El suicidio es uno de los problemas sanitarios más acuciantes de Uruguay con una importante predominancia en la población joven. De 718 suicidios de 2020, 117 fueron de personas de entre 15 y 24 años de edad, lo que hace al promedio de un suicidio de una persona joven cada tres días; la primera causa de muerte en este rango etario el año pasado.
Con esta realidad como base y teniendo en cuenta, además, que cada suicidio deja, en promedio, más de cien personas afectadas - a los que se llama “supervivientes del suicidio”- el área programática de salud de adolescentes y jóvenes del Ministerio de Salud Pública trabaja desde distintos ámbitos para hacer frente al problema del suicidio en jóvenes. Explica Lorena Quintana, responsable del programa, que el abordaje con un anclaje más social que sanitario, en el que se le brinde oportunidades de desarrollo a los jóvenes en distintas áreas, es lo que da esperanzas de una mejora en este ámbito de la salud mental poblacional.
Así es que se están desplegando acciones en esa dirección. Una es el fortalecimiento de la salud integral de los jóvenes a partir de la inclusión de una consulta con un sicólogo como parte de la valoración de la salud mental. De esta manera se busca brindar un tiempo de escucha y acompañamiento en el desarrollo de los adolescentes entre los 15 y 19 años, con la consecuente posibilidad de prevenir problemas relacionados al consumo de sustancias, violencia y otros. A través de la implementación nacional del programa “Familias fuertes” se busca reforzar la comunicación entre padres e hijos; con el objetivo de conocer y dar respuesta, en un esfuerzo común con instituciones públicas y privadas, a las diferentes circunstancias que imposibilitan la obtención de oportunidades educativas, culturales, deportivas y laborales a los jóvenes, se realizará este año el congreso de adolescentes que se llamará “Mi oportunidad”.
A su vez, un grupo de adolescentes colabora con el programa de salud de adolescentes y jóvenes del MSP mostrando su visión para la elaboración de materiales y elementos a destacar como factores protectores, tanto individuales como familiares y comunitarios, de circunstancias que puedan tener como desenlace un suicidio.
Algunos de estos factores protectores son el ser y sentirse escuchados, el compartir y contar con grupos de referencia que brinden oportunidades de participación como se da en la práctica de actividades físicas grupales, en el aprendizaje de un nuevo idioma u otros intereses que puedan nuclearlos.
(*) fuente MSP.