“Estamos en una pandemia compleja, que es una guerra mundial. No solo del Uruguay, de todo el mundo. El Covid no tiene ideología, nos afecta a todos. No tiene situación económica, nivel socio cultural. No tiene ideología. Y es una pandemia que debemos enfrentarla como sociedad, todos juntos, cada uno en su rol. Tomando las medidas que se tienen que tomar” dijo el Secretario de Presidencia, Alvaro Delgado iniciando la parte oratoria en el acto realizado en el Hospital Mercedes.
Estaba sentado junto al Ministro de Salud, Daniel Salinas y al Presidente de ASSE Dr. Leonardo Cipriani, en medio de una amplia mesa y rodeado por las máximas autoridades de la salud y políticas del departamento. Delgado enumeró y dio cátedra de cómo el Uruguay y el gobierno han enfretando la pandemia, insistiendo en lo que ha venido diciendo desde el año pasado, en tomar las medidas preventivas para bajar los contagios. Pero se olvidó de aplicarlas.
Se olvidó tanto el Secretario de Presidencia, Alvaro Delgado, como el Ministro Daniel Salinas, como el Presidente de ASSE Leonardo Cipriani, como el equipo de Dirección del Hospital Mercedes, como el Intendente, los diputados, y los dirigentes políticos o integrantes de la salud que estaban en el salón de actos del Hospital “Zoilo A Chelle” sin respetar el distanciamiento social ni las aglomeraciones. Algo que se viene reclamando a la población desde el año pasado, y que muchos vecinos han sido pasibles, y con sobrada razón, de apercibimientos, amonestaciones y hasta multas por festejar un cumpleaños o realizar una reunión social desoyendo las recomendaciones y disposiciones de no aglomerarse para evitar contagios.
Desde ASSE se invitó a esta reunión, puntualizándose que las autoridades brindarían declaraciones a la prensa en el exterior del hospital. Pero llegada la hora de la realización un grupo importante de personas se agrupó, primero en la entrada del Hospital, y luego en la recepción, para luego ingresar al salón de actos sin ningún tipo de protocolo. Apenas en la puerta de acceso una funcionaria controlaba la temperatura y repartía alcohol en gel a los que llegaban, en la medida que podía porque estaba sola para realizar esa tarea. Pero nadie controló quiénes iban llegando requiriéndole los datos personales. O sea ante la posibilidad de un caso positivo en los aproximadamente cincuenta asistentes a esa reunión, resultará imposible poder determinar la trazabilidad de los eventuales contagios.
Los aproximadamente cincuenta asistentes, entre autoridades de la salud, dirigentes políticos, y periodistas estaban en un recinto pequeño con escasa ventilación a través de dos ventanas y dos puertas.
Si esta situación se hubiese generado en una casa particular hubiese generado voces de alarma; y más aún si esas casi cincuenta personas hubiesen sido jóvenes o adolestentes. En esas circuntancias, esas mismas autoridades que se reunieron para hablar y felicitarse por la concreción de Unidad Respiratoria Aguda (URA), que hace un par de meses que está funcionando, y para anunciar que el CTI va a demorar seis u ocho meses en concretarse, y que la ambulancia prometida para el Hospital todavía no ha llegado, seguramente pondrían la voz en el cielo llamando a la responsabilidad social por semejante situación. Seguramente que si fuese una reunión de jóvenes se alzarían voces reclamando sanciones, buscando responsabilidades e invocando un protocolo sanitario que las máximas autoridades de la salud incumplieron totalmente. Las mismas autoridades que redactaron ese protocolo, que se han encargado de repetirlo como un rosario durante un año y dos meses.
Cabría entonces preguntarse ¿quién aplicará la sanción a esta violación del protocolo sanitario?