De cara al desafío de reformar su sistema previsional, Uruguay cuenta con logros alcanzados que debe apuntar a mantener. También enfrenta debilidades que, precisamente, motivan la necesidad de realizar cambios que “es central” que surjan del “mayor consenso posible”.
Estos lineamientos fueron expuestos por Rodolfo Saldain, presidente de la Comisión de Expertos en Seguridad Social (CESS), durante el seminario virtual “Ideas para la reforma de la seguridad social en Uruguay”. La actividad fue organizada por la Unidad de Maestrías y Posgrados en Economía de la Universidad de Montevideo y contó, además, con la participación de destacados ponentes internacionales.
Como fortalezas del sistema previsional uruguayo, Saldain destacó la baja incidencia de la pobreza entre las personas de más de 65 años, que se ubica en el entorno del 1,5%, un logro asociado a que más del 90% de los integrantes de esa franja etaria percibe una pensión, ya sea una jubilación contributiva o una pensión no contributiva. “En el objetivo de evitar situaciones de pobreza en la vejez estamos muy bien”, sostuvo el especialista, y “cualquier reforma debe mantener” ese logro, afirmó.
Asimismo, Saldain comentó que Uruguay sobresale a nivel regional por la cobertura de su sistema previsional a nivel de la población trabajadora, que abarca a cerca del 80% de los activos. No obstante, señaló que los cambios en el mercado de trabajo vinculados a una creciente tecnificación y a mayores exigencias educativas constituyen un “riesgo importante de reducción de esa cobertura”.
Sobre ese aspecto, también destacó que entre los niños y adolescentes la tasa de pobreza es 10 veces mayor a la de las personas de más de 65 años. Si unimos esta realidad al desafío que implican las debilidades que ha presentado el sistema educativo, se “compromete mucho la fuerza de trabajo” que requerirá en el futuro la economía del conocimiento, indicó Saldain.
Otra fortaleza que caracteriza al sistema uruguayo es que su tasa de reemplazo (es decir, la relación entre el ingreso en el período de retiro y la retribución en actividad) es “razonable”, si se la compara con otros países con población envejecida. Pero a diferencia de aquellos como Dinamarca y Holanda—los “mejores de la clase” en materia de seguridad social, según Saldain— en Uruguay la mayoría de los ingresos de los retirados proviene del sistema de reparto y no del sistema de ahorro.
Y esta característica cobra mayor relevancia en el marco del aumento del gasto necesario para cubrir las necesidades del sistema previsional registrado en la última década, que pasó de representar cerca del 8,5% del PIB a más del 11% y con perspectivas crecientes.
El problema de que se requiera un volumen mayor de transferencias intergeneracionales se acentúa con la profundización del envejecimiento de la población uruguaya y la reducción de la población económicamente activa, como se proyecta a partir de las próximas décadas. Es más, Saldain subrayó que la mayor debilidad que enfrenta el sistema de seguridad social es de carácter demográfico.
En este sentido, comentó que la CESS, al iniciar sus actividades, recibió un estudio elaborado por su secretaría técnica, con apoyo de demógrafos de CELADE, Udelar y UNFPA, que proyecta que la población uruguaya será de 2,7 millones en 2100. Como novedad, este trabajo incorpora los cambios en materia de fecundidad de los últimos cinco años, durante los cuales el número de hijos por mujer varió de 1,9 a 1,5. “Cae la población y cae la población en edad de trabajar, y el único sector que crece es el de mayor edad”, advirtió Saldain por el impacto que estos factores tienen en los sistemas previsionales.
“En este contexto, el más amplio acuerdo posible, el mayor consenso posible es absolutamente central” para encarar una reforma, afirmó quien preside la CESS.
Más participación del pilar ahorro, y luces y sombras de las AFAP
Por otra parte, Saldain realizó una evaluación de la actuación de las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional (AFAP), que comenzaron a operar a partir de la reforma realizada hace 25 años.
La gestión de la administración de fondos fue “muy positiva”, dijo. A su vez, apuntó que la modalidad de fideicomiso de administración de los fondos demostró brindar seguridades a los cotizantes, un atributo que quedó de manifiesto en la crisis financiera de 2002.
Sin embargo, cuestionó la falta de competencia entre las AFAP. “Durante mucho tiempo el regulador estuvo bastante ausente, más de una década o capaz que dos, y no tomó las medidas necesarias para corregir las fallas de mercado”, analizó.
“Otro aspecto en el que el mercado no ha funcionado es en la etapa de desahorro”, señaló. Hoy opera una sola empresa en ese mercado, el Banco de Seguros del Estado, porque hay aspectos normativos que establecen dificultades “muy grandes” para que empresas privadas puedan actuar en ese mercado. “Aquí hay una dificultad que vamos a tener que abordar”.
Saldain se mostró partidario de que en el sistema previsional “aumente el pilar de aportación mediante el ahorro obligatorio” y que se contraiga el pilar de reparto, para “alivianar” el peso que se les impone a los trabajadores actuales y futuros.
Propuestas para solucionar el riesgo de longevidad
En la conferencia también expuso Pablo Antolín, economista principal de la Unidad de Pensiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El experto se refirió a las formas que existen para cubrir el riesgo de longevidad, un problema que afecta la etapa de desahorro de los sistemas mixtos.
Sobre este tema, Antolín remarcó la necesidad de desarrollo de instrumentos financieros específicos y que se elaboren tablas de mortalidad fiables que se actualicen periódicamente.
El otro participante fue Javier Díaz Giménez, profesor de Economía del IESE Business School de la Universidad de Navarra, quien analizó la actualidad del sistema previsional español.
Durante su ponencia, el académico resaltó un aspecto “esencial” a tener en cuenta cuando se pretende introducir cambios en el sistema de pensiones: las pensiones no pueden resolver los problemas del mercado laboral y el mercado laboral no puede resolver los problemas de la educación. “Las pensiones heredan todos los problemas del mercado laboral, que a su vez hereda todos los problemas del sistema educativo. Y también todas las virtudes, tanto del mercado laboral como del sistema educativo”, sostuvo Díaz Giménez.