Este año que está culminando supuso el reencuentro del más grande artistas que ha dado Soriano con su ciudad natal, Mercedes. En la pinacoteca Eusebio Giménez los visitantes pudieron disfrutar de una muestra de Carlos Federico Sáez (1878-1901). Es que han sido pocas las veces que el público local ha podido acceder a un grupo de obras de este pintor mercedario, fallecido con apenas 22 años y que dejó una producción de altísimo valor artístico.
Enrique Aguerre, artista y curador del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) fue quien tuvo a su cargo la selección de obras para esta muestra que se realizó en Mercedes. Al dialogar con @gesor Aguerre fue categórico “lamentablemente una muerte muy temprana (la de Sáez), pero realiza una obra que en picos de calidad, de maestría que equivale a una carrera de 50, 60 años de producir arte”.
Carlos Federico Sáez, ¿qué tiene de particular un chiquilín, un jovencito que dibujaba en su casa para destacarse dentro de la plástica nacional?
-“Justamente eso es lo que tiene de particular, que era como tú decís un niño aquí en Mercedes que ya había expuesto en las vidrieras de la librería Reilly, con 10 años nada más.
Tiene la particularidad que va a Montevideo a la casa del tío Gregorio Sánchez y deciden ir a consultar a Blanes (Juan Manuel) sobre si él le puede dar clases, y Blanes dice no tengo nada que enseñarle mándenlo directo a Europa. Esa es otra particularidad que tiene Carlos Federico Sáez que destacaba para gente incluso como Juan Manuel Blanes.
Vive 22 años, lamentablemente una muerte muy temprana, pero realiza una obra que en picos de calidad, de maestría que equivale a una carrera de 50, 60 años de producir arte. Esa es otra particularidad, que en forma muy temprana, de una manera muy precoz realiza unos 75, 80 óleos y pasteles que conocemos, y casi 250 dibujos y acuarelas que están dentro de lo más destacado de las artes producidas en nuestro país”.
Entonces él va a contrapelo de lo que habitualmente se dice, que el medio condiciona a la persona. Porque hay que imaginarse la Mercedes de aquella época que no sería muy estimulante para una persona que tuviera inclinaciones artísticas.
-“No. Pero acá en Mercedes él tenía algo que era la familia. La familia fue clave para Carlos. Cuando es un niño, con 13, 14 años viaja a Europa, el sostén de la familia, y que la familia ya reconociera en él, siendo un niño, su talento, su proyección como artista, que lo apoyara hasta que le otorgan la beca, primero en el gobierno de Idiarte Borda que financia su estadía en Roma y sus estudios; y la familia con gran esfuerzo, porque tenían una buena posición pero igual era muy caro y que desde el vamos a Carlos Federico en toda su trayectoria.
Tenía amigos uruguayos como Carlos María Herrera, Pedro Blanes Viale, que había nacido acá, a cuatro cuadras de diferencia una casa de la otra. Pero claro, ahí se encuentra con el medio artístico europeo, traba amistad con varios pintores que son de la Academia española en Roma, con los Macchiaioli, los manchistas italianos. Rápidamente se inserta en el arte europeo y se siente como pez en el agua.
Vuelve en 1896, le dan la beca, vuelve a Roma y ya es prácticamente un artista en la escena italiana. Totalmente integrado”.
Tanto la paleta como es estilo de Sáez es muy suelto para lo que era la época. Para lo clásico de la época. ¿Eso lo trajo consigo? ¿Lo aprendió de alguien?
-“Eso lo fue desarrollando en Europa con los Macchiaioli que trabajaban con la mancha de color, que ponían en cuestión la enseñanza académica y que trabajaban sobre lo que ellos llamaban il vero, lo verdadero. No solamente con reyes, papas o con aristócratas, sino que pintaban las calles, la gente de la calle, los trabajadores, los campesinos. Y Sáez también toma ese interés por los temas de los manchistas, pero además le da una impronta personal, porque si te fijás en los retratos no los termina del todo, tiene algo como de boceto que es una característica de él. No porque no los quiera terminar, sino porque cuando él capta lo que cree que hay que captar lo deja”.
¿La obra de Sáez, hoy en día es conocida en su totalidad y en su dimensión, o simplemente queda reducida a los entendidos y a quienes gustan del arte?
-“Lamentablemente no es tan conocida como nos gustaría que fuera”.
¿Hay mucha obra que no se conoce, y que pudiera estar dispersa en colecciones particulares?
-“No. En el caso de Carlos Federico Sáez son 10 años de producción artística de 1891 a diciembre de 1900, y ya tenemos básicamente identificado dónde está la obra. Puede haber alguna obra que él no trajo de Italia que no conozcamos. Hay alguna fotografía del taller de él en vía Margutta en Roma donde podemos ver alguna obra que no conocemos, pero que no vinieron, por lo tanto no sabemos cuál ha sido el destino. Pero como te decía, aproximadamente estamos todos de acuerdo que podemos hablar de unos 75 óleos y pasteles y unos 250 dibujos y acuarelas”.
Por su formación y su corta vida no le dio tiempo para hacer una escuela. Para tener alumnos y formar una escuela con su estilo como hizo Joaquín Torres García. Pero, ¿alguno de las generaciones posteriores siguieron ese estilo?
-“Sí, muchísimos. Incluso hubo un grupo de arte donde estaba Espínola Gómez, o Alfredo de Simone. Hay muchos artistas. Copiar a Carlos Federico Sáez es imposible, pero de alguna manera seguir cierta influencia sí, sí. Incluso hoy. Carlos Federico Sáez es muy contemporáneo. Por eso decía la característica del boceto, o el trazo rápidamente define una característica, una fisonomía, la característica de un personaje es una actitud muy contemporánea. Entonces hay muchos artistas que lo vuelven a descubrir. Las distintas generaciones vuelven a descubrir aquellos artistas que son tan destacados como Carlos Federico”.