Resiliencia: capacidad de adaptación o de recuperación frente a un agente perturbador, luego de cesar la perturbación.
(Escribe Ing. Agr. Ariel Asuaga) No cabe duda de que Fiona Clouder, embajadora por América Latina y el Caribe para la COP 26, tiene razón al decir que necesitamos construir un futuro con resiliencia. Esto implica modificar nuestros modos de producir y consumir. Implica descarbonizar la economía y eso significa parar de quemar combustibles fósiles.
El problema es que el capitalismo depende del uso de los recursos naturales que queremos preservar. Muchos hemos pensado y actuado contra un sistema económico esencialmente injusto que ha degradado el concepto de libertad a libertad económica. Sin embargo la lucha hoy no es ideológica, aunque la ideología todo lo impregne. La Lucha es ambiental y sin mundo habitable los demás conceptos de justicia, igualdad, fraternidad y libertad carecen de sentido.
Pienso en que los problemas se iniciaron hace apenas 10.000 años y se han vuelto acuciantes en el presente y me parece increíble que una sola especie de tantas haya sido capaz de tanto. Hacia la mitad de ese período se escribe el mandato bíblico de creced y multiplicaos y dominad la creación. Hemos cumplido. ¿Seremos capaces de vincularnos de otra manera con la naturaleza? Yo creo que es posible. Los combustibles fósiles son la principal fuente de energía. Los hemos quemado hasta calentar el planeta, pero en ese tránsito destructivo, Shiva nos ha dejado un descomunal desarrollo tecnológico y un enorme conocimiento científico. Probablemente ahí resida la salvación.
Muchos pensamos en la necesidad de una revolución ética. Bello, pero imposible. No hay revoluciones tempranas. Hoy me inclino a una revolución material porque el mundo ya no aguanta nuestra forma de vivir. Es la necesidad lo que nos puede ayudar.
Lo que me preocupa es quién lo hará. Los políticos liberales por definición no lo harán. Ellos creen en un dios que logra el máximo beneficio en base al máximo egoísmo, pero no entienden que el beneficio es conservar La Tierra.
Los empresarios capitalistas por sí mismos tampoco lo harán, salvo que sea rentable. Seguirán contando dinero hasta que el mundo no aguante más.
Los Estados nación tampoco parecen ser hábiles para lograrlo. Es obvio que el enfoque ambiental debe ser ecuménico.
La democracia es el peor sistema político, excepto por todos los demás, dijo Churchill. La pregunta es si la democracia es hábil para conjugar los intereses en el sentido correcto con la urgencia necesaria. Creo que existe una forma de abordar el problema sin caer en el autoritarismo ni en la tecnocracia y consiste en crear organizaciones idóneas que estudien los problemas y propongan las soluciones. Democráticamente se decide qué hacer, pero sabiendo cuáles son los problemas, las soluciones y las acciones necesarias. No propongo un enfoque aristocrático, sino eminentemente político. Todos podemos decidir, pero bien informados. Cabe que la decisión no sea la correcta, pero en todo caso no fue impuesta. No estoy seguro de que la estupidez sea un derecho, pero nunca me jugaría al autoritarismo, sino al cultivo de la inteligencia, la razón y la decisión razonable.
Pongamos un ejemplo: la agricultura debería hacerse rotando cultivos y pasturas en los ambientes apropiados y adoptando medidas de conservación de suelos. Luego, democráticamente trabajamos para adoptar esta recomendación. Existe una referencia sólidamente fundamentada que luego intentamos hacer viable. Buscamos el modo y nos ponemos de acuerdo en el objetivo.
Empecemos por democratizar el conocimiento para crear un futuro con resiliencia.