09 de December del 2022 a las 08:43 -
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Accidentes de la Onda en el rio Negro -  años 1942 - 1944
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Días atrás se publicó la Revista Digital «Soriano Fluvial» N° 18 a la que puede accederse y descargar en el blog http://sorianofluvial.blogspot.com/, conjuntamente con diverso material que allí hay disponible.

 

La edición N° 18 contiene los siguientes temas:

  • Accidentes de la Onda en el Río Negro, Años 1942 y 1944
  • Plaza de Toros a orillas del Río Negro
  • PIPAS DE CAOLIN (Pito de Yeso) - Sobre su hallazgo en el Río Negro
  • Isla Redonda

Se comparte a continuación el primer artículo mencionado, reiterando que todos estos artículos están disponibles en dicho blog.

 

 

(Escribe  Emilio Horcade)  La existencia del servicio de balsas para el cruce del Río Negro frente a la ciudad de Mercedes, se extendió hasta la década de 1960 en que quedó concluido el actual puente «Gral. Liber Seregni» que une los Departamentos de Soriano y Río Negro, habiendo sido decisiva para resolver su construcción, la falta de seguridad que las embarcaciones ofrecían para cumplir esa tarea en un tráfico que aumentaba enormemente en cantidad, tamaño y peso de los vehículos, destacándose entre ellos los coches de la ONDA, que dentro de los varios percances que sufrieron al momento de cruzar el río, dos tuvieron consecuencias fatales con la pérdida de varias vidas.

 

11 de junio de 1942

El primero de ellos ocurre el 11 de junio de 1942, cuando el coche 118 de ONDA, matrícula B. 30-60, cae al río desde la balsa en el medio de su tránsito entre la costa del Departamento de Río Negro y la ciudad de Mercedes.

El hecho se produjo cerca de las 15 horas de aquel día, habiendo partido desde Paysandú a las 11 horas, conducido por Pablo José María Costa, de 27 años y oriundo de Montevideo, mientras que su guarda era el Sr. Antonio Alfredo Schettini, mercedario, de 31 años.

La noticia rápidamente corrió por la ciudad y el país entero, envolviendo a los mercedarios en una profunda angustia «oprimía las gargantas y llenaba de ojos de lágrimas ante la impotencia de prestarles auxilio en la infructuosa lucha con la muerte que esa pobre gente había sostenido». 1

El coche venía retrasado, producto de fallas en el motor, el mal estado de los caminos y porque una rueda había caído en un pozo, siendo necesaria la ayuda de un tractor para sacarlo. Al llegar al «paso de Mercedes», sube a la balsa, se detiene el motor y algunos pasajeros bajan a caminar un poco. El chofer, intentando descontar el tiempo perdido, baja del vehículo, le echa agua, revisa el aceite y al darle manija para arrancarlo no se percata que el mismo estaba engranado, observando espantado como el ómnibus se mueve marcha atrás, rompe las defensas y cae al agua con varios pasajeros en su interior, hundiéndose inicialmente la parte trasera para luego desaparecer por completo debajo de las aguas.

«Sus aguas de inmediato cerraron la ancha herida abierta por el “coloso de las carreteras”, y … con diez vidas, cobró el peaje de los miles que le han surcado».

Además de los pasajeros que habían bajado, otros lograron saltar del ómnibus al momento del accidente, pero no todos tuvieron la misma suerte, dejando el siguiente saldo: 9 fallecidos dentro del coche (8 mujeres y 1 hombre), 1 fallecido al ser arrastrado por la corriente y 7 sobrevivientes, además del chofer, el guarda y un policía que había subido recientemente.

Los que lograron salvarse fueron: Domingo De Santis, Héctor Ferreira, Elena Viña Pereda y Dr. Isidoro Leirana (los dos últimos rescatados del agua por la lancha de Manuel Guastavino), Jaime Vallejo, Américo D`Ogara, Juan Tkachenko, Pablo José Costa, Antonio Schettini y el policía Ricardo Miraballes, que en el momento del accidente venía recabando los datos de los pasajeros.

Distinta fue la suerte de Dionisio Páez, que, si bien logró salir del ómnibus, fue arrastrado por las aguas del Río Negro, mientras que en el interior del vehículo perecieron las siguientes personas: Angela Tarantano de Giani (oriental), Felipa Juana Bernate de Vallejo (oriental), Juana Pustovtova de Tkachenko (rusa), Ana Tkachenko de Lapasky (rusa), Corina Zunin Padilla (oriental), Flora Melo de Alza (oriental), Estefanía Borbarov (rumana), Olga Barbarov (rumana), Juan Leontov (rumano)

El cuerpo de Dionisio Paez, recién fue encontrado el 23 de junio, en proximidades de la Isla Redonda

La lancha que remolcaba la balsa (propiedad de Carlos Córdoba) era conducida por los balseros Rogelio Pedro Cáceres (domiciliado en Paysandú y Oribe) e Ignacio Méndez domiciliado en el «Paso de Mercedes», caserío denominado «24 de Setiembre» (hoy «Los Arrayanes»), quienes manifestaron que a pesar de que al ómnibus se le habían puesto los «calzos» en las ruedas, observaron que cuando el chofer encendió el coche, el mismo se movió marcha atrás y cayó, desprendiendo ellos enseguida la balsa para dar vuelta y prestar ayuda.

Para ubicar el ómnibus debajo de las aguas, se debió apelar a los servicios de un buzo, siendo el mismo el Sr. Fortunato Bukov que, proveniente de Montevideo se sumerge munido de una pesada ancla debido a la fuerte corriente y a una profundidad de 10 metros lo encuentra con las ruedas hacia arriba. En el lugar del siniestro se había anclado la chata arenera «La Lala» (propiedad de la empresa Constructora Enrique Broggi e Hijos) y desde allí el buzo hacía sus inmersiones, habiéndose colocado potentes reflectores en el Muelle de los «Treinta y Tres».

La tarea de rescate del coche inicialmente fue realizada por la grúa de la chata, que no solo lo arrastró hacia la costa, sino que además lo puso en posición normal. Cuando la falta de profundidad no permitió que «La Lala» continuara su tarea, se tendieron cabos hacia la rambla en donde dos pesados camiones, y los numerosos mercedarios que hacían la vigilia del rescate, tiraron de los mismos hasta que el coche quedó fuera del agua.

Inspeccionado el ómnibus por orden judicial por el técnico Miguel Frabasile, el mismo informó que se hallaba en contacto, con marcha engranada y sin freno de mano.

Las críticas abundaron sobre el sistema de balsas, tales como: «Basta haber cruzado una sola vez el caudaloso y traicionero río sobre uno de esos desvencijados armatostes de madera que una lancha a motor (éste impotente de viejo) semi anegada remolca mediante unas cuerdas podridas»; surgiendo con más fuerza la necesidad de construir un puente sobre el Río Negro.

Como suele suceder en estos casos, a raíz del accidente, el Prefecto de Puertos Carlos Delgado citará a las dos empresas que cumplían el servicio (Gustavino Hnos. y Carlos María Córdoba), a fin de suscribir un acuerdo con nuevas medidas de seguridad, pero pese a todo, las desgracias en torno a ese servicio no habían culminado, registrándose apenas dos años después otro evento que tuvo de protagonista a la «ONDA», el Río Negro y la pérdida de vidas.

Finalizando la reseña de este accidente, nos referiremos al buzo Fortunato Bukov, quien tenía una trayectoria reconocida dentro de su profesión, tal como se desprende del siguiente artículo publicado en la prensa montevideana: «Fortunato Bukov, el hombre que desciende a las profundidades del mar, con la misma facilidad con que nosotros marchamos por las calles. Su último viajecito fue inútil. Encargado por la policía de buscar las alhajas robadas recientemente, su vuelta a la superficie fue decepcionante. Fue por joyas y solo consiguió extraer trapos viejos y alambre». 2

Lamentablemente este intrépido personaje encontrará la muerte apenas unos meses después de haber estado en Mercedes, cuando el 18 de enero de 1943 una imprevista tormenta hunde la grúa de la Administración Nacional de Puertos que trabajaba en la extracción de materiales del barco alemán Graf Spee, muriendo 16 de sus 19 tripulante, estando este buzo entre los que perdieron la vida: «Entre las víctimas de la tempestad de ayer figura el buzo Fortunato Bukov, el mismo que rescatara de las aguas al ómnibus que se hundiera frente a nuestra ciudad junto a diez pasajeros en la trágica tarde el 11 de junio del pasado años». 3

 

25 de noviembre de 1944

 

Evidentemente que el trágico suceso del año 1942 había impactado fuertemente en la opinión pública, provocando que se acentuaran las exigencias de mayor seguridad en el servicio de balsas, como también, la de construir un puente sobre el Río Negro para eliminar definitivamente el peligroso servicio que prestaban aquellas inseguras embarcaciones.

Ya en el año 1944, las balsas registran un nuevo incidente con un coche de la «ONDA», pero felizmente sin mayores consecuencias: «En la mañana de ayer y en circunstancias que el ómnibus de la Empresa Onda N° 74 descendía de la balsa sobre nuestra costa, inesperadamente las ruedas traseras del vehículo impulsaron la balsa hacia el río y parte del ómnibus cayó al agua en un lugar muy profundo, frente mismo al Muelle de los 33, dada la extraordinaria bajante que registra el río. No hubo accidentados felizmente ya que el pasaje se hallaba en la balsa. El vehículo fue extraído momentos después». 4

También se recibían protesta sobre el descuidado servicio que ofrecían los balseros, agregando un elemento negativo más a este cruce que ya había costado la vida a varias personas: «No puedo permanecer callado y reclamo de usted un pequeño lugar en su diario. Es del caso y me creo en la necesidad de llamar la atención, dado lo que observé en la madrugada del lunes al regresar la excursión de Paysandú.

Aparte de que hayamos esperado casi una hora la llegada al otro lado de la balsa que debía transportar los tres ómnibus, de que la lancha sufriera desperfectos y fuera menester traer otra, lo más grave, Sr. Director, es el descuido de los balseros, al punto de que tanto al subir como al bajar el ómnibus peligró de caer al agua por no existir la muy pequeña atención de colocar firme el ancla en la costa y asegurar el amarre de la balsa.

Si estos descuidos se repiten muy seguido tendremos que lamentar otros accidentes. Saludos. Un excursionista». 5

Aquella premonición apenas unos días después de hecha, se cumpliría, y la desgracia volvería a rondar las aguas del Río Negro.

Pasado el mediodía del 25 de noviembre de 1944, llega desde Paysandú a la costa Norte del Río Negro frente a la ciudad de Mercedes, el coche N° 139 de la ONDA con más de 40 pasajeros, en el servicio encargado de unir las ciudades de Salto y Montevideo.

Eran las 13,30 horas cuando el ómnibus sube a la balsa y «sea porque cedieron los frenos o por cualquier otra causa que aún no ha sido posible aclarar, se precipitó al río, quedando fuera del agua unos pocos centímetros de la parte alta del coche»6, tal como inicialmente describía la escena la prensa de Mercedes.

La pendiente con que la ruta que provenía del Norte del país moría en la costa del Río Negro fue el escenario en el que se desarrolló esta nueva tragedia, manifestando uno de los pasajeros, el italiano de 68 años Luis Chiesa lo siguiente: «No vi nada. Venía leyendo, y cuando quise acordar, estaba en el agua».7

Lo impensado de este accidente y la rapidez con que se desarrolló, conspiró contra la vida de algunos pasajeros, y a pesar de hundirse a pocos metros de la costa, la profundidad del río hizo que casi todo el ómnibus quedara bajo sus aguas.

Entrevistado el guarda, este manifestó que: «El coche se había parado frente a la comisaría para entregar la lista de pasajeros y que después y a pesar de la advertencia de que los ocupantes del coche N° 139 tenían que dejar el vehículo para subir a la balsa, este ya no paró más hasta que se hundió en las aguas del río»8

Como heridos se reportaba a Américo Laceró, Ricardo Malgord de Paysandú, y el guarda Juan Soto, todos recibiendo atención en el Hospital Mercedes. En tanto, como fallecidos, se daban los nombres de la Sra. Ada Martina Modernell de Conde y su hijito Hugo de Salto, pero vinculados a familias de Mercedes, y a Juan Arévalo de Montevideo.

La nómina completa de pasajeros la componían: «León Berger, Carmelo Monza, Florentino Melo, Juan J. Acevedo, Carlos Márquez, Clelio P. German, Nuna Rubio, Genoveva Salsamendía, Roberto Gencio, Genovevo Casella, Leonardo Martínez, Doroteo Lara, Luis Conde, Ada Marina Modernell de Conde, Juan Pasticilio, Oscar López, Élida Rodríguez, Nieves Sarli, Clara Papaleo, Renée Quinteros, Eduardo Pral, Alberto Ramponi, Luis Chiesa, Américo Zárate, Ricardo Margal, Ramón Quiroga, Aurora Manera, Melo Conetti, Carlos Lames, Julián Rabelli, Alberto Ferreira, Amadeo Rodríguez Bentancour, Miguel Cardona, Petrona Benítez, José Luis Moller, Juan Arvello Cesaró, María L. Fredes, María Fredes de Pansel, Florentina Britos de Fredes, Niria Beatriz Panzel, Aurora S. de Mazera y Amelia Carrea.

El vehículo había cumplido con toda regularidad el trayecto desde la ciudad de Salto hasta la Comisaría del Paso en donde hizo su última parada a los efectos de cumplir con las ordenanzas Reemprendió la marcha y cuando se encontraba en la pronunciada pendiente existente en la parte final de la carretera con todo asombro el conductor se percató de que los frenos habían sufrido un desperfecto grave ya que no respondían a sus requerimientos. En vista de ello y dada la proximidad del río con voz que detonaba angustia se lo hizo saber al numeroso pasaje. Algunos de ellos, presos de desesperación se arrojaron del vehículo. El conductor en vista de la velocidad que había tomado el coche, como último recurso continuó su trayectoria en la esperanza de que la ascensión a la balsa y las maromas de la misma lo detendrían en su incontrolada marcha. Pero por desgracia esta esperanza se diluyó cuando ante la colisión las maromas cedieron cayendo el ómnibus pesadamente con las aguas del río próximo a la costa en un lugar profundo.

Luego de las tribulaciones de los primeros instantes se pudo advertir que por la parte posterior del vehículo que emergía de la superficie del agua, iban saliendo tras desesperados esfuerzo los que en primer término pudieron salvar sus vidas. Otros lograron con éxito romper los cristales de las ventanillas y de esa forma poder salir a la superficie.

Momentos después el señor Jefe de Bomberos destacado en Mercedes, con la colaboración del personal subalterno se introdujo dentro del ómnibus rescatando del mismo tres cadáveres que resultaron ser don Juan Arvello Cesaró, oriental, 44 años; Hugo Conde Modernell, oriental 2 años y Amelia Carrea, oriental, 25 años. Luego de ingentes trabajos cuando pudo extraerse el ómnibus de las aguas pudo rescatarse el cadáver de la cuarta víctima que lo era Ada Marina Modernell de Conde, oriental (mercedaria), casada, de 26 años de edad; los que procedían de la ciudad de Salto a excepción de la Srta. Amelia Carrea que ascendió en las inmediaciones del Almacén “La Estrella”.

Dentro de los innumerables gestos de real valentía y arrojo deben destacarse los realizados por las autoridades que intervinieron y los numerosos voluntarios. Merece renglón aparte la actividad desarrollada por nuestro coterráneo Juan J. Acevedo que era uno de los viajeros, con esa agilidad mental propia de nuestros hombres de campo logró arrancar de la muerte a varios pasajeros y con gestos y actitudes facilitó la salvación a otros». 9

No solo Mercedes se veían nuevamente impactada por un trágico evento sucedido en el Río Negro y que tenía como protagonista a un coche de la «ONDA», sino que trascendía al resto del país, llegando incluso las condolencias y su puesta a disposición del mismo Presidente de la República Dr. Juan José de Amézaga.

Pero con el impacto también venía la búsqueda de responsables, dado que a pesar de lo sucedido en el año 1942 y las medidas que se habían tomado para dotar de mayor seguridad a este cruce, volvía a producirse un nuevo accidente y muerte: «Si el accidente que ocurrió ayer con tal tremendo saldo se produjo, la responsabilidad es de la ONDA y es del Estado. Porque si ello se debió a frenos que se rompieron eran porque estaban en mal estado y si fue por impericia del conductor, era porque no era competente y el control de ambas hipótesis está en manos de la sociedad que autoriza ese servicio por intermedio del Poder público.

Si la ONDA es irresponsable, el estado es responsable».10

Como ya ha sido citado antes en este trabajo, pocos días antes de este accidente y concretamente en la edición del diario «El Radical» del 11 de noviembre, un excursionista denunciaba el peligro que mostraba el cruce del Río Negro, atento a los descuidos que mostraban quienes ofrecían ese servicio, sumándose otro excursionista que en esos mismos días pero en el diario «ACCIÓN» había publicado lo siguiente: «Entendemos que a efectos de evitar un muy grave y lamentable accidente, la Intendencia Municipal o la Receptoría de Aduana, deben exigir a los balseros y empresa de ómnibus, el descenso obligatorio del pasaje del vehículo al subir este a las balsas, aliviándolo de una carga que puede calcularse fácilmente en unos dos mil kilos. Luego mediante una planchada subiría y bajaría el pasaje, dando como resultado que en cualquier posible accidente se evitaría tener que lamentar víctimas». 11

Estos artículos tomaban plena vigencia al producirse el accidente, dado que, si el pasaje bajaba previamente a dirigirse a subir a la balsa, las muertes se habrían evitado, pero, a pesar de haber sido medidas adoptadas al producirse el incidente del año 1942, las mismas no se cumplían y allí estaban las consecuencias.

Una de las fallecidas fue Amelia Carrea, perteneciente a una familia de la ciudad de Mercedes, por lo que a la inhumación de sus restos en el cementerio local concurrieron numerosas personas por ser una persona «sumamente estimada por sus prendas morales y de carácter entre sus innúmeras amistades que lamentan profundamente su desaparición». 12

Las muestras de congoja eran de distinta índole, tomando por ejemplo el Hotel Brisas del Hum la decisión de adherirse al duelo suspendiendo la música y baile que tenía previsto para esos días, consciente de que toda la población estaba afectada y las víctimas merecían ese gesto de respeto.

Cuando el chofer del ómnibus Benito Oscar Gómez y el guarda Oscar Soto prestaron declaración ante el Juez Letrado, el primero manifestó que «el viaje desde Paysandú se había realizado normalmente sin que nada hiciera pensar que momentos más tarde le fallarían los frenos, agregando que momentos antes de subir el coche a la balsa intentó hacer uso de los mismos constatando que no respondían a sus requerimientos. Expresó que nada pudo hacer para evitar la catástrofe, dado que el vehículo venía ya con algún impulso, lo que unido a su peso, hizo reventar la cadena de defensa de la balsa y cayera al río.

Por su parte el guarda, Oscar Sosa adelantó que momentos antes de llegar al paso de Mercedes, hizo parar el ómnibus para que descendiera el inspector de la empresa Oscar Cergoglio y que más tarde, antes de entrar el vehículo en la balsa pidió al conductor Gómez que frenase, respondiéndole aquel que no tenía frenos».13

Estando chofer y guarda detenidos e incomunicados en Fray Bentos, donde el Juez le toma declaraciones, se conoce la noticia de que el peritaje técnico efectuado al ómnibus daba como resultado que los frenos funcionaban perfectamente, por lo que se estipula que «la falta de pericia o exceso de confianza de parte del conductor»14, fue la causa de aquella desgracia.

En los trabajos de investigación intervinieron el representante de municipio de Río Negro Sr. Silvio León Gadea, el Sr. Héctor Enrique Wilson por parte del Juzgado y el Inspector Municipal Raúl Cusso, elevando un informe dirigido al juez Dr. Julio Dieux pero del cual trasciende que sería desfavorable al conductor del ómnibus, atentos a que una vez que se sacó del agua, se lo hizo arrancar por espacio de 3 minutos, agregando que: «en ese lapso el coche fue conducido por la pendiente sita junto a la Comisaría, haciéndolo luego descender hacia la balsa realizándose de esa manera la misma maniobra que hizo Gómez el día de la tragedia.

En esta oportunidad los frenos respondieron perfectamente, siendo probado también el tanque de provisión de aire de esos frenos, funcionando perfectamente.

Los técnicos han llegado a la conclusión de que el conductor del ómnibus de la Onda, llegó a la balsa a una velocidad aproximada de 40 kilómetros, marcha ésta que consideran excesiva para ascender a la rampa de la balsa».15

En el peritaje, llamó la atención que el compresor del «Mercedes Benz» «estaban sin aire, lo que indica que al descender la pendiente el chofer utilizó el freno de pie y éste no le respondió quizás por una inexplicable falla que impidió al compresor la absorción de aire. Desde que ese motor tiene un sistema hidráulico, al no responder el freno de pie, lo mismo le hubiera ocurrido con el freno de mano.

Por otra parte, el coche estaba en 3ª con la palanca de fuerza engranada, único cambio que acciona a la velocidad que iba el coche cuando descendía la pendiente».16

La investigación también comprendió las declaraciones de pasajeros y del conductor de la lancha que remolcaba la balsa Miguel A. Guastavino y de su ayudante Julián Mora López.

Dentro del listado de pasajeros, no se había podido ubicar a cuatro de ellos cuyos nombres eran Genoveva Salsamendi, Carmelo Malgor, Elida Rodríguez y Juan Pasticilo, que posiblemente se retiraron del lugar pocos momentos después de ocurrir el suceso y sin declarar ante la policía.

Si bien en el rescate participaron también los pasajeros de otro coche de la «ONDA» que en esos momentos llegaba desde Fray Bentos, llamó la atención que a pocas horas de producido el accidente, al llegar otro coche proveniente de Paysandú a realizar el cruce del río, cinco pasajeros se negaron a descender del ómnibus al subir a la balsa, por lo que la prensa los denominó irónicamente como «valientes», agregando que también se los podría llamar «torpes o inconscientes».

Para el 4 de diciembre se anunciaba que el guarda había sido puesto en libertad, continuando detenido el chofer, atento a la responsabilidad que sobre el accidente se le venía investigando.

Por otro lado, los reclamos para la construcción de un puente se intensifican, pero dado el tiempo que demandaría una obra de tal magnitud y ante la necesidad urgente de dotar de mayor seguridad al cruce de vehículos sobre el Río Negro, el gobierno resuelve la construcción de autobalsas que resolverían favorablemente ese tema. Cabe mencionar que para la llegada de la primera autobalsa, fue necesario esperar cuatro años.

En cuanto al gobierno departamental de Soriano, también adopta medidas urgentemente, consistiendo las mismas en el siguiente reglamento:

«Visto y considerando que los hechos acaecidos recientemente obligan a las autoridades departamentales a tomar drásticas medidas que impidan la repetición de estos hechos cuyas consecuencias fatales repercuten hondamente en la sociedad dejando saldos profundamente dolorosos. A que si bien es cierto que todo lo que tiene atingencia con el tránsito público, servicio de transporte de pasajeros y cargas, como así también compete a Ejecutivo Comunal entender en todo lo relativo a puentes, balsas, etc. (Art. 35, In. 25. Apt. E y F Ley de Gobierno Departamental) no es menos cierto que con disposiciones combinadas entre Autoridades Departamentales, Municipales, Policiales y Marítimas, se puede tener la absoluta certidumbre que se han de encontrar los resultados que den la seguridad de cortar de raíces los descuidos o negligencias de los encargados de conducir los vehículos, como así de los responsables de las malas condiciones en que estos se pudieran encontrar el INTENDENTE MUNICIPAL, en uso de las facultades que le acuerda la Ley Orgánica de Gobierno y Administración de los Departamentos, DECRETA:

Art.1°) Es obligatorio el descenso de pasajeros de ómnibus o de cualquier vehículo que conduzca pasajes en el momento de vadear el río, quedando establecido que por ningún concepto podrán permanecer las personas dentro de los vehículos cuando ellos van a subir a la balsa, ni durante el pasaje del río.

2°) Será responsable de la infracción al Art. 1° la Empresa de Transporte como así también la Empresa de balsas, penándose la infracción con multas de $ 10,00 a $ 100,00 por primera vez, y de $ 200,00 en caso de reincidencia, quedando librado al juicio de esta Intendencia la aplicación de las sanciones municipales que no eximen de las responsabilidades civiles, que puedan corresponder en cada caso.

Art. 3°) Líbrese oficio a la Jefatura de Policía y Autoridades Marítimas locales requiriéndoles su colaboración para hacer efectiva estas disposiciones.

Art. 4°) Transcríbase a la Intendencia Municipal de Río Negro a los efectos de poner en conocimiento la resolución adoptada.

Art. 5°) El cumplimiento de esta disposición estará a cargo de la Inspección de Espectáculos Públicos y Anexos y el personal que se le asigne, quien deberá notificar de inmediato a quienes comprenda este Decreto.

Art. 6°) Insértese, publíquese y cúmplase.»17

Conjuntamente con el reglamento antes transcrito, el gobierno de Soriano aprueba otro destinado a la inspección de vehículos, tratando de atacar los puntos que el accidente ocurrido había dejado al desnudo, el cual, en su parte medular establecía lo siguiente:

«VISTA la necesidad de proveer el máximo de seguridad en el transporte de pasajeros, el INTENDENTE MUNICIPAL DE SORIANO, DECRETA:

Art. 1°) Declárese caducados todos los certificados extendidos por la Intendencia, a que se refiere el Art. 5° del Decreto 467, a los ómnibus o cualquier clase de vehículos que conduzcan pasajeros y que transiten por el Departamento, ya sean departamentales o interdepartamentales.

Art. 2°) Los vehículos de transporte de pasajeros que realizan servicios departamentales e interdepartamentales, podrán ser inspeccionados en cualquier momento por personal de este Municipio, a cuyo efecto están obligados sus conductores a detenerse y atender las indicaciones que en cumplimiento de esta disposición se le hiciere.

Art. 3°) Si de la inspección practicada a que se refiere el Art. anterior, surgiera constatación de deficiencia en el funcionamiento del vehículo, o presunción de que puedan producirse por el mal estado de alguna de sus partes, el funcionario inspector dispondrá el descenso inmediato de los pasajeros y su retiro de la circulación hasta que se hayan subsanado los inconvenientes, no pudiendo entrar en servicio sin la previa autorización por escrito dada por el personal municipal autorizado al efecto.

Art. 4°) La inspección técnica de los coches, comprenderá todas y cada una de sus partes, especialmente frenos, ejes, ruedas, cubiertas, trasmisión, dirección y aparatos de control, los que deben estar en perfectas condiciones de funcionamiento, sin lo cual, bajo ningún concepto podrán circular.

Mercedes, noviembre 29 de 1944. Dr. Rogelio C. Sosa – Intendente; Mario S. Andriolo - Secretario». 18

Las medidas fueron recibidas con beneplácito, publicándose en la prensa las notas que en su apoyo remitieron el Jefe de Policía y el del Resguardo de la Aduana, pero increíblemente, un par de semanas después del accidente, otro ómnibus corre peligro de caerse al agua en similares circunstancias: «A la hora 6 de la mañana realizando el servicio habitual venía de Paysandú el ómnibus de la ONDA N° 101. Según nuestros informantes el vehículo no pudo detenerse en la Comisaría del Paso para dejar la planilla del pasaje como es de orden y prosiguió su marcha a cierta velocidad. En vista de ello y antes de tomar la curva que hace la carretera para descender la pronunciada pendiente que conduce a las balsas, el chofer atinó a enfilar el ómnibus hacia las zanjas que existen antes de la Fuente Chaná, salvando así el pasaje alarmado de otro suceso que por su desarrollo llevaba miras de repetir al de hace tan solo quince días».19

Como ya se mencionó, para paliar la situación el gobierno dispuso la construcción e instalación en el cruce del Río Negro frente a Mercedes de la autobalsa, pero llegaría recién en 1948, pero el servicio de balsas se mantuvo hasta que en noviembre de 1963 se inaugura el puente sobre el Río Negro, pero con la particularidad de que el acceso Norte era provisorio, de madera y sin el terraplén que le daría la altura necesaria para no ser afectado por las inundaciones, por lo que en diciembre de ese mismo año se produce una creciente que tapa esa cabecera del puente, imposibilitando el tránsito, siendo nuevamente utilizadas las balsas en esa emergencia.

El primer ómnibus interdepartamental que cruzó el puente sobre el Río Negro, lo hizo el 6 de noviembre de 1963.

Incluso la estructura de madera era llamada «montaña rusa» por lo que algunas personas preferían no transitar sobre ella y seguían utilizando el servicio de las balsas, hasta que finalmente el 17 de enero de 1969 se inaugura la obra concluida del puente, desapareciendo aquel servicio por completo.

En la imagen superior, se observa una foto actual de la pendiente por la cual bajaban los vehículos para subir a la balsa y por la cual, el coche N° 139 de la ONDA, se precipitó sin frenos hasta caer al agua. Hoy no solo la vegetación ha cegado este antiguo pasaje que quedó en desuso al construirse el puente, sino que el río, en el lugar en donde el ómnibus cayó y se hundió, hoy se ha ido acumulando sedimento, por lo que la profundidad disminuyó drásticamente. En la foto inferior, el puente cuando aún conservaba la cabecera norte de madera, lo que prolongó de alguna manera la utilización de las balsas hasta que la obra se concluyó definitivamente.

 

REFERENCIAS

[1] “El Tiempo”, Mercedes, 11 de junio de 1942

2 “El Bien Público”, Montevideo, 20 de julio de 1940

3 “El Radical”, Mercedes, 21 de enero de 1943

4 “El Radical”, Mercedes, 28 de julio de 1944

5 “El Radical”, Mercedes, 10 de noviembre de 1944

6 “Acción”, Mercedes, 25 de noviembre de 1944

7 “El Tiempo”, Mercedes, 25 de noviembre de 1944

8 “El Tiempo”, Mercedes, 25 de noviembre de 1944

9 “El Radical”, Mercedes, 26 de noviembre de 1944

[1]0 “El Radical”, Mercedes, 26 de noviembre de 1944

[1]1 “Acción”, Mercedes, 10 de noviembre de 1944

[1]2 “El Día”, Mercedes, 27 de noviembre de 1944

[1]3 “El Día”, Mercedes, 28 de noviembre de 1944

[1]4 “El Radical”, Mercedes, 28 de noviembre de 1944

[1]5 “El Día”, Mercedes, 29 de noviembre de 1944

[1]6 “El Radical”, Mercedes, 29 de noviembre de 1944

[1]7 “El Radical”, Mercedes, 1 de diciembre de 1944

[1]8 “El Radical”, Mercedes, 2 de diciembre de 1944

[1]9 “El Radical”, Mercedes, 10 de diciembre de 1944

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