Los Días Internacionales nos dan la oportunidad de sensibilizarnos sobre temas de gran interés, y al mismo tiempo, pretenden llamar la atención de los medios de comunicación y los Gobiernos para dar a conocer problemas sin resolver que precisan la puesta en marcha de medidas políticas concretas.
El 30 de julio de cada año se conmemora el Día Mundial contra la Trata de Personas, que tiene como finalidad fomentar la reflexión sobre este tema y visibilizar a aquellas víctimas que son explotadas y vulneradas en sus derechos humanos, y que constituye además, un problema de seguridad mundial, que fomenta la corrupción, la migración irregular y el terrorismo.
Su importancia también proviene de sacar a la luz y poner en el debate al más cruel de los tráficos, el de personas. Un negocio aberrante que mueve cientos de millones de dólares que ocupa el tercer lugar detrás del narcotráfico y el de armas.
Ante el impacto que ha tenido este delito a nivel mundial, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidió designar el 30 de julio de cada año, como el Día Mundial contra la Trata de Personas que es considerada la esclavitud moderna
Se estima que aproximadamente el 30% de las víctimas de la trata de personas son niños y el otro 70% son mujeres y niñas. Los primeros en la mayoría de los casos se usan para realizar trabajos forzosos en situaciones precarias, mientras que las segundas son explotadas sexualmente desde muy temprana edad. Eso sin contar aquellos casos que no llegan a los oídos de nadie debido a que se pierden entre los comerciantes de órganos del mercado negro o se vinculan con otros hechos delictivos como el tráfico de drogas.
En su mensaje 2020, el Secretario General de ONU, establece que el Día Mundial contra la Trata de Personas de este año rinde homenaje a los trabajadores de respuesta inicial que ayudan a poner fin al delito de la trata de personas: los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, los asistentes sociales, los profesionales de la salud, el personal de las ONG y muchos otros que trabajan en todo el mundo para proteger a los más vulnerables.
Al igual que los héroes de primera línea que salvan vidas y sirven de sostén a nuestras sociedades durante la pandemia del COVID-19, estos trabajadores siguen prestando servicios vitales durante la crisis, localizando a las víctimas y ayudándolas a tener acceso a la justicia, la salud y la asistencia y protección sociales, y evitando que se produzcan más actos de abuso y explotación.
En su segmento de Uruguay, el informe de ONU destaca que, si bien Uruguay no cumple totalmente con las normas mínimas para la eliminación de la trata, “está tomando importantes medidas para lograrlo”. En la misma dirección, el informe apunta que Uruguay “demostró en general haber trabajado más en el tema en comparación con el período del informe anterior.”
El informe también señala que “A pesar del aumento en las condenas, las medidas para procesar tratantes siguieron siendo insuficientes” y que “algunas víctimas se negaron a participar en los juicios contra sus tratantes por tener dudas sobre la capacidad del gobierno para garantizar su seguridad.”
En Montevideo se abrieron seis fiscalías especializadas, ha habido capacitaciones, pero en el interior no las hay y una denuncia de ese tipo queda mezclada junto con todos los demás delitos. Además, si se realizó en una seccional, es muy probable que ni siquiera llegue a manos del juez.
Por otro lado, el número de denuncias de delitos de esta clase es muy bajo; en 2019 en la División de Políticas de Género del Ministerio del Interior, apenas se contabilizaron 68. Pero esta cifra es absolutamente engañosa pues el mismo sistema juega en contra. Uno de los factores es la exigencia de que la denuncia deba partir de la propia víctima y demasiado a menudo, estas tienen miedo ya que han caído dentro en un mundo mafioso. Por ese motivo habría que cambiar esta redacción y deberían ser de recibo los aportes de los vecinos o de gente cercana, para que la policía y la fiscalía investiguen y persigan a los involucrados en esta sucia actividad. Además del peligro adicional al que hacen referencia las ONG que tratan esta temática, porque si no hay facilidades para dar refugio y protección a las damnificadas, sacarlas del círculo no es factible. Otro agravante es que a veces ni siquiera su familia les da cabida, en buena medida por el miedo a las represalias.
Es mucho lo que queda por hacer y con esa inquietud, el Rotary Club uruguayo se ha abocado desde el pasado año, a dar talleres de prevención para jóvenes de ambos sexos. En el mismo sentido, es oportuna la campaña audiovisual promovida por Unicef, INAU y Conapees, que es el Comite? Nacional para la erradicación de la Explotación Sexual Comercial de la Niñez y la Adolescencia, responsable de construir una política de carácter interinstitucional, elaborar y proponer el plan, fortalecer la coordinación, evaluar procesos de implementación y supervisar acciones que aborde la problemática de la explotación sexual comercial siendo la persecución de la Trata una de sus modalidades.
Solicito que mis palabras se radiquen en la Comisión de DDHH, para que este tema pueda ser considerado en su agenda y se obtenga información de lo que sucede en nuestro Departamento.