En el marco del ciclo de Cine Foro, este miércoles 15, la Comisión Memoria, Justicia y contra la Impunidad de Soriano, está invitando a presenciar la exhibición del documental "El Cultivo de la Flor Invisible", una realización de Juan Alvarez Neme, a partir de las 20.00 horas con entrada libre y gratuita, en Cine Mercedes Digital ubicado en la capital sorianense en su sala de Sánchez entre Ituzaingó y Artigas.
El Cultivo de la Flor Invisible es un retrato cotidiano de un grupo de personas que sufren la desaparición forzada en Uruguay. El documental los acompaña a lo largo de 5 años a partir del primer triunfo de la izquierda en el país, explorando la realidad a través de sus ojos. La película ensaya en este movimiento en paralelo, la persistencia de la búsqueda por la verdad en una sociedad dividida entre la justicia y el olvido.
Comentario
En pocas palabras...: Un retrato sensible y sutil, hecho a partir de la curiosidad y el respeto con los que el realizador Juan Álvarez Neme siguió a un grupo de madres de detenidos desaparecidos durante cinco años.
Madres
Hay imágenes que son imborrables, tan contundentes que efectivamente superan cualquier discurso, cualquier articulación de palabras. En el proceso de creación de un documental (o de cualquier pieza audiovisual), esas imágenes pueden ser creadas minuciosamente o aparecer sin esperarlo, así de repente, y ser captadas por la cámara y por la mirada inteligente y sensible de un director. De esa clase de imágenes (de unas y de las otras) se construye El cultivo de la flor invisible, primer largo documental del realizador Juan Álvarez Neme.
Porque aún cuando sus protagonistas hablan y expresan sentimientos, vivencias y emociones con sus propias voces, las imágenes que éstas evocan son mucho más poderosas que lo que ellas dicen. Y es mérito del director dar al espectador el tiempo necesario como para conectar con esas imágenes, con esos momentos, estén o no reflejados en la pantalla.
Un niño del año 2005 mirando con curiosidad la imagen detenida en el tiempo, en un cartel, del hijo de Luisa Cuesta; Javier Miranda sentado debajo de una mesa, mirando la tele en la misma posición que el niño que era cuando desapareció su padre; María Ester Gatti narrando su encuentro con Gavazzo, años atrás, frente al mismo edificio en que sucedió aquel encuentro; Milka González aferrada a la reja de una ventana, en el exterior de la casa donde vivió su hijo en Buenos Aires; una discusión entre Luisa y su hijo, evocada por ella entre los nombres del Memorial a los desaparecidos; y el cuadro de Giuseppe Pellizza que se nos viene encima desde la pared de su casa, con esa madre encabezando, con su hijo en brazos, una marcha como las que cada año encabeza la propia Luisa, junto a las otras madres y familiares de detenidos desaparecidos por la dictadura en Uruguay.
Así se va construyendo este retrato de un puñado de esas madres que, como dice una canción de Pedro Guerra, fueron robadas donde más dolía: de silencios y palabras, de miradas perdidas y encontradas, de rincones vacíos, de músicas que salen de pianos o de discos, de recuerdos dolorosos y otros que arrancan sonrisas de un lado y otro de la pantalla. De dientes apretados y abrazos solidarios. De marchas y contramarchas. De curiosidad y respeto, los mismos que demuestra a cada paso Álvarez Neme en su acercamiento a esas madres a lo largo de un proceso y de un vínculo que le llevó más de cinco años construir. Un período de tiempo muy corto en comparación con los más de 30 años que han pasado para estas madres desde que vieron a sus hijos e hijas por última vez...
Ese respeto se evidencia sobre todo en la permanente contención emocional; aquí nadie va a ver madres llorando en primer plano, como las que salen en los informativos después del crimen de la semana. Aquí tampoco se hace una crónica histórica de la causa y la lucha de Madres y Familiares. No hace falta, no es la idea; alcanza con el testimonio de cada una de esas mujeres, que hablan de sus hijos ausentes y se nos revelan tan reconocibles, tan fuertes y tan humanas como cualquier madre uruguaya. Madres de madres, abuelas y madres, madres sin hijos a las que más de medio país les suele dar la espalda, les ignora, les cierra la persiana, como esa voz invisible que se esconde detrás de una ventana y rehuye dar la cara.
Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy