La realidad actual de la Escuela de Música Jazz a la calle y los desafíos futuros fue también tema reflexión del prof. Juani Méndez, en esta entrevista concedida a @gesor. Refiriéndose al aprendizaje que dejó la pandemia y los desafíos que debieron sortear para consolidar esta propuesta educativa.
En la interna suponemos que el Festival significa una retro alimentación para lo que es la Escuela de jazz, la gente local que está diariamente trabajando o estudiando. ¿Cómo se vive el festival?
-“Tenemos que acordarnos que Jazz a la calle es una institución, más allá del encuentro internacional, que tiene un objetivo netamente educativo. Ese encuentro, ese escenario gigante que vemos todos los años con todo lo que pasa alrededor, con las jam, con los toques callejeros, con las clínicas, no tiene otra pretención que compartir música de alta calidad con los vecinos de Mercedes, y cada vez están viniendo de más lugares. Música que no escucharían en la radio cuando escuchamos medios masivos; entonces es importante compartir eso, tanto el escenario como las clínicas, como los toques callejeros son un momento educativo; y la Escuela se nutre muchísimo de eso”.
Si bien el tema de aprender y de enseñar y el trabajo de la Escuela es algo que no tiene fin, ¿en qué etapa dirías que está? Pudiendo hacer una escala y decir cumplimos con estos objetivos y nos planeamos otros. ¿En qué etapa está?
-“La Escuela tiene tantos años como el Movimiento Jazz a la Calle. O sea 17 años. Creo que arrancó un año más tarde de las primeras clínicas que se hacían poder mostrar lo que significaba el jazz y la música improvisada; y pasó por un montón de etapas, un montón de direcciones y procesos que tienen que ver con tener muy poquitos estudiantes hasta un pico gigante como en el 2019, que llegamos a tener 470 inscriptos.
Creo que estamos en un momento muy de empezar a recoger algunos frutos. Desde el 2019 empezamos a hacer un trabajo muy fino, de documentación, y de análisis, con el plantel docente. Se pusieron tres materias que antes no estaban. Hemos documentado, trabajando y estudiado muchísimo, con una pandemia en el medio que nos boicoteó los planes, como a todos, y tuvimos que salir a hacer lo que se podía en ese contexto”…
Más que nunca improvisar.
-“Totalmente. Improvisar, innovar donde se pudiera porque la verdad nos agarró a todos muy desprevenidos. Por suerte nosotros teníamos mucho material escrito, que simplemente tuvimos a que adaptar.
En los papeles todo queda muy lindo, pero en la realidad lo que hubo que hacer fue contener, sostener el vínculo, los vínculos interpersonales se vieron muy afectados; entonces todo lo que tenía que ver con lo académico lo pudimos adaptar pero hubo un gran trabajo que nos dejó un montón de experiencia y de conocimiento en lo que tiene que ver con lo inter personal y cómo lograr mejores vínculos con los estudiantes.
Entonces en ese aspecto estamos empezando a ver un corpus interesante de información, de experiencia, como equipo. No como uno o dos docentes que vienen todas las semanas, sino como 13, 14 docentes que generaron una cantidad de documentación importante, que estamos analizando, que estamos trabajando, mejorando constantemente; y el reto es poder sostenerlo en el tiempo.
Logramos un lindo equipo. El desafío es poder sostenerlo en el tiempo, ese equipo, sostener y mejorar cómo logramos comunicar todo lo que queremos respecto de la música, tratar de tener la Escuela llena el mayor tiempo posible para poder efectivamente trasmitir y compartir todos estos conocimientos y experiencias con los estudiantes. Y bueno serán las próximas generaciones que sostengan esto también”