No es la hija biológica de Julio, pero él es padre. Un humilde laburante empleado municipal que cumple todos los requisitos que un hombre que la ama como si fuera verdaderamente su hija.
Su madre, una guerrera funcionaria de INAU.
A los cinco años, pusieron con mucho sacrificio a Valentina en un colegio privado, porque pensaban darle una mejor educación.
Pero la niña, fue solo dos meses y pidió que la cambiaran a la escuelita de su barrio, dónde iban sus pequeñas amigas y de su clase social.
Ahí ella se sintió más cómoda, la túnica blanca y la moña azul, que identifica los alumnos de la escuela pública uruguaya, la que no hace diferencias económicas, ni sociales, le daba la seguridad y la felicidad de estar entre sus pares.
En la salas de aulas de la escuela 46 del barrio Cerro de Mercedes, donde asisten los niños de uno de los barrios más humildes de la ciudad, en esa escuela, Valentina vivió sus días más felices...
La vieja escuela del Lazaretto, cómo se le llamaba antiguamente y que lleva el nombre de Serafín Rivas Rodriguez, en homenaje al médico español que usó su casa, que hoy es la escuela, como hospital para atender los más humildes a fines del siglo IXX, contagiados por la epidemia de cólera.
Ese edificio, cuenta una historia de solidaridad y compromiso humano, historias y memorias de los miles de alumnos de origen humilde, que pasaron por los bancos de la vieja escuela vareliana.
Hoy de tarde, Valentina terminó la escuela y el año que viene irá al liceo.
Su PADRE Julio, (sí, con mayúsculas!!!) emocionado fue a buscarla a la salida de la escuela.
Adornó la vieja carretilla que usa para hacer las changas fuera de su horario de trabajo, le puso un cartel y la esperó en la puerta.
Otros padres que también fueron a buscar felices a sus hijos, los miraban extrañados por su actitud.
Un padre emocionado y loco por los logros de su hija.
Valentina, le dio como siempre un beso en la mejilla, miró su padre con ternura y una sonrisa pura.
Se subió orgullosa a la carretilla y viajó con sus sueños de niña, las dos cuadras que la separan de su casa...
Artigas Osores