La actual democracia “es una construcción netamente uruguaya en términos políticos”, basada en la negociación entre los Partidos, dijo Daniel Corbo. Días pasados Daniel Corbo presentó en Mercedes su libro “Cómo se construyó la democracia 1897-1925. Los pactos fundacionales de nuestra democracia pluralista”. En esa oportunidad dialogó con @gesor Corbo se refirió a esa génesis del actual sistema político uruguayo, en los primeros años del Siglo 20, tras el militarismo y las revoluciones que atravesó el país, y que terminó desembocando en el actual sistema constitucional que nos rige. Y mirando hacia el futuro expresó “espero que el proceso político haga entender a los actores que se requiere cruzar a la vereda de enfrente y tratar de arreglar cosas. Porque de eso se trata la política, es negociar con el que piensa distinto”.
Afortunadamente hoy con varias décadas de democracia encima, nadie duda que la democracia en Uruguay está consolidada. Pero no fue un proceso fácil. ¿Cómo fue ese proceso entre el siglo 19 y el 20?
-“Fue muy interesante porque fue el pasaje de la lucha en las cuchillas a la lucha en las urnas, y eso requirió de alguna manera a través de décadas de confrontación de los partidos que dirimían la expresión del país, que eran los blancos y los colorados, requirió llegar a un entendimiento, a un pacto fundacional de la democracia. Llegar a un nuevo contrato que establecía de alguna manera las garantías electorales, el voto secreto, la representación proporcional , una desconcentración del poder, autonomías municipales, entes autónomos, todo lo cual descentralizaba el poder. Y eso requirió un entendimiento entre los dos partidos que luego continuó durante muchos años en el sentido de construir un edificio electoral que diera garantías a todos.
En 1924 y 1925 se elaboraron tres leyes electorales donde está la creación de la Corte (electoral) y todo el edificio como procedimientos en las elecciones, garantista de las elecciones. Los partidos se propusieron evitar todas las hipótesis posibles de fraude electoral que era un gran mal en el país porque eso desnaturalizaba la República”.
Una práctica que ellos mismos fomentaban en las décadas anteriores.
-“Sí, obviamente. Pero llegó un momento que advirtieron que no había otra forma de caminar ene l desarrollo del país sin un entendimiento, y sin encontrar una forma de pacificar la política. Y la política se pacificó con estar normas. La Constitución del 17 es la que crea el modelo de democracia pluralista y consensual del Uruguay. Las leyes del 42 y el 25, todo su edificio electoral garantista; y después hay un entendimiento de que todas las normas que hacen a las reglas de juego del sistema requieren una mayoría especial, para que no haya un solo partido que pueda cambiarlas. Porque había sido práctica de que al llegar las elecciones se cambiaban las reglas electorales beneficiando siempre al partido oficialista. Entonces con ese mecanismo que estaba en la Constitución se estableció que se requerían entendimientos de los dos partidos. El acuerdo de los dos partidos, por lo menos, para cambiar las reglas de juego del sistema electoral y del constitucional. Esto significa que tenemos que sentarnos a entendernos, a conciliar, a acordar los puntos de vista”.
¿Esa construcción es netamente uruguaya o tiene alguna concepción anterior? ¿Algún modelo anterior?
-“Es una construcción netamente uruguaya en términos políticos, porque la forma en que se llegó a esa solución es muy uruguaya. Es la idea de la política como negociación, como la búsqueda de entendimiento. Ciertamente el modelo institucional tiene precedentes en Estados Unidos donde hay una serie de mecanismos de contralor que van más allá de la separación de poderes, de los tres poderes clásicos, judicial, ejecutivo y parlamentario, para establecer una serie de mecanismos que significaban que unos organismos controlan a otros o hacían un contrapeso para que nadie tuviera demasiado poder. Y la otra cosa fue la institucionalización de la co participación , que fue de esencia básicamente nacionalista que buscó siempre la idea de que el país requería que todo los que tenía expresión política formaran parte de la conducción pública. Esa co participación se dio por ejemplo en el Poder Ejecutivo, con un Consejo nacional de Administración, se dio en los Entes autónomos, porque eran Consejos colectivos. Se dio en las organizaciones municipales, que también eran colectivos, y ahí estaban sentados los dos partidos, e incluso otros partidos.
Eso hizo que se tuvieran que entender, porque tenían que trabajar juntos y gobernar juntos. Y eso sí es netamente uruguayo”.
Más allá del papel que jugaron los grandes líderes José Batlle y Ordoñez y Luis A. de Herrera. ¿Quiénes otros fueron actores fundamentales para esa construcción?
-“Me parece que del Partido Nacional toda la visión del diseño institucional es de Martín C. Martínez, que jugó un papel clave en todo el proceso; y en el Partido Colorado creo que es importante, luego que el batllismo pierde el 30 de julio de 1916 la elección de la Constituyente. La primera vez que se aplica el voto secreto, el batllismo pierde; y lo importante es que admite que perdió. Entonces allí hay un cambio de posicionamiento y el presidente (Feliciano) Viera tiene mucha importancia en buscar los entendimientos, el buscar pasar a la otra vereda para entenderse con el otro, porque dice, no podemos prescindir de esta otra mitad. Pero eso también venía preparado por gente como (José Enrique) Rodó que le decía a una bancada colorada, si queremos hacer democracia no podemos prescindir del Partido blanco que es la mitad del país. Ellos son huesos de nuestros huesos, son carne de nuestra carne, y no hay posibilidad de hacer democracia si no estamos unos y los otros. Ese entendimiento fue muy importante”.
Y en este Siglo 21 que está mucho más partidizado, más partido en más Partidos, ¿se entiende esa concepción?
-“Espero que sí, porque es clave en la historia del Uruguay. De hecho si uno lo mira hay dos mitades que dividen el país. Una mitad que son partidos de izquierda que están unidos en un lema electoral que es el Frente Amplio, y ahora una coalición de gobierno que reúne a los otros partidos que no están con la izquierda. Están las dos mitades otra vez. La idea es si vamos a jugar a generar una fractura, a aumentar la división, a polarizar, cuando lo hicimos en la década del 6o y principios del 70 nos fue muy mal, o si vamos a tratar de construir juntos un mejor país. Esa es la clave. Yo espero que el proceso político haga entender a los actores que se requiere cruzar a la vereda de enfrente y tratar de arreglar cosas. Porque de eso se trata la política, es negociar con el que piensa distinto. Es fácil negociar con el que piensa igual, lo importante es negociar con el que piensa distinto; y eso lo muestra la historia. Un Luis Batlle arreglaba con Luis Alberto de Herrera; era la única manera de sacar el país adelante”.