(escribe prof. Alejandro Carreño T.) Parecía que era sin retorno. Que no renacería de las cenizas como el Ave Fénix. Pero renació y retornó a la arena política brasileña. Luiz Inácio Lula da Silva, el exdirigente sindical y expresidente de Brasil, es un viejo zorro de la política del gigante latinoamericano. Un hombre curtido en luchas presidenciales (la que enfrentará el 2 de octubre de este año ante el actual Presidente Jair Bolsonaro, es su sexta batalla por el Palácio do Planalto, sede del Gobierno brasileño). De las cinco anteriores perdió las de 1989, 1994 y 1998, y ganó las de 2002 y 2006. De vencer ahora sería, en consecuencia, su tercer mandato presidencial.
Pero no fue fácil para el viejo exsindicalista volver a la siempre compleja disputa electoral. No debe olvidarse que estuvo 580 días en prisión acusado de corrupción durante la investigación anticorrupción denominada “Lava Jato”, lo que le impidió disputar las elecciones de 2018. Finalmente la Corte Suprema anuló las dos sentencias que coartaban sus derechos políticos y por las que estuvo preso. Lula acusó conspiración política para impedirle, precisamente, que se presentara en esas elecciones electorales. Como sea que haya sido, lo cierto es que ahora, con sus 76 años a cuestas, se prepara para una nueva contienda electoral.
¿Cuáles son las posibilidades reales que tiene el expresidente de llegar nuevamente a vivir en el Palácio da Alvorada, residencia oficial de los presidentes brasileños? Si nos remontamos a diciembre del año pasado, el triunfo de Lula era carrera corrida, pues arrasaba con Bolsonaro en todas las encuestas. De acuerdo con la agencia de noticias France Prense, la popularidad del Mandatario pagaba el costo de su pésimo manejo de la pandemia (664.000 mil muertos hasta ahora), el altísimo desempleo (doce millones), inflación galopante y como consecuencia de lo anterior, el aumento de la pobreza.
Tanto así, que en el sondeo de mediados de diciembre realizado por el Instituto Data Folha Lula aparecía con 46% de la intención de voto del electorado y Bolsonaro con solo el 22%. Sin embargo las encuestas comenzaron a mejorar para el exmilitar, y las de abril lo muestran con diferencias porcentuales bastante menores. De acuerdo con el estudio realizado por el Banco de Inversiones BTG Pactual y el Instituto FSB Pesquisa, Lula obtendría en primera vuelta 41% y Bolsonaro 32%; en cuanto que en la segunda vuelta, Lula obtendría el 52% y Bolsonaro 37% (Fuente: Radio M24, Montevideo y Misiones).
Sin embargo, a fines del mes pasado una encuesta de Poder Data lo ubicaba a solo cinco puntos de Lula (41% y 36% respectivamente, según el diario La Tercera del viernes 7 de mayo). Y, de acuerdo con el mismo diario chileno, en las regiones sur, sudeste y centro-oeste, con cien millones de electores, Lula y Bolsonaro estarían empatados. ¿Razones de esta alza bolsonarista? Los politólogos brasileños señalan básicamente la salida del juez Sergio Moro y la capacidad de Bolsonaro de crear “un clima político” que mantiene polarizado al país.
Pero Lula también ha colaborado, y mucho, con la recuperación de su rival. Errores políticos como el de lanzarse en picada contra el mundo evangélico, una fuerza electoral poderosísima, pidiendo la legalización del aborto. O diciendo que en el conflicto ruso-ucraniano “no hay una sola persona culpable” y su histórico apoyo a las dictaduras de Ortega-Murillo, Cuba y Venezuela, le han pasado la cuenta. La incontinencia verbal del expresidente que lo lleva a declaraciones contraproducentes, termina por perjudicar su imagen no solo política, sino también humana.
Serán cinco meses de campaña sin tregua de ninguna parte. Ambos candidatos tienen lo suyo para un lado y para el otro del espectro valórico. Ambos con sus atributos y sus limitaciones políticas y personales. Es cierto que el Presidente Bolsonaro ha remontado desde enero, pero no menos cierto es que nunca un candidato-presidente había tenido, como él, un rechazo cercano al 50% para un segundo mandato. También es cierto que muchas veces las encuestas suelen ser “pan para hoy y hambre para mañana”, para los políticos ilusionados con ellas.
Pero Lula es un animal político. Un soldado de muchas batallas, de muchas heridas y también de muchos triunfos, como su propia superación personal que lo llevó de ser un dirigente sindical metalúrgico, sin mayor instrucción, a Presidente de la primera nación de América Latina y una de las economías más fuertes del mundo.
Un personaje planetario al que la prestigiosa revista Time en su última edición, lo presenta en su portada con esta leyenda: “Lula’s Second Act: Brazil’s most popular leader seeks a return to the Presidency”. Y lo da como ganador en los comicios de octubre siguiendo la ola de las encuestas.
Sí, Lula ha resucitado políticamente. Que no muera nuevamente, y ahora para siempre dada su avanzada edad, dependerá de lo que digan las urnas el próximo 2 de octubre.