El 13 de marzo del pasado año, las autoridades de gobierno, decretaban estado de emergencia nacional sanitaria a consecuencia de la pandemia originada por el virus COVID-19.
Lo que veíamos como algo tan lejano desde sus inicios, se transformó en una realidad y Uruguay no quedo exento del ingreso del virus al país, situación que no estaba en absoluto en los planes de ningún mandatario.
Una de las primeras medidas adoptadas por el Gobierno “Quédate en casa”, apelando a la libertad responsable, fue muy criticada por la oposición que a ritmo de cacerolas exigía confinamiento obligatorio de toda la sociedad.
Pasaron los meses y la prensa especializada a nivel mundial observaba con asombro como un pequeño país con dos pasos de fronteras con sus países vecinos Argentina y Brasil, podía contener la propagación del virus y que la economía siguiera marchando.
La respuesta obedecía claramente, al excelente acatamiento de todos los uruguayos y a las medidas sanitarias sugeridas por el MSP asesorado por la Academia como lo es el Grupo Asesor Científico Honorario integrado por más de 50 profesionales de la Ciencia.
Otras medidas tales como el rápido cierre de fronteras, la prohibición de espectáculos públicos, fiestas, prohibición de realizar deportes amateur en gimnasios cerrados, la suspensión de las clases presenciales, entre otras, posicionaron a Uruguay entre los mejores países del Mundo en controlar la pandemia con índices muy bajos de contagios.
Ahora bien, nuestro país tenía un índice de desempleo creciente desde el año 2016 donde más de 50.000 uruguayos no tenían empleo y más de 400.000 compatriotas estaban en la informalidad total, datos que saltaron a la luz, cuando desde el Gobierno se instrumentó una batería de medidas para paliar la situación económica y social.
A comienzos del segundo trimestre del 2020, Uruguay comenzaba a transitar por un camino escabroso, aumento del desempleo, cierre de comercios, incremento del índice de pobreza, lo que era predecible debido a las inevitables medidas que debió adoptar el Poder Ejecutivo, por los cierres de fronteras y las prohibiciones mencionadas que tenían como único fin el salvar vidas humanas, es decir a nuestros seres queridos.
A estas dificultades, debemos sumarle que Uruguay padecía en el año 2019 una deuda Bruta del Sector Público Global de 37.160 millones de dólares, 2 veces más al año 2005 y que representa el 66,4% del PBI, es decir del total de bienes y servicios que produce el Uruguay.
Con este complejo panorama y tratando de cumplir con la promesa de campaña de no subir los impuestos que agobian a la sociedad, la Ministra de Economía viene enfrentando esta tormenta de lluvia y granizos, con elogiable responsabilidad y transparencia en el uso de los recursos públicos que nacen del esfuerzo y del bolsillo de los trabajadores.
¿Se necesitan más recursos? Claro que sí, y nos consta que a medida que cada Ministerio va optimizando sus recursos, que no quiere decir gastar menos, sino gastar bien y terminar con el despilfarro que existía, se ha podido reasignar esos ahorros al Fondo Coronavirus y así volcarlo a las familias, trabajadores y a los sectores más afectados por la pandemia.
Para la oposición lo más sencillo hubiera sido aumentar los impuestos, práctica habitual de los anteriores gobiernos, debilitando fuertemente el salario real y generando una inflación que a esta altura sería incontenible.
Es bueno comprender donde estamos parados y analizar en sus consecuencias las medidas propuestas por la oposición, como por ejemplo la “Renta básica”, que implicaría incrementar los impuestos y aumentar el endeudamiento del Estado y por ende de todos los uruguayos.
Es necesario llamar las cosas por su nombre, porque las verdades a medias son como pretender tapar el sol con el dedo.
Ante esta nueva ola de contagios y el ingreso al país de la nueva cepa del virus, la cual nos preocupa mucho, son de valorar una vez más la nuevas medidas tomadas por el Poder Ejecutivo para continuar reforzando las Asignaciones Familiares, las canastas Mides, exoneraciones para las Micro y Pequeñas Empresas, postergación de los seguros de paros parcial y total, para evitar que los efectos de la pandemia sean mayores.
Dicho todo esto y a medida que empezamos a ver una luz en el camino por la llegada de las vacunas nos preguntamos: ¿Podemos hacer más? Sí.
No se trata de buscar culpables sino soluciones entre todos para que no quede ningún uruguayo fuera del sistema y es nuestra obligación como servidores públicos atender las necesidades de la gente y sobre este punto no puede haber nunca dos lecturas.