(escribe Lic. Silvia Otero) Hace unos días llego a mis manos una carta anónima, a su vez entregada al azar, la misma decía “ante la idea del suicidio siempre hay una salida”, ¿porque llego a mí?, porque se están formando organizaciones y colectivos que están comprendiendo que sin un trabajo así no es posible captar a estos seres sufrientes y entonces el desenlace puede ser mortal.
Hay una salida, la red de contención familiar o de quienes lo rodean se encuentra a su lado aunque ellos sufrientes en extremo no puedan visualizarlo.
Lo que sienten es llamado en psicopatología “perseguidor interno”, pero nos hemos detenido a pensar ¿qué siente quien toma tan extrema decisión?
El sentimiento que atraviesa a la persona es la angustia, extrema, limite, visión de túnel, no hay salida. Así lo visualizan, así lo sienten, pero si la hay y es lo que debe quedar claro en este artículo.
Pero debemos trabajar para que sientan que si deben pedir ayuda, que hablar, llorar, gritar, no es herir a quienes nos rodean sino todo lo contrario. Saber que quienes están allí, a nuestro lado están dispuestos a dar todo el apoyo necesario, porque el intento o acto de suicidio viene encadenado resultante de una profunda depresión.
Pocos casos se saben y se conocen sobre el suicidio, pero en algún momento nos preguntamos ¿por qué’? Porque el suicidio es vivido por las victimas como la salida más aliviante pero por sus familias como un estigma.
Luego de la pandemia la tasa de este cruel flagelo aumentó considerablemente. Soledad, sentimiento de abandono, múltiples fueron los factores que según la persona lo afectó hasta dicho extremo. Sobre todo en franjas muy opuestas, adolescentes y ancianos.
Parece que vivir para estos dolientes ya se había vuelto una realidad obviamente insoportable, y la ayuda era extremadamente necesaria, no obstante no era visible para ellos y ella está, solo que, el potencial suicida calla, sumergiéndose en el más absoluto de los silencios, deseando solamente terminar con todo, y todo se resume a su propia vida.
Dicha angustia, la misma que lo carcome por dentro, lo lleva a un extremo que es su propio límite y dicho límite ya es el final.
Siente que no hay salida, pero si la hay, siempre la hay, solo que no es visible para quien padece tal grado de desesperación. El potencial suicida, calla, mientras se consume por dentro y no habla porque cree que puede dañar, es por eso que debemos educar en que debe verbalizar aquello que siente, y que su familia es la red de contención necesaria para enfrentar tal cruel desafío.
Muchas organizaciones trabajan en pro de poder captar al potencial suicida sin embargo el único que parece ser responsable y puede pedir ayuda es EL mismo, quien esta paradójicamente sumido en ese acto macabro de desesperación.
Entonces, las posibilidades que tenemos para que esto se conozca, para que aquellos quienes sienten tal nivel de sufrimiento puedan saber que pedir ayuda es la única salida, es la transmisión de información.
Esa carta tan importante que hace días llego a mis manos , me hizo pensar más que nunca en que la sociedad se está solidarizando con este hecho tan extremo como desolador, de que la sociedad se está concientizando.
Dichas personas escriben cartas entregadas al azar, y puede caer en el preciso momento en que esa persona que la recibe la necesita.
Concientizar, educar, informar, desnaturalizar, sacarle el velo que hace invisible lo visible, es el único acto que nos queda. El detonante puede ser cualquiera y cuando ya lo tiene pensado es muy difícil que se eche atrás, es por eso que la información debe circular y que todos quienes en algún momento atravesaron esta situación deben saber que pedir ayuda es lo mejor que pueden hacer, no solo por ellos mismo sino por quienes los aman.
Si bien hay una ciencia que se denomina SUICIDOLOGIA, surgiendo en México, parece que no da el resultado esperado, habrá que trabajar más entonces, trabajar ardua y desesperadamente para que este mensaje pueda llegar a aquellos que lo necesitan y rogando a Dios que no sea demasiado tarde.