Más de mil reclusos en 24 centros penitenciarios de 12 departamentos reciben instrucción primaria, en el marco del proyecto de Educación en Cárceles, que gestiona la Dirección Sectorial de Educación de Adultos del Consejo Directivo Central (CODICEN) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
De los 1.103 presos escolarizados -que equivalen a más del 10% de la población carcelaria total- la matrícula más numerosa se concentra naturalmente en Montevideo, donde 842 personas asisten a las clases que imparten los educadores responsables del programa.
La distribución cuantitativa en los restantes once departamentos donde opera esta modalidad formativa, es la siguiente: Canelones 61, Soriano 44, Salto 35, Cerro Largo 8, Florida 17, Lavalleja 13, Maldonado 12, Paysandú 20, San José 16, Tacuarembó 26, y Treinta y Tres 9.
El programa -que funciona en recintos habilitados en los propios penales y en horarios previamente coordinados con sus directores- tiene una cobertura que abarca a reclusos de ambos sexos.
La oferta educativa prevé dos líneas básicas de acción: el dictado de cursos de nivel primario y diversas actividades en la modalidad de taller, donde se instruye a los beneficiarios en conocimientos y saberes útiles para la vida cotidiana y su eventual inserción laboral al momento de concretarse la recuperación de la libertad.
El responsable de la Dirección de Educación de Adultos del CODICEN, Maestro Felipe Machín, dijo que le preocupa “que la mayoría de los presos tengan un muy bajo nivel educativo” y más aun cuando según estudios estadísticos realizados por la propia unidad ejecutora a su cargo y por otros organismos especializados, “más del 60% de la población carcelaria tiene menos de 29 años de edad”.
Recordó la existencia de una norma que establece la reducción de penas a través de la educación y el trabajo. Al respecto, consideró que hay que cumplir con la ley, aunque advirtió que se deben buscar los mejores mecanismos para hacerlo.
El jerarca consideró que la educación de adultos y en particular la que se imparte en las cárceles, es una herramienta para la prevención del delito. “Sobre todo, la educación en generar un proyecto de vida alternativo”, dijo.
Machín reveló que, según la experiencia de los educadores que concurren a los penales, “los presos tienen mucho respeto por la figura del docente. Eso nos está dando una clave muy importante para seguir trabajando”.
Consideró indispensable disponer de espacios educativos adecuados, un tiempo de trabajo de no menos de cinco horas diarias, la accesibilidad de la población al área educativa y la existencia de un encargado del área educativa dentro de los penales.