Si al caer la tarde de este 5 de enero, comencé a juntar el pasto, llenar un recipiente con agua y dejarlo al lado de los zapatos, puede ocurrir el milagro que pasen los reyes?
Y si miro el cielo estrellado con obsesión, será que los veré de nuevo, sentados en sus camellos como cuando era niño?
Y ya pasada la medianoche, cuando me acueste cansado de esperarlos... vendrá mi vieja a darme un beso en la mejilla y decirme al oído, duerme tranquilo, algo van a traer...
Y al amanecer escuchar el pique contra el piso de la pelota de plástico de mis hermanos mayores, ver el camioncito de madera del más chico y las muñecas de trapo de mis hermanas.
Y sería feliz, si me dejarán de nuevo, mi caballito cabeza de plástico y el palo de escoba.
Para cabalgar sin apuro en el tiempo lejano cuando desconocía las lágrimas, la soledad y las tristezas...
Y si no es mucho pedir, queridos reyes magos, que mañana al despertarse, a los niños más humildes nos les falten tus regalos.
Para que sus sonrisas inocentes se reflejen en las pupilas de sus madres y ellas puedan protegerlos sin que nadie les haga daños.
Y si no es mucho pedir, queridos reyes magos, detengan el tiempo en ese instante.
Congelen la imagen de un niño mostrando el juguete para su madre.
Para que nunca sepan el sacrificio que hicieron sus padres, para verlos reír felices el día de reyes magos...
Artigas Osores