(escribe, prof. Alejandro Carreño T) El dictador Nicolás Maduro se suma a la larga lista de dictadores latinoamericanos que hicieron historia por sus crímenes y acciones propias de saltimbanquis. En el discurso que pronuncia al recibir el Nobel de Literatura de 1982, La soledad de América Latina, Gabriel García Márquez nos recuerda algunos de estos dictadores. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia”, comenta García Márquez, y describe los actos demenciales de cada uno de ellos, absurdos y esperpénticos, para ser consagrados en los libros sobre la estupidez humana.
De los varios ejemplos descritos por García Márquez, nosotros ilustramos esta columna solo con algunos de ellos, pues el lector puede encontrar fácilmente su discurso en Internet. El tres veces dictador mexicano, general Antonio López de Santana, hizo enterrar “con funerales magníficos”, su pierna derecha perdida en la Guerra de los Pasteles. En cuanto que el general salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez que creía estar iluminado por la divinidad (todo un teósofo), asesino de 30 mil campesinos, inventó un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, y cubrió con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina.
La locura de los dictadores y sus secuaces campea en nuestra América Latina. También lo esperpéntico. A esta lista, limitada ciertamente, de nuestros gobernantes absolutistas, pero que el lector puede aumentar fácilmente, se suma la del dictador venezolano Nicolás Maduro. Sus muertos, torturados y encarcelados aún se desconocen, pero sus palabras y acciones si son conocidas por su consagrada idiotez (la RAE reconoce cinco acepciones para el término “idiota”). Todas ellas describen con asombrosa exactitud a Nicolás Maduro.
La última necedad de Maduro, el video caricaturesco que lo representa, SUPERBIGOTE Y SU MANO DE HIERRO, que la televisión venezolana se solaza en presentar a cada rato, me imagino que para la tortura de su pueblo (https://www.biobiochile.cl/noticias/sociedad/curiosidades/2021/12/02/super-bigote-la-caricatura-de-nicolas-maduro-que-lucha-contra-opositores-y-el-imperio-americano.shtml), lo sitúa a la par de las imbecilidades de sus antecesores que pueblan la bitácora latinoamericana. Pero Maduro ya nos tenía acostumbrados. Basta solo recordar “su pajarito”. El “pajarito chiquitico”, que era Hugo Chávez, que se le apareció y “lo bendijo” al iniciar la campaña presidencial de 2013: 'hoy arranca la batalla. Vayan a la victoria. Tienen nuestras bendiciones. Así lo sentí yo desde mi alma".
Se comunicaba con el pajarito a través de silbidos, se lee en el diario ABC del 2 de abril de 2013. Maduro ha sostenido que al orar este martes por la mañana en una pequeña capilla católica de Barinas y al encontrarse totalmente solo, apareció el ave, con la que se comunicó con silbidos. "De repente entró un pajarito, chiquitico, y me dio tres vueltas acá arriba", ha dicho señalando su cabeza e imitando un aleteo”. Y continúa el relato de Maduro: "el pájaro se paró en una viga de madera y empezó a silbar, un silbido bonito. Me lo quedé viendo y también le silbé, pues. 'Si tú silbas yo silbo', y silbé. El pajarito me vio raro, ¿no? Silbó un ratico, me dio una vuelta y se fue y yo sentí el espíritu de él", de Hugo Chávez, ha remarcado (https://www.abc.es/internacional/20130402/abci-maduro-pajaro-chavez-201304022006.html).
El pajarito se le apareció nuevamente al año siguiente y le dijo que Hugo Chávez “está feliz y lleno de amor de la lealtad de su pueblo”. Pero le dijo que “no compartiese con nadie tal revelación”, así que les pidió a los asistentes que no le dijesen a nadie (diario El Mundo, 29 de julio de 2014, https://www.elmundo.es/internacional/2014/07/29/53d72c22268e3e71238b456c.html). ¿Tiene límites la estupidez de Nicolás Maduro? ¿O es insondable?
El SUPERBIGOTE, como es de suponer, lucha contra sus oponentes venezolanos y su enemigo de siempre “el imperio americano”.
Muchas veces me he preguntado la razón del porqué la Historia o Dios se han ensañado con nosotros, latinoamericanos, poblándonos de dictadores y dictadorcillos grotescos, pero asesinos, y la respuesta la encuentro en nosotros mismos, en nuestra incapacidad histórica de ver más allá de las palabras con suelen engatusarnos los políticos polutos y embaucadores.
Lamentablemente, los latinoamericanos solemos escoger a cualquiera para que nos gobierne y abra el camino a estos personajes diabólicos y caricaturescos como Nicolás Maduro.