Las decisiones sobre qué gobernar hablan mucho del gobernante.
Pensar en Tabaré Vázquez es pensar en un líder con proyección social que encontró en la política partidaria un lugar para canalizar sus sueños y convencimientos. Un líder orgulloso de sus equipos de trabajo. Un líder que supo dialogar con doctores, empresarios y los sectores populares. La sensibilidad e historia de Vázquez, le llevaron a gobernar para toda la ciudadanía, pero en especial para aquellos sectores nunca antes escuchada.
Y es así, que habilitó investigaciones que procuraron completar un poco más nuestra historia como país, historia que fue silenciada durante años. Como también se procedió al resarcimiento de familias víctimas del terrorismo de Estado, destinando recursos públicos del propio Estado que secuestró, torturó y desapareció, para la búsqueda y reparación del daño generado a las familias y a la historia nacional. Dando cuenta de la perspectiva ética del presidente.
Decidió crear herramientas institucionales que corrieron los límites del Estado, ampliando sus márgenes, alcanzado a poblaciones históricamente relegadas, buscando la justicia social. A meses de asumir su primer mandato crea el Ministerio de Desarrollo Social, con un claro objetivo de disponer de recursos y conocimientos que contuviera el desastre que la crisis económica y social había dejado en el país.
Personas en situación de indigencia, de pobreza, de discapacidad, mujeres jefas de hogar, personas mayores, juventudes; todos, todas entrábamos en el país que soñaba el presidente, desde la policlínica del Club Arbolito hasta el Sistema Nacional de Cuidados.
También fue definición política y ética -fiel a sus orígenes populares-, impulsar el cooperativismo con una Ley General de Cooperativas, la creación del Instituto Nacional de Cooperativismo, la expansión de las cooperativas de vivienda que posibilita que hoy, 1/3 de la población de la capital departamental, acceder a un techo, como también la consolidación de cooperativas sociales y de trabajo que son la alternativa que hace posible que personas desempleadas, resultado de las fallas sistémicas del modelo en el que vivimos, puedan acceder a un derecho tan básico, como lo es el trabajo digno.
Tabaré Vázquez encarnó la esperanza de toda una generación, marcó con trazos de dignidad la identidad de muchas personas, humanizó vidas, marcó rumbos claros y con sus hechos nos hizo creer en la política partidaria como lugar de construcción y transformación.