Recorriendo el centro de Mercedes cuando las sombras de la noche comienzan a establecerse nos damos cuenta de que triste está la ciudad.
Calles desiertas, sombras y contraluces por todos lados, tinieblas en casi todas las calles nos muestran una Mercedes muy lejana con la que hemos conocido desde siempre.
Pero lo que subleva aún más es el hecho de apreciar innumerables propiedades abandonadas, desprolijas, llenas de yuyos, hojas de los árboles anunciando el próximo otoño y suciedad por doquier.
Habíamos pensado reclamar a través de los medios de prensa la atención de las autoridades sobre estos aspectos y otros aún más penosos y que afean aún más el lugar en que transcurrimos nuestra existencia y ello es el gran número de casas deshabitadas y proclives a ser emporio de roedores, contagios, dispersión de miasmas de todo tipo sin olvidar la intromisión en las mismas de mal vivientes u ocasionales delincuentes.
Si recorremos solamente las manzanas del centro, incluso de la peatonal y calles vecinas, comprobaremos que existen no menos de dos docenas de fincas abandonadas, con cadenas y candados, llenas de suciedad, dedicadas en sus huecos al acopio de cartones y acumulación de residuos, entregadas a depósito de excrementos de perros y gatos, tapadas de pasto y cubiertas de deyecciones de palomas.
Impacta que las autoridades no se interesen por evitar esos focos de epidemias, que serían aún más mortales que la que padecemos, no tomando en cuenta que por ejemplo junto a uno de los principales hoteles del medio, existen no menos de tres o cuatro lugares en esas condiciones, rodeados lo que es peor, de por lo menos cuatro o cinco establecimientos o comercios donde se expenden y se comercializan alimentos lo que atenta contra la salud de la población y de los turistas que nos visiten.
Muy triste aún es apreciar que alguno de esas fincas pertenecen al Estado, en una u otra repartición, dando una imagen de despilfarro, desaseo y abandono, pues ni veredas les van quedando, obligando a transeúntes a circular por el espacio destinado a los vehículos con serio riesgo de vida o de ser lesionados debido a que la oscuridad en las noches ameritan esas posibilidades.
Justamente y en coincidencia con lo que planteamos, en la vecina Río Negro, se comienza a realizar un censo y localización de las fincas abandonadas o ruinosas, para lograr rescatarlas y ponerlas en la posibilidad de recuperarlas y que se alinean con la urbanidad necesaria en una población que fue en una época ejemplo para el turismo.
Ojalá se tome en cuenta lo que observamos y pedimos.
Un viejo vecino.