(escribe Emilio Hourcade) El nomenclátor de una población en algunas oportunidades puede ser tema de discordia, dado que no necesariamente una denominación puede llegar a contar con la unanimidad de las adhesiones, aunque no debería nunca renunciarse a tener un mayoritario apoyo ciudadano y no ser solamente la voluntad de quienes momentáneamente tienen el poder.
Si bien algunas calles de Mercedes habían sido nombradas en los primeros años de la vida republicana de nuestra nación, el primer nomenclátor oficial se produce en el año 1852, en tiempos en que nuestra población solo era una villa y no había una organización departamental suficiente como para concebir la formación del mismo, siendo por lo tanto generado a influjo de un gobierno central que debía inmiscuirse en estos temas locales para lograr los avances urbanísticos tan necesarios.
Es así que a mediados del siglo XIX encontramos el siguiente decreto: «Jefatura – Departamento de Gobierno – Mercedes, Junio 23 de 1852. Con fecha 29 de mayo el gobierno se ha servido aprobar y mandar poner en ejecución la nomenclatura de las calles de esta villa, propuesta por esta Jefatura, autorizándola además para darla a los pueblos subalternos del departamento sobre las mismas bases.
Teniendo, pues, a la vista el croquis de esta población y las calles que están en estado de recibir nombres propios y permanentes, las que corren de Norte a Sur se denominarán, empezando por la parte occidental de la villa: calle del Cuareim, del Bizcocho, San Salvador, Uruguay, Buenos Aires, Sarandí, 25 de Mayo, 18 de Julio, Artes, Asamblea, Ituzaingó, Dolores, Bequeló, Cololó, Perdido, Vera.1
Las calles de Este a Oeste, empezado por la parte septentrional de la villa, se denominarán: calle del Río Negro, de Soriano, de Paysandú, de Montevideo, de Mercedes, de San José, de las Minas, del Cerro Largo, de Canelones, del Salto, de Tacuarembó, de Maldonado, de la Colonia.2
Lo que comunico a V.S. no solo para su conocimiento e inteligencia, sino para que, en las donaciones de solares, escrituras de sitios, etc., se citen las calles a fin de hacer conocer generalmente sus nombres, determinando mejor los linderos y localidades.
La plaza primitiva llámese de la Independencia. La que está al Sudeste de ella de la Constitución (hoy Plaza Artigas). Dios guarde V.S. muchos años. Tomás Villalba. Señor Alcalde Ordinario don Francisco Haedo».
Aquel primer nomenclátor tomaba algunos nombres que ya se venían utilizando (Plano del Pbro. Luis José de la Peña del año 1834), pero salvo los nombres de calle «Paysandú» y «San José» que se mantuvieron en la mismas arterias, otros nombres que se reutilizaron se aplicaron a otras calles, siendo una constante que los nombres referenciaban a distintos lugares geográficos de nuestra república, tales como ríos y arroyos, ciudades o departamento en que entonces estaba dividido el país, sin entrar en designaciones más particulares como podrían ser hechos o personajes tanto locales como departamentales que merecieran su reconocimiento, y vaya si nuestro departamento tenía hechos históricos que podían ser recogidos en los nombres de sus calles tales como el Grito de Asencio o el Desembarco de los Treinta y Tres Orientales, pero evidentemente que eso sería tema a ser tratado y laudado por la población en el futuro, para paulatinamente ir identificándose de mejor manera con sus calles o como se expresa en el periódico «El Diario» de fecha 5 de junio de 1898, aquellas designaciones de 1852 fueron efectuadas de esa manera «porque entonces los hechos culminantes de nuestra historia eran todavía recientes y no se les daba la verdadera importancia que realmente tenían».
Los gobiernos municipales se fueron sucediendo y algunos cambios en el nomenclátor se comienzan a producir, pero los mismos, lejos de servir para recordar y homenajear hechos que serían compartidos por toda la población, fueron realizados «obedeciendo sin duda a sentimientos personales muy respetables, sustituyendo nombre de algunas calles por otros de determinadas personas, cuya importancia histórica y política están todavía por averiguarse», tal como lo refiere el «El Día» de fecha 5 de junio de 1898.
Otra mención a esta «utilización» que hace la clase dirigente del nomenclátor de la ciudad, lo encontramos en otro artículo publicado por el diario «El Pueblo» el 1 de diciembre de 1905 al decir que aquel primer criterio para darle nombre a las calles de nuestra ciudad cuando solo era una villa, «ha sido sustituido haciendo predominar afectos personales, cuando no han influido sentimientos partidistas, como puede verse por los nombres que actualmente ostentan algunas calles de esta ciudad».
Como ejemplo de esa aseveración citaba el cambio de las calles de Vera y de Mercedes por los nombres de Camp (apellido de un reconocido vecino de la época y que posteriormente pasó a llamarse calle Zapicán) y Álzaga (por el educacionista argentino Pedro Álzaga, pasando luego a llamarse Florida y recién el 24 de setiembre de 1977 se la designó con el nombre del fundador de nuestra población el Pbro. Manuel de Castro y Careaga, recibiendo así un postergado y justo homenaje).
En cuanto a los hitos históricos de nuestro departamento, recién fueron reconocidos en el nomenclátor de Mercedes a fines del siglo XIX, de acuerdo a lo informado por el diario «El Departamento» de fecha 24 de diciembre de 1897: «La Junta en sesión de anteanoche se ocupó de dar nombres a varias calles que no tenían denominación: A las cuatro calles que quedan al sur de la de Fomento (parte sur de la ciudad, a dos cuadras de Plaza Constitución) se le dio la siguiente denominación que nosotros ampliaremos explicando el significado del nombre:
Calle “Asencio” (hoy Gral. José Garibaldi)– Cuchillas donde estaba reunido el ejército patriótico cuando se dio el primer grito de independencia. Asencio es también un arroyo, y entre este y las cuchillas fue que Viera y Benavídez se pronunciaron contra el conquistador.
Calle “28 de Febrero” (1811) (hoy Gral. Venancio Flores) – Ramón Fernández se pronuncia en la plaza de Mercedes por la causa de los patriotas.
Calle “Redruello” (Francisco) (hoy calle Treinta y Tres) – Comandante del pueblo de Belén cuando su primer levantamiento que fue sofocado, y quien más tarde hizo llegar hasta el general Belgrano que a la sazón se hallaba derrotado en el Paraguay, el pliego en que Ramón Fernández comunicaba a aquel ilustre militar su pronunciamiento en Mercedes y pedía se le mandasen fuerzas para secundar el movimiento.
Calle “Joaquín Suárez” (hoy Santiago Vázquez) – En recuerdo del venerable patriota que rigió los destinos de la República durante la Guerra Grande.»
También en aquella sesión a los muelles hasta ese momento llamados “de Pasajeros” y “de los Aguateros”, se los designó con los nombres de “Muelle Comercio” y “Muelle de los Treinta y Tres” respectivamente, como también se da cuenta de que: «A la calle conocida por “Rivera” (posiblemente por el departamento), costa del río, se le dio el nombre de calle “General Rivera”», designación que luego se degeneró y confundió con «de la ribera».
Este error se prolongó durante varios años, lo que llevó a que por desconocimiento de las autoridades que creían que la calle N° 1 de Mercedes se llamaba «de la ribera», existieran dos calles llamadas «Gral. Rivera», la mencionada junto a la costa del Río Negro, como también la ubicada el oeste de nuestra ciudad, a una cuadra de la «Plaza Rivera», encontrando en la prensa algunos reclamos para que se subsanara ese error, dado que no era lógico que se repitieran los nombres, tal como se reproduce a continuación: «Sería menester que se corrigiera esa situación provocada por los municipios de no hace muchos años, que demostraron ignorar el nombre de nuestras propias calles, incurriendo sin duda en el generalizado error de creer que la calle N° 1, por hallarse casi en la margen del río, se llamaría de la ribera». (El Radical, 30/03/1949)
Si bien ya hicimos referencia a cuando oficialmente se designó calle «Gral. Rivera» a la calle número uno de Mercedes junto al Río Negro, bien vale recoger algún otro testimonio antes de que se generara la confusión de su designación, por lo que encontramos en la edición de «El Diario» del 11 de noviembre de 1905 las siguientes expresiones: «La calle General Rivera cruza por la ribera, entre ruinoso caserío de malísimo destino», el cual debemos indicar que años después sería expropiado y demolido para dar lugar a la formación de la rambla.
Respecto a «Asencio» y al «Desembarco de los Treinta y Tres Orientales», serían nuevamente reconocidos en el año 1957, cuando el Concejo Departamental en fecha 3 de diciembre de aquel año, aprueba «se designe con el nombre de “Grito de Asencio”, el núcleo poblado ubicado en la Planta Sub Urbana de Mercedes, al Sur de la Cañada de los Hornos, asimismo se resuelve aprobar la designación con el nombre de “Treinta y Tres Orientales”, el núcleo de población conocido por “Barrio Nuevo”, tal como lo informa el diario «El Radical» en su edición N° 12.049.
Por otro lado, el mismo diario da cuenta en su edición de fecha 15 de junio de 1957 que se había aprobado que la designación de «Avenida Grito de Asencio» (originalmente llamada «del Río Negro»), extendiera su denominación al tramo comprendido entre calles Varela y Tomás Gomensoro.
También es útil observar la evolución del nomenclátor para darnos cuentas de que las verdades históricas no son monolíticas, y que el paso del tiempo las va modificando, por lo que no podemos renegar de lo que hicieron nuestros antepasados, como tampoco sentir que ahora somos los dueños de la verdad, y todo se va encadenando a través del tiempo y nosotros solo somos un eslabón más de una cadena a la que pertenecemos. Para ejemplificar lo anteriormente expuesto, bien vale reseñar el siguiente artículo escrito hace más de un siglo, y que demuestra que como se mencionó anteriormente, la verdad histórica es relativa y que todo depende del momento en que se mire, basándonos para ellos en dos figuras excluyentes: Artigas y Colón. El artículo publicado por «El Pueblo» el 1 de diciembre de 1905 expresa lo siguiente: «De las calles que corren de norte a sur solo tres han cambiado de nombre: Artes, Asamblea y Vera (hoy Zapicán). El nombre de la primera fue sustituido nada menos que por el de Colón, sin duda en recuerdo de habernos descubierto el ilustre genovés; la segunda fue justamente denominada Artigas, por más que este nombre nos parece más adecuado para una plaza o paseo público». Hoy Colón es cuestionado cada vez que se habla de algún cambio de nombre en las calles en Mercedes y nadie pondría en tela de juicio si se designara Artigas alguna calle, plaza, paseo público, etc., de la ciudad.
Otro caso significativo de la modificación que va sufriendo la consideración histórica de hechos o personas y como repercute en el nomenclátor de una ciudad es lo sucedido con la actual calle Wilson Ferreira.
Inicialmente aquella arteria había sido llamada «San José», nominación que fuera confirmada oficialmente en el año 1852 hasta que, mocionado por el edil Dr. Zoilo Chelle «en homenaje al gran demócrata y aprobado de pie» por la Junta Departamental de Soriano, se resolvió en fecha 28 de setiembre de 1945 que pasara a denominarse «Franklin D. Roosevelt», primer mandatario estadounidense que había fallecido ese mismo año, luego de encabezar una decisiva intervención junto a los aliados en la segunda guerra mundial, confrontando al nazismo comandado por Hitler.
De aquel unánime reconocimiento a Roosevelt a ser quitado su nombre de nuestras calles no pasaron más que algunas décadas, siendo un fiel reflejo de lo dinámico que es el pensamiento histórico y de cómo en el nomenclátor vemos sus variantes.
Hoy ya han pasado más de 170 años de aquel primer nomenclátor oficial de 1852, y de los nombres originales solo quedan vigentes 18 de julio e Ituzaingó dentro de las calles ubicadas en dirección sur-norte, mientras que dentro de las calles este-oeste ya no queda ninguna, habiéndose perdido el último nombre cuando en el año 2020 se sustituyó el nombre de calle «Paysandú» por el de «Gral. Leandro Gómez», en modificación que no contó con una homogénea aprobación ciudadana.
Recordemos que, si bien en el año 1852 el gobierno oficializó el nomenclátor de Mercedes, ya antes de esa fecha algunas calles tenían su nombre, tal como se puede apreciar en el plano levantado en el año 1834 por el Pbro. Luis José de la Peña. De aquellas primarias designaciones, calle «Paysandú» junto a «San José» fueron justamente las únicas que se habían ratificado en el año 1852, por lo que habiendo sobrevivido la primera, tenía un valor patrimonial extra al ser el último testimonio de la primitiva designación de calles de nuestra ciudad. Luego del cambio efectuado en el año 1945 a calle «San José», solo quedaba «Paysandú» como designación desde los orígenes, pero a los 186 años de existencia, aquel testimonio desapareció definitivamente cuando se la sustituyó en el año 2020 por la denominación «Gral. Leandro Gómez».
Culmina aquí esta breve reseña sobre el nomenclátor de Mercedes que hemos intentado ilustrar con testimonios de otras épocas, buscando entender tanto su origen como algunas de las prácticas que sobre su evolución se han aplicado.
REFERENCIAS
1 - Calle del Cuareim (21 de setiembre), del Bizcocho (Rivera), San Salvador (19 de abril), Uruguay (Cassinoni), Buenos Aires (Dr. Braceras), Sarandí (28 de febrero), 25 de Mayo (Eduardo V. Haedo), 18 de Julio, Artes (Colón), Asamblea (Artigas), Ituzaingó, Dolores (Oribe), Bequeló (Varela), Cololó (Gomensoro), Perdido (Herrero y Espinosa), Vera (Zapicán)
2 - Calle del Río Negro (Avda. Asencio), de Soriano (Detomasi), de Paysandú (Gral. L. Gómez), de Montevideo (E. Giménez), de Mercedes (Pbro. de Castro y Careaga), de San José (Wilson Ferreira), de las Minas (Rodó), del Cerro Largo (F. Sánchez), de Canelones (Ferrería), del Salto (S. Rivas), de Tacuarembó (Ansina), de Maldonado (Blanes Viale), de la Colonia (E. Casagrande).
NOTA:
Acompaña este artículo una antigua foto del año 1947 de la esquina noreste de las actuales calles Oribe (antiguamente Dolores) y Florencio Sánchez (antiguamente Cerro Largo), en donde en la construcción (hoy inexistente) que se aprecia funcionaba la Escuela Municipal del Hogar, en momentos en que se procedía a la colocación de adoquines y cordón.