Paulatinamente, en los diferentes niveles educativos, se regresará a la presencialidad educativa. Una etapa se dio el pasado lunes cuando retomaron las clases las Escuelas rurales y la educación inicial. Tema del cual nos encargamos en notas anteriores en oportunidad de la visita a Soriano de las principales autoridades de la ANEP.
La Inspectora Departamental de Primaria, Daniela Zabala, en diálogo con @gesor se refirió a la vuelta a las aulas de estos alumnos, al tiempo que analizó cómo debería ser la educación en el futuro. Coincidiendo con la visión del Decano de la Universidad Católica, Renato Opertti quien a opinado que “los edificios escolares tendrían que cambiar su forma porque se tendría que ir a la Escuela para cuestiones colectivas que realmente desde la virtualidad no se pudieran hacer”. Apuntando la Inspectora Zabala que si bien la virtualidad educativa vino para quedarse ese cambio “lo pienso más hacia los niños más grandes que tienen más autonomía. Para los niños pequeños nosotros sabemos que la virtualidad cuesta mucho”.
¿Cómo se viene dando la vuelta a la presencialidad en las Escuelas de Soriano?
-“Estamos bastante afectados por gente en cuarentena y niños enfermos, pero se nota que la gradualidad que se ha dado para el retorno ha sido muy bien aceptada por los padres, tenemos un 80% de asistencia. En las visitas hemos visto la presencialidad es una necesidad. Los mismos niños lo manifiestan, están muy contentos de volver al clases y la oportunidad presencialidad de la Escuela es muy distinta a la virtualidad.
Está bien, el grado de retorno es muy bueno”.
Tuvimos un año 2020 atípico en todo sentido ¿Cómo incidirá lo ocurrido el año pasado y el 2021 en la educación de niños que cursaron primer y segundo año que no han tenido un vínculo fluido con la Escuela?
-“Es un vínculo diferente el que se estableció. Lo que quiero destacar es el compromiso que ha habido de parte de los docentes para trabajar en la virtualidad y en la presencialidad alternada. Este año lo que se nota es la capitalización de esos saberes. Si bien el año pasado se enfrentaron a la incertidumbre de saber cómo es que se trabaja en un modelo híbrido, este año esos saberes están más capitalizados y es mejor. No es lo mismo que estar todos los días en la Escuela, pero tampoco vamos a decir que los niños no aprenden, porque hay evidencias de que sí. Aprenden de una manera diferente.
Lo que también hay que decir que teniendo el Plan Ceibal como lo tenemos, que llegó para quedarse, volver a la Escuela en forma presencial no quiere decir que se tenga que abandonar el trabajo virtual, porque pueden convivir perfectamente trabajando en ese modelo combinado, el de trabajar en el aula con las computadoras y darle un uso óptimo que quizá antes no lo estábamos haciendo”.
Hasta el 2012 pensábamos en la Escuela como la segunda casa. ¿De aquí en adelante habrá que repensar la forma que se imparte la educación? ¿Pensar en una combinación entre virtualidad y presencialidad?
-“Es algo que llegó para quedarse, porque más allá que la pandemia pase, nosotros no vamos a ser los mismos que antes de la pandemia. Hay muchos saberes, muchas cuestiones que se tomaron como principales que han dado resultado.
En un curso que yo hice con Renato Opertti, últimamente, él decía que inclusive los edificios escolares tendrían que cambiar su forma porque se tendría que ir a la Escuela para cuestiones colectivas que realmente desde la virtualidad no se pudieran hacer. Y es cierto. Pero ahí lo pienso más hacia los niños más grandes que tienen más autonomía. Para los niños pequeños nosotros sabemos que la virtualidad cuesta mucho; y si hay algo que también hay que destacar, más allá del compromiso de los maestros es el trabajo con la familia. Hay una nueva manera de vincularse con los padres, hemos tratado de buscar en esa familia los socios facilitadores que les ayuden a sus hijos a hacer los trabajos. Nunca van a sustituir al maestro, obviamente, pero la Escuela pisa el territorio de la familia, y las familias son quienes nos dejaron entrar a sus casas”.