La presencia de una pandemia como la que afecta a nuestro país y al mundo despierta vivencias de incertidumbre y amenaza que afectan en mayor o menor medida el estado emocional de las personas, aunque éstas sean muy saludables.
Ante ello es esperable que experimenten importantes niveles de ansiedad y estrés, que se ven incrementados más aún por la condición de aislamiento físico, distancia social y/o cuarentena, así como el abrupto cambio en las rutinas que estas implican.
En este contexto es probable que en las intervenciones aparezcan importantes sentimientos de miedo ante la enfermedad, la escasez o falta de recursos; frustración y enojo ante la pérdida de autonomía y libertad; sensaciones de encierro y sentimientos de soledad; aburrimiento; tristeza y vivencia de caos y desorganización frente a la alteración de las rutinas.
Estas vivencias y emociones son esperables tanto en personas adultas como en niños, niñas y adolescentes, aunque de acuerdo a cada etapa evolutiva tendrán diferentes manifestaciones.
Es importante transmitir tranquilidad frente a la presencia de estas emociones, haciendo especial hincapié en la necesidad de ejercitar la tolerancia con uno/a mismo/a y con las demás personas con las que se convive.
Desde la Coordinación del Sistema de Protección a la Infancia y Adolescencia contra la Violencia (SIPIAV) se elaboraron algunos aportes, con el objetivo de contribuir a la adaptación de los dispositivos de intervención que se vienen desarrollando, adecuándolos al momento de emergencia sanitaria que nos encontramos transitando.
El despliegue de formas novedosas y creativas desde un enfoque biopsicosocial, para afrontar esta crisis tiene como objetivo:
* minimizar los impactos negativos biológicos, psicológicos y sociales en las personas.
* minimizarlos también en los/as profesionales y operadores/as que deben sostener las tareas de prevención, promoción y restitución de derechos.
* mantener las intervenciones en las situaciones de alta vulnerabilidad, donde el aislamiento y la emergencia sanitaria pueden contribuir a incrementar las manifestaciones de conductas violentas.
Situaciones de violencia
La recomendación de permanecer en casa ante la situación de emergencia sanitaria y la suspensión de actividades presenciales en las instituciones educativas formales y no formales, representa un incremento de los riesgos para niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia que conviven con sus agresores/as, a lo que se suma la disminución de contacto con otros referentes protectores tanto familiares, comunitarios como institucionales.
Este contexto también agudiza los riesgos de las mujeres víctimas de violencia de género en el
ámbito de la pareja al incrementar tanto el tiempo compartido en el hogar con el agresor, como las exigencias y tensiones en el núcleo familiar por los factores antes expuestos.
Por tal motivo es importante mantener el contacto continuo con las familias, monitoreando aspectos vinculados al clima del hogar y la convivencia entre sus integrantes en estas circunstancias, a través de preguntas cuidadas, abiertas y contextuadas que tengan en cuenta la posible presencia de la persona agresora durante la comunicación utilizada.
Rol de los adultos
Generalmente las comunicaciones se establecerán con personas adultas, en un momento en que las condiciones de vida están altamente determinadas por el afuera, las recomendaciones sanitarias y las readecuaciones institucionales, que han llevado a la re organización de la dinámica cotidiana, familiar y laboral.
Ante ello, es importante contribuir al fortalecimiento del mundo adulto desde su lugar de sujetos, escuchándolos y apoyándolos a asimilar toda la información que les llega en forma masiva. Transmitirles la importancia de su rol en el cuidado, de modo que sus acciones en estos momentos sean valoradas y repercutan positivamente en la crianza de niños, niñas y adolescentes.
Buscar desde este posicionamiento empático construir un vínculo de sostén que pueda ser replicado con los demás integrantes del núcleo familiar, potenciando la creatividad y la resiliencia en estos momentos críticos, que contribuyan a contrarrestar factores negativos.
Prácticas de Crianza
Es importante habilitar a las familias a implementar determinadas flexibilizaciones en las pautas de crianza de niños y niñas en estas semanas, en las cuales es probable que estos/as pasen más tiempo ante las pantallas, puedan mostrarse irritables, ansiosos/as y/o hiperactivos/a. Asimismo es importante transmitir que no es un buen momento para llevar adelante procesos de cambios de comportamiento que impliquen exigencias y expongan a más frustraciones (por ejemplo cambios respecto a conductas relacionadas con el sueño, la alimentación, control de esfínteres, sobre exigencias académicas, entre otras).
Durante las comunicaciones es importante aportar ideas respecto a cómo establecer rutinas diarias nuevas y más flexibles, así como sobre juegos compartidos que puedan implementarse en el hogar durante estas semanas.
Adicionalmente es recomendable invitar a las familias a conversar con niños, niñas y adolescentes sobre la situación de pandemia, las medidas necesarias para combatirla y los miedos y fantasías que enfrentan al respecto, respondiendo a las preguntas que éstos/as realizan de forma sencilla, con un lenguaje acorde a su capacidad de comprensión. En esta línea es importante explicar que, aunque se evite conversar respecto a la situación, ésta sigue existiendo, provocándonos todas las emociones mencionadas anteriormente.
Por otra parte, es importante instar a las personas a buscar información en fuentes confiables a efectos de minimizar la exposición a noticias falsas y sensacionalistas que contribuyan a aumentar el pánico y la ansiedad.