Como todos los años en esta época voy a asistir a los "toques callejeros" y al "Encuentro Internacional de Músicos Jazz a la Calle".
Sin conocer mucho o nada de Jazz o de música, creo que nos pasará a muchos mercedarios que como yo, somos laicos en el tema, pero llevan sus sillas playeras y las acomodan en el medio de la calle.
Disfruto de todas las bandas que participan y de esos encuentros de muchachos que muchas veces se conocen ahí, minutos antes para improvisar y demostrar sus habilidades y conocimientos de los instrumentos musicales.
Ayer en la calle 19 de Abril, como ya es clásica en las noches de enero y del festival, tocaban una banda por llamarla de alguna manera, con batería, guitarra eléctrica e instrumentos musicales de viento (no los nombró a todos por miedo a equivocarme) y en un dado momento el baterista hace un corte y entra con su saxofón un muchacho con una hermosa melodía y comienzo aplaudir entusiasmado.
Mi hijo mayor me llamó la atención con cariño en voz baja.
- Papá no era para aplaudir ahora, escuchá primero y después cuando todos aplaudan, vos aplaudís.
Y yo, que soy un tipo limitado, que nunca tuve formación musical, pero que soy un tipo sensible a todas las expresiones artísticas en sus diversos géneros y matices, no había podido contenerme.
Porque estoy convencido y me pasa seguido cuando leo un libro, miro un cuadro de artes plásticas o como anoche y todas las noches, cuando el arte en su esencia me atraviesa con su música, que la cultura es y será siempre la herramienta más hermosa de transformación social.
Ese es el gran mérito que han tenido y tienen los organizadores del Encuentro Internacional, que nos llegue a todos y todas, que la cultura y en este caso la buena música no sea solo un privilegio para un sector de la clase social más elevada.
Por eso también es gratuita.
Democratiza el acceso al arte, la cultura y la buena música.
Por eso veo y nos vemos, gente y familias enteras, simples y humildes llevando sus sillas playeras, sentados en el cordón de la vereda o en los muritos de la manzana 20.
Mi forma más pura de agradecerles es aplaudiendo entusiasmado.
No consigo expresarme de otra manera.
Hago un silencio respetuoso, dejo caer mis párpados y permito que la música acaricie mi alma.
Soy de los primeros en ponerse de pie cuando una banda culmina su función y quizás también entre los primeros de pedir a los gritos, "otra, otra, otra…".
Anoche en el toque callejero de la calle 19 de Abril, quizás fui inoportuno y por eso mi hijo mayor, sabiendo de mis limitaciones, me llamó la atención con cariño.
Pero déjenme decirles que mi ignorancia musical, jamás tuvo la intención de importunar.
Me dejé llevar por la intervención de un joven que con las notas de su saxofón, invadió mi ser y le gritó a mi alma: eres libre, el arte también te pertenece…
Artigas Osores