El Plan Ibirapitá nació en 2015 y fue pensado como una política de inclusión de los adultos mayores a un entorno cada vez más caracterizado por el uso de la tecnología. Las redes sociales, los programas de mensajería, la transmisión online y las plataformas de videos y música son solo algunos ejemplos de los cambios que ha tenido la comunicación y el consumo de productos culturales en los últimos años. El acceso a estas nuevas formas de comunicación y entretenimiento tenía al menos dos barreras; la barrera económica para el acceso a un equipo electrónico y la barrera del conocimiento, producto de una brecha digital que amenazaba con extenderse y profundizarse, aislando a una porción importante de la población.
En apenas 5 años se entregaron más de 250 mil tablets a jubilados y se realizaron más de 3.000 talleres de capacitación al momento de la entrega del equipo. También se realizaron encuentros y actividades para que las personas beneficiarias pudiesen ahondar en las potencialidades que ofrecía el equipo. Las asociaciones de jubilados y pensionistas fueron un pilar de este proceso, brindando el espacio físico para la realización de estas actividades. Para muchos adultos mayores, el Plan Ibirapitá significó su primer acercamiento a equipos electrónicos y a las posibilidades que brinda internet.
La nueva administración se propuso cambiar el Plan Ibirapitá. En primer lugar, pasó a depender de Banco de Previsión Social y no del Plan Ceibal. Luego, se trasladó a BPS el presupuesto y la base de funcionarios que trabajan en el plan. A pesar de ser la institución responsable, nunca el Directorio de BPS tuvo a estudio un plan estratégico para el Plan Ibirapitá. No se discutieron sus nuevos objetivos, sus nuevos énfasis ni las líneas de acción a seguir.
Sin embargo, esta semana se puso a consideración del Directorio de BPS una propuesta para modificar las condiciones de acceso al Plan. Se propuso aumentar la edad de acceso, siendo los nuevos beneficiarios los jubilados mayores de 65 años, en lugar de cualquier jubilado como era hasta ahora. Además, se planteó bajar el tope de ingresos para acceder al equipo. El nuevo límite de ingresos será 5 BPC (hoy $ 25.820) en lugar de las 8 BPC ($ 41.312) vigentes hasta esta modificación. ¿Cuál es el criterio por el cual un jubilado de 65 años puede acceder pero uno de 62 o 60 años no? Son parte de las preguntas que no tienen una respuesta lógica que no sea, disminuir el presupuesto destinado al Plan Ibirapitá.
Estas modificaciones permitirán re lanzar el Plan Ibirapitá y retomar la entrega de equipos, aunque a un conjunto más chico de jubilados. Luego de casi dos años y medio de paralización, sin entregar nuevos equipos ni realizar capacitaciones, esta decisión poner en marcha nuevamente las actividades. En este sentido, y con el ánimo de volver a impulsar una política tan necesaria, acompañamos en el Directorio de BPS la propuesta, aunque siendo muy críticos con los cambios propuestos y aprobados. No lo hicimos como forma de avalar el achique del Plan Ibirapitá, sino para volver a poner en funcionamiento una política que lleva tanto tiempo paralizada en perjuicio de los jubilados.
Entendemos que esta indispensable la continuidad de esta política, no solo de entrega de equipos sino de acompañamiento y capacitación. A pesar de esta nueva realidad, seguiremos buscando todos los caminos posibles para permitir que más adultos mayores sean incluidos en un programa que también tiene que ver con la calidad de vida de todos los jubilados.