Hace mucho tiempo quería escribirte algo, no porque considere que lo haga bien. Si no, porque lo que expreso me nace del corazón, del alma, son mis más puros sentimientos y no sé escribir de otra forma.
Era niño, criado suelto por las calles de mi barrio y su padre pasaba por la vereda, me daba la mano o me decía cariñosamente, vení conmigo.
Entraba a su casa y anunciaba con un grito de alegría mi llegada "mirá quien vino a visitarnos" y su esposa secaba sus manos en el delantal y me miraba con dulzura y depositaba un beso en mi mejilla.
Tendía el mantel floreado y servía en la mesa seis platos, para su esposo, sus tres hijos adolecentes, para mí y para ella.
No recuerdo cuantas veces su viejo me invitó o yo caía a esa hora del mediodía, para "visitarlos" porque tenía hambre...
Se reían en la mesa y hablaban en voz alta cosas del presente, que mi inocencia de niño no comprendía.
Los tres hermanos jugaban al basketbol, defendieron nuestra selección y luchaban por los sueños de un país mejor.
Después la dictadura... sus dos hermanos presos, torturados y el exilio.
Y quedó él, para cuidar de sus viejos.
Se refugió en el club de su corazón, llenó las vitrinas de copas y títulos.
Dividía la pasión por el basketbol con su trabajo en el hospital en la Lucha contra la Tuberculosis, que infectaba casi siempre las familia más humildes.
La noticia de la muerte de sus hermanos Carlitos y Piotto, en el exilio, el viejo Sol, las lágrimas, la tristeza, el dolor y la nostalgia de la calle Detomasi, cuando estaban todos y eran felices...
Y siguió... tenía que seguir, porque esa pasión por el basketbol y el club de sus amores, le maquillaba los dolores del alma.
Se jubiló y se mudó para Los Arrayanes, para encontrar la paz y cuidar los últimos días de su madre. Aquella mujer con nombre y perfume de flor, Rosa Blanc, la que había perdido sus hijos, la que ponía un plato más sobre el mantel floreado para que yo comiera...
Y caía la tarde y él ahí, con las inferiores, arreglando el piso, pintando el salón, metiendo la mano en el bolsillo, el regreso al comenzar la madrugada y el beso a la madre que ya dormía.
La cuidó, como pocos hijos cuidan a su madre.
Hace un par de años, la flor dejó de suspirar perfumes de la vida, Rosa Blanc se fue y el club, seguía siendo el refugio para los dolores de su alma.
Ayer me enteré, que después de perder dos partidos dirigiendo los mayores, un tipo, le dijo "viejo de mierda".
Y renunció, no peleó, ni discutió, se fue en silencio para Los Arrayanes.
Dedicó su vida a la solidaridad, porque así fue educado y así, sería para siempre.
Viviendo con pasión, entregándose a las cosas que ama, extendiendo la mano en silencio, ese gesto solidario de los tipos de verdad.
Este año, cuando tuve la idea de hacer el merendero para los niños del Aparicio, Sol Charrutti fue unos de los primeros en colaborar y en decirme, cualquier cosa que precises, estoy a las órdenes, no lo dudes.
Por eso quise escribirte hoy querido amigo, no quiero imaginar el dolor y la tristeza de tener que escuchar "viejo de mierda!!!" de alguien que quizás nunca sepa el tamaño de ser humano que sos.
Racing y el basketbol de Soriano pierden a un tipo apasionado por su club y el deporte.
Nosotros, seguiremos disfrutando de tu amistad, de tu lealtad a las inquietudes de tu pueblo, nosotros seguiremos teniendo el apoyo de tus manos solidarias.
Muchas gracias Sr. Sol Charrutti!!!
Artigas Osores