En mayo de 1996 se realizó la convocatoria pública de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos y otras organizaciones a la Primera Marcha del Silencio.
Expresando lo siguiente:
“Por verdad, memoria y nunca más, marchamos en silencio el día 20 de mayo en homenaje a las víctimas de la dictadura militar y en repudio a las violaciones de los derechos humanos.
El homenaje a las víctimas no puede ser otro que el reconocimiento a través de la verdad de los hechos, la recuperación y la exigencia de que en Uruguay nunca más exista la tortura, las ejecuciones y la desaparición forzada de personas…”
Desde entonces, cada 20 de mayo, miles de personas comparten la Marcha del Silencio.
Este año la Marcha 26ª, por segunda vez se realizó de forma virtual, dado el contexto de pandemia que estamos atravesando, y respetando la no aglomeración exigida por el gobierno.
La consigna fue: “¿Dónde están? No al silencio ni a la impunidad. Memoria, Verdad y Justicia”.
Madres y Familiares en un comunicado que emitieron previo al 20 de mayo manifestaron:
“No marcharemos por 18 de Julio, pero construiremos entre todos/as una inmensa voz que grite presente, que diga Nunca Más terrorismo de Estado.
Que los necesarios aislamientos e inmovilidad por esta pandemia no signifiquen desbordes autoritarios, ni omisiones de ningún tipo.
Su memoria viva es un reclamo presente. Significa la defensa de la vida y el derecho de todas las personas a no ser desaparecidas. Una sociedad auténticamente democrática no debe tolerar que estos crímenes y que el ocultamiento de sus cuerpos continúe amparado en el silencio y la impunidad”
El 26 de mayo cumpliría 101 años Luisa Cuesta, fallecida a los 98 años de edad, luchadora incansable por los derechos humanos y una de las fundadoras de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, quien comenzó a buscar a su hijo Nebio en 1976, y pasó 42 años buscándolo, hasta el día de su muerte, sin saber qué pasó con él.
Debemos preguntarnos como seres humanos, como madres, como padres, como hermanos, como hijos, como familiares, estando en el lugar de ellas y de ellos: con un hijo, hija, u otro familiar desaparecido o desaparecida, donde todo es incertidumbre, mentiras, ocultamiento, fotos con todo el decorado mediático, donde en definitiva no se aporta más que información repetida e irrelevante para la investigación.
Dónde se han realizado avances, pero falta aún mucho por investigar, aclarar y juzgar.
Si fuera nuestro familiar el que no supiéramos donde está, víctima de secuestro, torturas, violaciones, exilios obligados, entre tantas otras aberraciones más.
¿Si fuera nuestro familiar al que no pudiéramos darle descanso a sus huesos y llevarle una flor a su tumba, viviríamos como si nada pasó? ¿O nos sumaríamos a la búsqueda de la verdad, y exigiríamos justicia?
La búsqueda de la verdad y la justicia, debería ser una causa de todos y todas.
“Como sociedad debemos avanzar en nuestro conocimiento, en nuestro entendimiento, en su capacidad de comprensión, en aunar voluntades para reconstruir ética y materialmente nuestra civilización y nuestro país, debemos avanzar en la tolerancia de lo y los diferentes (no de la infamia), pero también en la erradicación definitivamente del crimen.
Para ser flexibles hay que ser firmes y la firmeza no puede descansar más que en la verdad, la libertad, el derecho y la justicia” extracto de “a todos ellos” (informe de Madres y familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos -2004)