
La explotación sexual a niños, niñas y adolescentes se registra en el país, muchas veces mediante actos naturalizados por la práctica desde hace varias generaciones, pero “tenemos que saber que eso no es natural, que eso es un delito, produce graves daños y deja secuelas para siempre”, dijo la Dra. Milka Da Cunha de la ONG El Paso. En una situación de la cual el adulto siempre es el responsable. La Dra. Da Cunha estuvo en Mercedes reuniéndose con el equipo técnico de INAU con quienes desarrollaron un taller para jóvenes de Mercedes y Dolores, oportunidad en la cual dialogó con @gesor.
“La estadísticas internacionales indican que la mayoría de las víctimas son niñas, pero no significa que no haya un número importante de niños”, comentó la Dra. Milka Da Cunha. Pero en base a una investigación de Interpol “cuando las víctimas son niños, los abusos sexuales son más graves. Tenemos ahí una paradoja, la mayor parte son niñas, los más graves son en niños”.
Más adelante agregó “hay alguien que gana con esa explotación, el niño obviamente que no. La víctima no necesariamente está enterada de eso. Puede saber que hay un intercambio, por ejemplo el material abusivo es cuando se lo filma. A eso judicialmente llamamos pornografía. El niño ni siquiera sabe que esa foto se vio”, pero alguien está comercializando ese material y “está ganando con eso”.
Más adelante la Dra. Da Cunha puso como ejemplo otra forma de explotación sexual como lo son los matrimonios o parejas arregladas, donde niños, niñas y adolescentes son llevados a esas relaciones “con una gran diferencia de edad con su pareja”. Allí también se registra otro fenómeno, como lo es el de la naturalización social. Algo que todavía se registra en el país. “En realidad esa convivencia se da porque hay alguien que se beneficia, y se está usando las necesidades insatisfechas de ese niño, niña o adolescente”.
También otra forma de explotación hacia niñas, niños y adolescentes se registra con “lo que llamamos retribución o promesa de retribución, que es otra modalidad”. No solamente por parte de quien paga a cambio de algo sino “quien promete pagar por un acto sexual”. Acotando “tenemos que decir que esto nunca es responsabilidad de los niños, niñas o adolescentes. Los adultos son los que manejan la situación”.
¿Cómo están incidiendo los fenómenos sociales que están ocurriendo en el país? Uruguay desde hace unos años está experimentando inmigración desde otros países, y sumado a eso grandes emprendimientos fabriles que concentran un número importante de personas en lugares donde no había población. ¿Cómo incide eso en este tema?
-“Eso incide muchísimo. Esos niños, niñas y adolescentes migrantes posiblemente se han quedado sin redes, entonces tenemos que formar redes a través de ellos. Y los grandes emprendimientos traen un dinero que la zona local no está acostumbrada, sumado a un Uruguay que hoy está con más necesidades insatisfechas, porque mismo la pandemia ha generado una crisis económica importante. Entonces ahí se da un desbalance y una nueva desigualdad: el mundo adulto y el mundo del niño. El dinero en una comunidad donde escasea; y la transformación del niño, niña o adolescente como una moneda de intercambio. Sumado a la gran naturalización, vender el cuerpo de un niño, niña o adolescente se transforma en una moneda de intercambio. Pero tenemos que saber que eso no es natural, que eso es un delito, produce graves daños y deja secuelas para siempre”.