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20 de June del 2019 a las 14:15 -
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“SANGRE DE MI SANGRE, RAÍZ DE MI EXISTENCIA, ORGULLO DE MI SER”
En memoria de Miguel Centurión Zapata, por su hija Diana Centurión Camacho

El tata y la nena y la nena y el tata. ¡Qué dúo!
El que me enseñó que no es necesario tener algo para darlo todo.
No hay que ir a la escuela para ser un sabio.
Y no hay que llevar armas para ser un guerrero.
El tiempo y la paciencia son los bienes más preciados de un abuelo y en eso fue millonario.
Con eso califica para ser el mejor del mundo.
                                                                              Marian Bentancourt 19 /06/ 2019

Inspirado en Miguel Marcelino Centurión Zapata, primer hijo varón de una familia de catorce hermanos, criados en extrema pobreza, considerado por compañeros de escuela y familia como un buen muchacho, exigido por la realidad de vida desde niño a trabajar para ayudar al sustento de la casa.
Defensor de la unidad de la familia, de la que disfrutaba tanto como le era posible, un buen hermano e hijo, un enamorado de la vida, con muy buen humor, el que nunca perdió.
A los 17 años con apenas tres años de Primaria y sin ser aun ciudadano, porque la comenzó a trabajar en fábrica Pamer, sindicalista y activo partícipe de la izquierda uruguaya y de Soriano, fundador junto a Pedro Capdevila, Ángel Canedo, Da Costa Churruca, Alcides Lozano (entre otros de los que carecemos de información), de la Cooperativa de Consumo de los obreros de Pamer, algo revolucionario para la época.
Fundadores y trabajadores por y para la compra y mejoramiento de lo que hoy se luce como el Centro Papeleros Mercedes.
Integrante de la Asociación de Empleados y Obreros Mercedes, en ese tiempo su sede se situaba en calle Colón y Sánchez, de acuerdo a datos obtenidos en dicho lugar el Profesor Temponi y Sclavi, desarrollaban importante labor.
Luego trasladada a Giménez entre Cassinoni y 19 de Abril, lo que hoy identificamos con el nombre de Plenario Itersindical.
Deseo destacar a quien tomé como referente para recomponer historia, porque fue amigo y compañero de ruta en su búsqueda, Pedro Capdevila, obrero de Pamer, sindicalista, con estudios de UTU, un intelectual, que llegó a desempeñar cargos jerárquicos dentro de la empresa a nivel de Montevideo.
Con Pedro se conocieron siendo obreros en Pamer, trabajando en el sindicato, al contraer matrimonio con mi madre, pasaron a ser vecinos consolidando amistad de por vida.
Conformaron la Juventud Socialista, teniendo como lugar de reuniones la carpintería existente en calle Ferreira Aldunate y Haedo, perteneciente a Taruselli, que actuaba como secretario del grupo, integrado también por el Profesor Kelly, Gramajo (funcionario bancario) el Dr. Ritorni, Julio Troche, entre otros.
De este proceso de participación sindical y político, con Pedro Capdevila pasan a fundar Unión Popular, por los años 1967, 1968, cuyo líder era Erro, aquí participaron activamente Mazziotti, Gramajo, Bellini, Sires, y otros allegados de los cuales no tenemos información.
Y llegó un día en que la vida le haría demostrar una vez más cuán grande era, víctima de la dictadura militar un 22 de mayo de 1973, se presentaron en mi casa dos militares que lo invitaron a acompañarlos, mi madre en forma inmediata nos indicó que no dijéramos nada.
Sabían que vendrían, dado que tenían conocimiento de la detención de otros compañeros.
Con los años pudimos darnos cuenta de la importancia de la lucha de mi padre y el sostén de mi madre Delia, una mujer con una fortaleza espiritual que nos sacó adelante junto a mis hermanos, con la ayuda de amigos y vecinos.
Algunos desaparecieron, y lo entendimos, nunca pasamos factura por ello.
Con el ejemplo moral de mis padres enfrentamos la vida como se nos planteó.
Durante cinco años nuestro padre estuvo en la cárcel de Libertad, pasando junto a otros compañeros por distintos lugares de detención, Mercedes, Salto, Rivera, San José, donde fue torturado sin piedad, a decir de algún compañero, es como que se ensañaron con él, las pasó todas.
A pesar de ello y al igual que la mayoría de quienes sufrieron estos abusos nunca mencionó los dolores sufridos y vistos, sólo su silencio y su sordera nos transmitieron su padecer.
Es difícil describir lo sucedido en el día a día, lo doloroso que fue, desgastante para la salud de nuestra madre, y de momentos difíciles. De tener una vida de familia estable, padres con los que compartíamos los mejores momentos. Donde la convivencia en actividades de los obreros de Pamer, fueron parte de la vida social de todos nosotros.
¡De momentos tan lindos! pasamos a los miedos, “no digas que…” el saber lo que sucedía con otros compañeros que desaparecieron o se exiliaron.
¡Pérdidas!, y entre ellas, la fuente laboral que sustentaba la vida familiar; a mi hermano Miguel que tenía 17 años, lo incorporaron a trabajar en Pamer.
Yo tenía 15 años, hay recuerdos que permanecen, y fue ver en TV de la vecina el comunicado de las Fuerzas Conjuntas, donde mostraban la foto de los detenidos.
Aparecía mi padre con los detalles de su detención, fecha de nacimiento y dirección, la mamá de mi amiga me preguntó “ese es tu papá ¿no?”, respondí si es él, quedé con un nudo en la garganta, rato más tarde me retiré.
A pesar de que pasaba tiempo con ellos, a pedido de mi madre yo no les había dado a conocer la detención de papá, seguramente ellos lo sabían.
Cuando llegué a casa y le comenté a mi madre este hecho, a pesar de que supo disimular muy bien su sentir, el mismo traspasó su cuerpo invadiéndola de pena y vergüenza.
El antes durante y después de la experiencia de ser parte de la historia de los presos políticos, dejó en nosotros muchas cosas, pero no dejó odios ni rencores, sí pensamientos firmes, conocimiento, fortalezas y compromiso, ya que papá volvió, pero ¿cómo volvió?
Convertido en lo que se propusieron los militares, un despojo humano, lo que requirió años de convivencia y cuidado para que en algún momento encontráramos algo de lo que había sido.
La vida con los nietos y su apoyo para qué pudiéramos trabajar, sintiéndose útil, fue lo que contribuyó a que no se profundizara el debilitamiento de su salud mental. Lo que llevó mucho años mejorar.
Luego de salir de la cárcel el 18 de enero de 1979, todo fue más difícil aún, papá no lograba tener trabajo, y surgieron todos los problemas que se originan luego de estas vivencias… las sobrellevamos de la forma que podíamos, muchas veces sin entender cómo.
Durante un tiempo trabajó en “La Ladrillera”, lugar de fabricación de ladrillos, dando quiebra en ese momento. En otro corto período trabajó en un aserradero.
Para mi madre, sobrevivir a todo lo sufrido y enfrentar cada día los problemas, llevó a que a los tres años su corazón no soportara más y dejó de latir, dejándonos el dolor por la pérdida y la responsabilidad de cuidar a papá.
No lo dejamos solo jamás y aprendimos desde nuestra preocupación por su bienestar a reafirmar conceptos arraigados en su persona, entendiendo su lucha y que a pesar de su padecer no lograron cambiar.
Fuimos conscientes de la necesidad que existía a ser integrado al mundo del trabajo, algo que no fue posible, en un momento en que por distintos motivos entendíamos imperioso su salida del encierro le sugerí que ya que tenía tantos conocidos hablara con alguno, a lo que me respondió, “ellos saben dónde estoy y como estoy, yo no tengo que ir a pedir nada”.
Esta repuesta clara y contundente acompaña nuestra vida, teniéndola siempre presente, a su lado aprendías no solo de su accionar y ejemplo sino de frases como estas.
Al decir de él: “me encerraron el cuerpo pero no pudieron con mis ideas”.
Recordamos que en cierto momento el “Pato” Rava, intentó ayudarlo dándole la oportunidad de trabajar en la Unidad Cooperaria, creo que como cocinero. No fue mucho el tiempo que permaneció en ese lugar.
Pasaron unos cuantos años y entendimos que papá debía volver a socializar y lo estimulamos a que se inscribiera en UTU, algo que le fue muy útil y donde se encontró nuevamente con grupos humanos de docentes y compañeros que ayudaron a su reintegro al mundo, el alumno que llegaba temprano con su cuadernito en la mano, cursó Sanitaria y Plomería y luego Panadería y Confitería.
Su compañero Néstor Gurruchaga comenzó a incorporarlo a la actividad política.
Participó en la marcha que realizaron los papeleros a Montevideo, algo que le y nos removió muchas emociones.
Integró el campamento de jóvenes realizado en el Club Bigúa de Mercedes, donde una de sus tareas fue colaborar en la elaboración de la comida brindada.
Este encuentro significó uno de los momentos más movilizadores de sus emociones, desde esa vivencia su salud detonó en problemas serios de corazón.
Por los problemas de salud surgidos debió perder varios kilos, buscó ayuda concurriendo a reuniones de Alco, espacio donde recuperó no solo calidad de vida, sino también, ayudarse y ayudar.
En un congreso de trabajadores, realizado en noviembre del 2006 que denominaron Miguel Centurión, Juan Antonio Legorburo como ex compañero de Pamer definió a Miguel como: “un luchador social profundamente arraigado en los temas populares, gran compañero de trabajo, altamente calificado, que siempre estuvo en las luchas por las reivindicaciones por las luchas de los trabajadores. Hablar de él es hablar de la más pura esencia del sindicalismo del Centro Papeleros Mercedes. Creador junto a otros, del Congreso del Pueblo de la CNT, Miguel fue uno de los impulsores. Extraordinario padre y compañero de trabajo, como sindicalistas aprendimos mucho de él”. (Extraído de Diario Crónicas noviembre 2006).
Para nosotros sus hijos, un gran ser humano, un autodidacta, que nos legó el valor de la lectura, que actuaba como lo que decía, defensor de sus ideales, con gran convicción, con excelente relacionamiento humano.
Un apasionado trabajador, amante de la familia y amigos, de las reuniones y de la convivencia con diferentes grupos con los que interactuaba.
El líder que no se veía, trabajando para promocionar a aquel que creía tenía valor necesario para la organización.
Estando ya en sus últimos días en la cama del Sanatorio, de la nada me comenta “ellos piensan que la fábrica es de ellos, pero la fábrica es de nosotros, los obreros”. Le pregunté de quien hablaba me respondió de los patrones… hacía más de treinta años que no formaba parte de su trabajo, luego de eso ya perdió el conocimiento.
Nuevamente las frases… que llevaban a que las analizáramos entendiendo su sentido.
Miguel, Carita, el Cumpa, o el Gordo, como solían llamarlo fue ese ser humilde, sufrido, íntegro, que nos dejó todo, el ejemplo del compromiso con la vida, y de ver la vida con optimismo regalándonos su gran sonrisa.
En noviembre de 2005 Miguel partió en paz, porque estaba en paz con su conciencia, sabía lo que dejaba, y con la esperanza de que llegaran los cambios por los que él y muchos trabajadores y estudiantes dejaron la vida, otros sus familias y otros la historia de su vida.
Lo acompañamos a partir con el mismo amor que recibió en vida de sus nietos, familia y amigos. El amor que él tenía y por lo que emprendió sus luchas sin importar las consecuencias.
Si Marian: no se necesita llevar armas para ser un guerrero…

Diana Centurión Camacho
Junio 19 de 2019

Fotografía: Año 1983, Miguel con su madre Mariana Zapata, y su primer nieto Gastón. Últimos días de vivir Mariana en el rancho, en De la Rivera entre Lavalleja y Zapicán.

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COMENTARIOS
Enviado por: Carola

El Tio Miguel "vaya a la esquina nena a ver si llueve"


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