(escribe Lic. Silvia Otero) El tema SOLEDAD Siempre ha despertado algún debate, hoy les traigo ambos enfoques relacionados, psicológico y filosófico.
La soledad ha sido una enemiga en la pandemia, pero en general aquella ha sido temida por la mayoría de los seres humanos.
El temor a la soledad es uno de los mayores a los que los seres humanos nos enfrentamos, se ha visto mayormente cuando uno hace balances en la vida, balances que hacemos cuando estamos en determinado momento de nuestra madurez.
Y entonces surgen las interrogantes ¿Qué pasa con aquellos que no han logrado formar una familia, con quienes no socializan, no se vinculan mayormente? Pues hasta hora nada, porque cuando la soledad es elegida funciona como un elemento de creatividad y de encuentro con uno mismo.
Pero no en todas las personas funciona así, las emociones se entremezclan y esta señora soledad se transforma en un enemigo que deja sabor amargo agudizándose con el correr del tiempo.
Sentirse solo, estar solo, ser solo, son acepciones en enunciados diferentes. De hecho, existimos muchas personas a quienes nos gusta la soledad.
Pero dicha temática tan delicada por cierto luego o en pandemia tomó otro curso, uno casi aterrador que pudo haber sido en muchos casos algunos de los tantos motivos del aumento de taza en suicidios. Asi como también causante de la mayoría de los casos de depresión.
Los domingos inclusive tienen esa particularidad, la de producir ese efecto en aquellas personas que se sienten solas, es la tan llamada depresión del domingo.
Es ahí cuando ésta, la soledad parece tomar más cuerpo y se hace entonces presente en todo su triste esplendor.
Soledad de la mano con desesperación.
Culturalmente pienso que la compañía de otro está sobrevalorada, el hecho de tener a alguien a mi lado no implica que no me sienta sola o que ese otro aporte en algún aspecto al mundo emocional y afectivo de mi vida.
Repensar desde qué lugar nos elegimos, implica repensar los vínculo. ¿Queremos de verdad estar con ese otro a quien elegimos? ¿O necesitamos estar junto a esa persona por no estar solos?
Es un proceso de reflexión e introspección que invito a realizar porque descubrirán cuántos se buscan afanosamente por simplemente tener compañía. Allí no cabría un verdadero acto de elección, de una elección basada en la complementariedad, sino desde la búsqueda de la necesidad de completud. Entonces elegimos sintiéndonos carentes. Porque no nos damos tiempo a sanar o revalorizarnos.
Complementariedad o necesidad de completud nos coloca en lugares muy diferentes que hace que ese otro a quien incluimos también lo coloquemos en un injusto lugar. Ambos aspectos son opuestos.
El estar por estar hace que solo pues me encuentre con otro, pero no me vincule, simplemente obtura mi carencia de afecto, mi necesidad.
Ustedes pensaran, pero, ¿no se trata de eso la elección? Pues no, ya que ese otro no debe completar sino complementar, por tanto la soledad no escogida sino impuesta por situaciones de la vida muchas veces puede colocarnos en esa situación, busco por el mero hecho de no estar solo. Busco pareja porque estoy cansada de estar sola, se verbaliza por ahí, dejando en claro que ese otro llegara no con el valor que en sí mismo dicha persona merece.
Pues debemos de buscarnos desde el complemento, desde lo que yo pueda aportarle a ese sujeto y de lo que me puede aportar a mí, en tanto en medio de mí enriquecida vida y no por necesidad vivencio y elijo.
La búsqueda de compañía desde el acompañamiento es un acompasar y compartir, lo cual está muy alejado a elegir por necesidad de completud.
Elegirse en tanto amigos, pareja es entender que el propio mundo de cada uno de nosotros previamente debe estar enriquecido, amar la soledad como primera instancia significa aprender a estar con uno mismo, en alegrías o con fantasmas para luego valorar a esa otra complementariedad y tomar si de brazos abiertos aquello que él o ella tienen para ofrecerme y que al mismo tiempo y desinteresadamente desde el mundo de los afectos podre entonces retribuir.
Pensemos que en cada uno de nosotros habita un mundo, un mundo interno, desde donde damos lugar a aquellos que son elegidos por verdadero afecto y no por necesidad.
Si esta etapa no está elaborada incurriremos en ser afanosamente dependientes emocionales y el otro no tendrá al final del camino el valor que merece.
Vincularse es comprender, entender al otro, pero para eso primero debemos caminar con nosotros mismos, elegir cuando nuestra autoestima esta ya valorada, elegir cuando precisamente no necesitamos elegir, es decir cuando ya sanamos .
No temer a la soledad cuando ella esta, ya que es entonces cuando ella se transforma y cobra brillo en tanto verdadera oportunidad de crecer con uno mismo.