El Boletín digital del Centro Histórico y Geográfico de Soriano publica un interesante artículo de investigación sobre un hecho poco recordado de la ciudad de Mercedes y que da cuenta de una práctica habitual en otras épocas como lo eran los duelos en defensa del honor. Una práctica amparada por la ley que estuvo vigente en nuestro país hasta 1992.
El prof. Santiago Zefferino en esta investigación histórica brinda detalles de aquel caso sucedido en Mercedes en marzo de 1944.
Plomo honor y política
El duelo que enfrentó a Alfredo Alambarri contra Pedro Besozzi
Por: Prof. Santiago Zefferino
Sostiene Thomas Hobbes que el “hombre es el lobo del hombre” siendo su estado de naturaleza malo, por lo que necesita un poder fuerte que le regule sus pasiones más primitivas siendo una de ellas la de matar a otro ser humano.
¿Pero qué sucede cuando la ley permite que bajo ciertas circunstancias una persona pueda matar a otra legalmente?
Nos referimos a la “ley de duelos” que estuvo vigente en nuestro país hasta el año 1992.
Una ley que nació bajo el argumento de defender el honor magullado por algún agravio personal.
La ética y la moral cambian y cobran diferente sentido según los diferentes contextos históricos, de esta forma nuestra concepción del honor probablemente sea muy diferente a la concepción que haya tenido algún compatriota hace 50 años o 150.
Con esto no se pretende justificar una ley que a simple vista la podemos considerar arcaica y salida del medioevo, pero se nos hace necesario comprender y entender la “sensibilidad” en términos de José Pedro Barran de otra época para comprender las acciones realizadas por nuestros ancestros con el fin de no caer en juicios anacrónicos.
Indudablemente la práctica del duelo en nuestro país se arrastra de la herencia hispana que por siglos marco a fuego la “justicia por mano propia” en aquellos lugares donde la ley y el estado no llegaban, sobre todo en zonas rurales y hasta bien entrado el militarismo y la primera modernización donde tímidamente los brazos estatales comenzaron a abrazar zonas marginales y lejanas.
No podemos separar esta práctica de algunos comportamientos típicos de sobre todo el s. XIX en nuestra región; una de ellas era el permanente estado de guerra que nuestra república vivía inmersa; cabe recordar que los 78 años que van desde 1832 a 1910 se contaron nada más ni nada menos que 72 levantamientos armados, pudiendo concluir sin miedo a equivocarnos y como afirmaba José Pedro Varela que “la guerra era el estado natural de nuestra Republica” y otra forma de pensar y sentir que si la analizamos desde la actualidad nos parecería muy lejana y es lo que José Pedro Barran denomino “cultura bárbara” donde las personas se relacionaban de una forma totalmente distinta con la muerte viéndola como un fenómeno mucho más cercano e inminente dado el contexto histórico que les había tocado vivir.
Esta cultura bárbara “glorifico” la actividad física por sobre otras cosas y la valentía de los individuos forjada muchas veces a través de encuentros sangrientos con sus semejantes a través de los normalizados “duelos criollos” con arma blanca en una mano y poncho haciendo de escudo en la otra.
Sera en aquella “tierra purpurea” donde cuchillo, facón, daga, puñal y estoque fueron las armas preferidas en un violento s. XIX para resolver los conflictos.
El s. XX también repitió patrones de conductas arrastrados del s. XIX; en la sociedad “del 900” era normal batirse a duelo por alguna herida provocada por la pluma de un periodista en algún diario no solo capitalino, sino de gran parte del interior del país.
Celebres fueron los duelos de las primeras décadas del S XX del romántico Baltasar Brum quien décadas después terminaría suicidándose con un tiro en el pecho en protesta por el golpe de Estado de Gabriel Terra en 1933, Ministros de Guerra y Marina contra ex presidentes o candidatos fuertes de diferentes partidos, a todos los movía el honor y estaban dispuesto a defenderlo con su vida.
Pero acaso el duelo más recordado no solo por lo que significó, sino por quien apretó el gatillo, fue el de José Batlle y Ordoñez en abril de 1920 quien dejo sin vida en el campo de honor al prometedor político blanco Washington Beltrán. Lance que marco un mojón en la práctica del duelo ya que fue el puntapié para darle un marco de legalidad a esta práctica que en los hechos era recurrente en nuestros compatriotas.
A los 4 meses de haberse concretado el famoso duelo se promulga la ley 7253 que le otorga legitimidad jurídica y establecía “reglas” para los enfrentamientos que ya no serían un delito siempre y cuando se respetaran las normas que establecía la ley. Varios puntos marcaban la misma, primeramente, el rol que debían desempeñar los padrinos en la justa conformando un “cuadro de honor” con el fin de buscar una reconciliación entre los duelistas. Este punto es importante de entender para comprender el duelo que sucedió en la ciudad de Mercedes en marzo de 1944.
¿Qué los llevaba a estos caballeros a batirse a duelo? ¿Era una forma “elegante” de matar y morir? ¿Era una práctica que respondía solo a determinada clase social? Por suerte para los investigadores siempre tenemos más preguntas que respuestas.
Otro punto clave a entender para comprender el olvidado duelo acontecido a costas del Bequeló, radicaba en qué tipo de ofensa tendría que resultar tan agraviante como para estar
dispuesto a matar o morir solo para defender el honor.
La denominada “ofensa” tenía jerarquizaciones y no todas eran tomadas de la misma manera. La ofensa podría ser considerada “simple” donde se agraviaba a una de las partes de forma insultante, o podría ser una ofensa “grave” cuando atacaba la honorabilidad o peor aún la deshonra de la familia.
La ciudad de Mercedes no estuvo exenta de estos enfrentamientos, la prensa de la época se polarizaba en torno no solo a las diferencias partidarias, sino que la sociedad local de aquella época vivía cada acontecimiento producido en Europa como propio discutiéndolo y tomando posiciones políticas y filosóficas que se expresaban en la prensa escrita.
Realizando una investigación sobre cómo los sorianenses vivieron y sintieron la segunda guerra mundial, nos hemos encontrado casi sin buscarlo con estas diferencias políticas y filosóficas entre personas que muchas veces llevaron a que una de las partes se sienta ofendida y pida la reparación de su honor a través de las armas.
En esta publicación “sacaremos del olvido” el duelo a pistola entre el doctor Alfredo Alambarri y el escribano Pedro Besozzi.
Según publica diario Acción el 4 de marzo de 1944 el “lance” se llevó a cabo en el local de la Asociación Rural en Bequeló que contrasta con lo que expone el Acta N°8 del lance cuyo documento conserva la familia Besozzi y expresa que el duelo fue realizado “en la costa del Bequeló” lo que parece más acertado por el hecho de haber sido un duelo a pistola donde era común hacerlo en lugares abiertos lejos de miradas curiosas.
Según el acta N°8 el lance se desarrolló el 12 de marzo y cada contendiente disparó un tiro “cambiados los tiros de pistola a la distancia convenida” sin heridos; el diario Acción agrega que estos tiros se realizaron al aire. Suponemos por la costumbre de esta práctica que fue como símbolo de “reconciliación”.
El lance fue dirigido por el Teniente Luis Juvenal Abreu y según la prensa local ante el pedido de este se produce la reconciliación.
Hay un dato que llama la atención, más allá de la curiosidad que nos produce a las generaciones nuevas y no tan nuevas el hecho del duelo mismo; cabe destacar que las pistolas usadas aquel día fueron traídas desde Montevideo pertenecientes al jefe de Policía de aquella ciudad.
Los padrinos de aquella contienda fueron por el señor Alambarri los doctores Uruguay Regules
(cuya firma se aprecia en el Acta del duelo) y Rogelio C. Sosa. Actuando como médico Carlos Gastelumendi.
Acompañaron al señor Besozzi los señores L. Olegario Menendez y Ramón Escanda junto con
el médico Pedro Herken .
Otro punto interesante a resaltar sobre este duelo es que el mismo culmina con una reconciliación entre ambas partes, donde a raíz del enfrentamiento la ofensa hacia el honor de uno de los participantes quedo saldada.
La familia Besozzi nos confirma que ambos caballeros terminaron siendo “íntimos amigos” ¿cumplió su objetivo el duelo de honor?
Considerado legitimo por algunos y una “aberración moral” por otros, nuestros país vivió 70 años dándole un marco legal al combate por honor. Fue en 1992 cuando el Parlamento decide derogar esta ley alegando que era “inaceptable y que atentaba contra el principio de solución pacifica de los conflictos”.
En estas últimas décadas varios destacados mandatarios de diferentes partidos políticos, se han lamentado de que dicha ley ya no exista, por lo que sigue quedado abierta la interrogante ¿justicia o asesinato?
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En documento adjunto puede accederse al Boletín digitalo del Centro Hostórico y Geográfico de Soriano.