Ulián
Luis Alberto Ulián nació un 30 de Enero de 1922 en San José. Estudió guitarra con el Profesor Leoncio Marichal . Teoría y armonía con el Profesor argentino José María Bonino. Compuso más de cuarenta obras y están registradas en AGADU.
Hijo de Josefina Cabrera y Luis Ulián, dedicó gran parte de su vida al estudio y ejecución de la guitarra en su vertiente clásica destacando por sus dotes de compositor y concertista.
Comienza a dedicarse de lleno a la música luego de contraer matrimonio con su primer esposa, Juana Lucía Celis Irrazábal. Ella fue quien motivó su pasión por la guitarra y fue la musica inspiradora para muchas de sus composiciones. De este matrimonio nacen cuatro hijas: Cristina, Silvia, Lucía y María del Huerto. Años después el matrimonio se disuelve. Se dice que Juana Lucía fue el gran amor de su vida y como para rubricarlo, es con ella que se reencuentra ya en sus últimos años.
Su segunda esposa fue María Luisa Moreira con quien tuvo tres hijos: Adriana, Rosana y Luis Alberto.
En esos años el prestigio de Ulián fue creciendo, reconocido como uno de los más exquisitos ejecutantes y compositores del País. Realizó numerosos conciertos en el exterior donde su arte fue celebrado.
En sus cursos participaron más de cien alumnos de San José, Colonia, Flores y Soriano.
Fue gran amigo de Atahualpa Yupanqui, a quien conoce durante su estaría en Buenos Aires, con motivo de un concierto ofrecido en el Luna Park. Entre sus dilectos amigos se encontraron también “Paco” Espínola y Wenceslao Varela, a quienes les dedica algunas de sus melodías camperas.
Actualmente sus obras son muy reconocidas a nivel internacional, en países como Japón, Alemania, Francia y Estados Unidos.
Personalidades de nuestra cultura, como el reconocido César Amaro (quien ejerciera durante años la dirección de la Cátedra Superior de Guitarra en el Conservatorio Municipal de San José), en más de una oportunidad rindió homenajes a Ulián interpretando sus obras en el ciclo de programas “La Guitarra y sus intérpretes” que se emitía por Televisión Nacional del Uruguay.
Fueron editadas e interpretadas en Buenos Aires y toda Argentina, Alemania, Japón y Uruguay.
En su guitarra Hausser hizo vitalizas y cielitos. Refiriéndose a Ulián dijo Atahualpa Yupanqui: “es un gran artista que no ha sido reconocido”.
Ulián falleció el 8 de Agosto de 1993 a los 71 años de edad.
En el Club Fraternidad desarrolló su gran vocación docente. En ese espacio dictó durante muchos años sus clases de guitarra, formando a generaciones de músicos maragatos y otros departamentos que hoy son orgullo. Dentro de sus composiciones se destacan: Nocturno hora dos, Melodía Secreta, Silbos y Camino, Suite de Setiembre, Danza de la mulata, Hacia la noche, Sobre Zapateado, Vidalita No. 1 (Sierras de Mahoma), Preludio No. 3 Cifra, Preludio No. 1 (Oración de la tarde) Ecos del Silencio (Preludio No. 2) Serenata Agreste, Un Adiós y Los Adioses.
Su última composición que no llegó a ser registrada, ya que al poco tiempo fallece, lleva el nombre de “Reencuentro” y está dedicada a sus hijas, frutos de su primer matrimonio, con quienes restablece, a instancias de su nieta Alejandra, un vínculo afectivo que los avatares de la vida habían deteriorado.
Alma sensible, emoción a flor de piel, mirada franca, maestro generoso, amigo fiel, así lo recuerdan quienes le conocieron.
Sus restos descansan en el cementerio local y la inscripción de su tumba (fragmento de un poema de Borges) no puede ser más significativa: “Un símbolo, una rosa, te desgarra y te puede matar una guitarra”.
Al maestro Alberto Ulián
(Abel Soria)
Alberto Ulián: luciérnaga mecida
que oscila entre la historia y la leyenda.
Seis cuerdas de hondo amor fueron tu senda
Y en ellas fue tu vida dar la vida.
Por eso no hay adiós en tu partida.
Tu partir es quedarte. Y esa ofrenda
con su magnificencia reverenda
calma de luz la noche detenida.
“Elévanos, elévanos, maestro”,
Se torna imploración un verso nuestro
mientras con voz de yerma soledumbre,
Las guitarras también rogando “elévense”,
tienden la escalinata de sus ébanos
con peldaños de oro hacia tu cumbre.
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A propósito de Alberto Ulián al cumplirse 101 años de su nacimiento un 30 de enero de 1922
“También desde entonces nos llegaba a menudo el nombre de Leoncio Marichal, nacido en Canelones, en 1879. Joven aún, veinteañero, comienza a actuar en público; en el sexteto citado figura su nombre antes del de los Otermin y Piola, lo cual podría ser significativo. Más adelante llega a dar conciertos en dúo con el paraguayo Barrios, otro con pequeños conjuntos1 o ya solo, en La Lira, en el Verdi, en el Colegio de las Hermanas Teresa, en algunas ciudades cercanas, Santa Lucía, Florida. Después enseña según los métodos de su maestro Manjón en esas mismas instituciones. Finalmente lo hace en San José, donde trascurre el resto de su vida. En realidad, fue el primer maestro de Martínez Oyanguren, pues Hargain, el organista de Durazno, no tenía mayores nociones de guitarra. Marichal, pues, entusiamado con las condiciones que halló en su joven alumno, se aplicó con ahínco, con el feliz resultado conocido.
Por 1940 y tantos, mientras Martínez Oyanguren triunfa en Estados Unidos, el viejo maestro se halla ante otro mozo veinteañero que toca la guitarra con gusto y condiciones, pero de oído. Entonces Marichal vuelve a comenzar con el mismo fervor, con renovadas esperanzas, a pulir las aristas del maragato Alberto Ulián, ahora aplaudido en clubes del interior y de la provincia de Buenos Aires, un sensitivo autor de temas nuestros, Estilos, Vidalitas, Milongas, actualmente enseñando en San José y ciudades cercanas.
En tanto que un alumno se consagra en el exterior, y da el otro sus primeros pasos en procura del éxito, comienza para el anciano guitarrista penosos, largos, interminables inviernos en aquellos maragatos pagos, que dan en ignorar –lo de siempre– al viejo y meritorio músico, en cuyas manos, otrora tan capaces en las cuerdas de una guitarra... ¿pero es que tuvo alguna vez una guitarra? ¿Es que esas gentes que hoy ponen monedas en su sombrero pudieron haberlo aplaudido alguna vez?
Final para letra de tango, cursi y ramplón, pero que de verdadero muestra que los tangos pueden no ser siempre ramplones y cursis, sino que lo es la vida, amarga, despiadada con ciertos hombres como Leoncio Marichal, maestro de maestros, que termina su vida –como él la terminó– vendiendo estampas de santos en las puertas de la iglesia de San José…”
Extraído del libro “Origen e historia de la guitarra en el Uruguay” del maestro Cédar Viglietti
(*) En los videos que acompañan esta nota compartimos dos de sus composiciones, ejecutadas en la guitarra por el propio Alberto Ulián.