(escribe Lic. Silvia Otero) Todos alguna vez nos hemos separado de algo o de alguien, de alguna situación, del vínculo con otro, de un trabajo al que queríamos y tal vez nos sentíamos pertenecientes a el, o del propio contexto familiar. Y qué decir cuando de una pareja se trata. Me refiero a una separación involuntaria, en tanto otro haya tomado la decisión.
Según el vínculo que sostuvimos, en función de relación de pareja, esta será como transitemos dicho proceso, si bien eso depende de las características y singularidades de cada uno de nosotros, ya que características hay como mentes y personas en el mundo. Pero lógicamente en dicho vínculo hay puntos en común, es decir generalidades, necesidad de compartir, afecto, amor o simplemente compañía, no interesa ya que toda elección es respetable, más allá de que al final eso sea positivo o no. Pero, ¿qué sucede “cuando se rompe la rama”?
Un pequeño recorrido histórico, nos dice que la cultura modifica las emociones, así como la forma de vincularnos ya que actualmente hoy podemos encontrar por ejemplo, parejas casadas conocidas por internet, y si bien no es el tema en cuestión, el decir “todo cambia” implica pensar en que los sentimientos obedecen a efectos y construcciones culturales.
Pero contextualicemos cuando en nuestra propia historia y durante la modernidad a principios del Siglo XX con 20 años había que estar casada y un abandono podría desencadenar desde la locura, hasta el suicidio. De hecho los conventos estaban bastante completos con chicas que habían sido abandonadas a las puertas del altar.
Nuestra cultura nos determina, en cuanto construcción y vivencia de emociones y respecto al tema pareja, siempre la separación implica un duelo.
Dicha situación sentida, vivenciada por la persona en cuestión, habrá tenido modificaciones históricas en cómo lo siente y en cuanto a valoración cultural, pero no en el sentimiento en sí, angustia es angustia y cuando uno se separa de algo o alguien que en algún momento eligió siempre transita las siguientes consecuencias, sentimiento de abandono, herida emocional, sentimiento de desvalorización, culpa por tal vez no haber hecho las cosas bien, y todo esto conforma el sentimiento de pérdida, con el consecuente duelo.
,¿Por qué surgen estos sentimiento? Los mismos se producen porque todas las personas depositan partes de sí en ese otro que en un momento eligieron como compañero de camino. Pero ¿qué significa que deposita partes de sí en ese otro?, pues que en un estado llamado por el psicoanálisis ENAMORAMIENTO se da un proceso de IDEALIZACIÓN en tanto uno esta “embelesado” por ese otro a quien eligió y por tanto considera tiene todos los atributos que para su “completud”, y considera necesarios.
Dicho estado con el tiempo si bien disminuye en intensidad, el vínculo continúa desde esa perspectiva, comenzando juntos a transitar el camino de la vida. Dicho vínculo es construido en función de lo que recibe de esa otra persona, y esto surge de los deseos inconscientes que deposita en él.
Ese otro pasa a ser una construcción de mis necesidades, de ahí el deseo de “completud”, el cual debería ser de complementariedad, pero dicho deseo es la raíz del dolor ante la ruptura. Pues, ese otro se va con mis partes, lo que yo en tanto fantasías deseos y aspiraciones en un comienzo deposité.
Si bien esto es la explicación psicológica bajémoslo a tierra. ¿Qué queremos decir, al usar la metáfora “cuando la rama se quiebra”?, es cuando ese otro al decidir partir nos deja sumergidos en el dolor y la angustia.
En esos casos la persona abandonada sentirá disminución de su autoestima, desvalorización porque la mirada de ese otro era lo que la completaba. Surge entonces como consecuencia la angustia, tal vez en algunos casos, (no en todos) la antesala de la depresión.
La pérdida de un ser amado, de un trabajo querido, cumplió su función, la de revalorizarme, mientras estuvo formando parte de nuestra vida y cuando por alguna razón la pérdida surge, ésta se instituye y nos atraviesa produciendo crisis en la vida cotidiana, quebrándonos en lo más profundo de nuestra personalidad.
Dependerá entonces de la fortaleza que tangamos a nivel de personalidad el cómo se transite dicho proceso; a más dolor y angustia más riesgo de desvalorización, autodepreciación, inseguridad y tal vez culpa.
Lo que importa es que hay un hecho al cual nos estamos refiriendo; la separación y el consecuente duelo; y lo que emocionalmente padece quien no fue quien lo decidió. Cuando dos personas se separan quien haya tomado la decisión sufrirá en algún momento la ausencia, porque se trata de que luego de la separación comenzará el duelo y habrá que elaborarlo. Solo que en mucha menor medida.
La cultura nos atraviesa, nos determina y nos construye, a principios del Siglo XX una joven de 20 años debía estar casada, no obstante en la actualidad nos encontramos derribando la sociedad patriarcal y así es la sociedad, una formación y construcción en constante evolución, es decir transformación y cambio. Pero dolor es dolor y eso no se transforma.
La aclaración histórica tiene la finalidad de que se comprenda que por más que en la actualidad una separación no implique un sentimiento de vergüenza como antaño, hay elementos emocionales que indistintamente en cada uno se hacen presentes en forma de angustia.
En ese vínculo que una vez fue elegido, al darse la ruptura en una pareja surgen los elementos que nos atraviesan, producto del dolor y la angustia que dicha separación genera.
El origen del dolor denominado sentimiento de pérdida radica en perder aquello que era necesario para la persona como parte de su vida.
Con la partida queda afectado su sentimiento de autovaloración.
Cuando el momento de quiebre, por el motivo que sea, se hace presente, uno deja ir a ese otro, pero con él se van esos aspectos de mi persona dando origen allí el proceso de DUELO. Se da inicio al dolor por la pérdida, cuando se hace presente es decir consciente el sentimiento de abandono.
Cada vez que una ruptura se produce no importa de qué lado surja esta, será vivenciada con dolor, angustia.
Aún por el propio integrante de la pareja que propuso tal separación, porque en un momento ese otro de quien decide alejarse formo parte de su vida, ese es el dolor que se hace presente.
Y el que queda, el doliente sufrirá DUELO, no solamente por ese otro que ya no está, sino por las carencias que se avivan en él.
Ese otro al fin y al cabo nos complementaba o completaba según la vivencia de cada uno.
Solo queda elaborar el duelo, sufrirlo para revalorizarnos en ese tiempo de soledad que debemos darnos, en lo posible no revincularnos con otro hasta sanar, elaborar y dejarnos acompañar por ese sabio y viejo amigo, el tiempo, porque al fin y al cabo la vida emocional es así.