(Escribe Ing. Agr. Ariel Asuaga) Con frecuencia leo trabajos que indican la urgencia de atacar los problemas ambientales, especialmente el calentamiento global. Casi nunca observo que los actores no científicos de la sociedad entiendan que el crecimiento y la tecnología se han desarrollado gracias a la disponibilidad de una fuente de energía densa, que fue abundante y barata. El petróleo es finito y cada vez es más difícil y costoso extraerlo. El avance hacia fuentes alternativas de energía viene muy atrasado y la inversión necesaria para lograrlas también requiere energía del petróleo.
En mi profesión, que es la agronomía, casi no hay conciencia del enorme subsidio energético que recibe la agricultura industrial. Pocos piensan que para fabricar urea se necesitan ingentes cantidades de energía y que ésta está presente en los herbicidas, los fungicidas, el combustible, el laboreo, el riego, el almacenaje, etc. Un ejemplo de ese subsidio, que más bien es un despilfarro, es que sea posible alimentar vacunos con maíz en los feedlots. La conversión energética del maíz en carne es de 10:1, es decir que por cada 10 calorías que el animal consume como maíz obtenemos apenas 1 caloría como carne. El subsidio energético es equivalente al concepto de plusvalía marxista. Muchas formas de intensificación de las actividades económicas no son otra cosa que rentabilización de petróleo, es decir plusvalía energética.
Otro ejemplo es la fabricación de etanol utilizando maíz. En Estados Unidos, que es un productor eficiente de maíz de alto rendimiento, la conversión energética de este grano en etanol es de 1:1, es decir que la energía que invertimos en producir maíz es igual a la que obtenemos como etanol.
Muchas veces se habla de alimentar a una población de 9.500.000.000 para 2050. No solamente hay que alimentarla, también hay que proveerla de energía. Los humanos empezamos a entender el concepto de capacidad de carga que rige para todos los seres vivos estableciendo la relación con los recursos necesarios. Estamos sintiendo las restricciones ecológicas que constriñen a cualquier especie. El término ecología suele usarse en el sentido de limpio o cuidadoso del ambiente. En realidad es la relación del ser vivo con el ambiente, con el medio en que vive junto a otras especies.
El buen salvaje se entendía con la naturaleza. Yuval Noah Harari, en su libro De Animales a Dioses, le echa la culpa de todos los males a la agricultura que nos civilizó y nos permitió reproducirnos hasta ocupar todo el planeta, generando enormes desequilibrios que han llegado al extremo del calentamiento global.
Asusta que los sistemas políticos imperantes no sean capaces de lidiar con los problemas ambientales a la velocidad requerida. Paradójicamente el gobierno autoritario de China parece avanzar más rápido que en los países democráticos. Siempre se cita a Churchill que decía que la democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las demás. La economía está evolucionando fuertemente hacia la desigualdad y la concentración de la riqueza no es inocua para la democracia. En muchos casos la democracia se va degradando en plutocracia. Se necesita mucho dinero para financiar una campaña política y ésta se maneja de la misma manera que se venden cosas. Es difícil saber si los líderes lideran o meramente representan a los valores de la sociedad o de los que ponen el dinero. Es difícil saber si poseen capacidad para liderar cambios necesarios a la velocidad necesaria. Están constreñidos por los intereses de los que financiaron sus campañas y por lo que piensan o no piensan sus votantes. Están más atentos a las encuestas que a la necesidad de convencer y difícilmente orienten su acción en contra de quienes los votan, aunque rompa los ojos la necesidad de hacerlo.
Otro problema de los problemas ambientales es que sus efectos suelen ser acumulativos, lentos en términos de la vida de un hombre e invisibles a las personas comunes. Se relativiza el concepto de insostenible cuando el efecto se verá en lapsos muy largos. Además, tenemos una nueva religión: paradójicamente, tenemos fe en la tecnología, cuando ésta es hija de la ciencia y ésta de la experimentación refutable. La física es más poderosa que el dogma y el mundo se mueve, aunque la Iglesia lo niegue. No podemos confiar en que siempre encontraremos la solución tecnológica.
En síntesis, los temas que habría que tratar son la racionalización del consumo para lograr el ajuste de carga, la revisión del crecimiento con subsidio energético agotable como indicador de “progreso” y el diseño político adecuado para convivir y respetar la libertad, sin destruir la casa en la que vivimos.
Si tuviera que elegir un aspecto crítico para resolver rápidamente, me inclino por el balance de carbono, la descarbonización. La humanidad necesita encarar, casi desesperadamente, la transición energética y disminuir significativamente las emisiones de gases de invernadero. Sin esto lo demás pierde sentido. No se va a lograr con el activismo ambientalista ingenuo que cree en soluciones mágicas; tampoco hay razones para creer demasiado en la política. ¿Entonces?