Ni Una Menos – Soriano
25 de Noviembre de 2018
No estamos todas. En Uruguay, contando solamente las mujeres asesinadas en lo que va del año, nos faltan 35.
Es como si hubieran entrado a cualquier Liceo de Mercedes y hubieran matado de un saque a una clase entera. Como si hubieran arrasado con tres cuadros de fútbol completos… y un poco más.
Como si hubieran asesinado a todo el Senado de la República… y un poco más.
35 mujeres muertas por la violencia patriarcal.
Desde el dolor que nos causan sus ausencias y desde el compromiso de volverlas presencias: deseamos.
Sí, ¡deseamos! Porque el deseo y, particularmente, el deseo de las mujeres es, en sí mismo, rebeldía frente a los mandatos que nos quieren sumisas y devotas.
Deseamos una vida libre, una vida linda, una vida...¿es mucho pedir?
Deseamos que los espacios destinados a la protección, el desarrollo y el cuidado, como los centros educativos o de salud, no sean más escenarios del acoso sexual o los abusos de poder.
Deseamos que nuestros cuerpos no sean vistos como mercancía, a la que los varones pueden poner precio; deseamos que no nos usen ni se crean nuestros dueños, porque no somos cosas.
Deseamos que ninguna muerte quede impune, pero que tampoco queden impunes los abusos, las violaciones, el acoso, la explotación sexual y comercial de adolescentes y niñas, las golpizas a las personas trans, la discriminación que sufren muchas lesbianas, el señalamiento a quienes no se identifican con el sistema binario “nena o varón” y todas las múltiples y dolorosas formas de condena que se imponen sobre las personas que viven en disidencia con el orden establecido.
Deseamos que la diversidad pueda ser vivida como una fiesta, donde nadie quede afuera, porque la naturaleza no sabe de talles y el mundo tiene lugar para todos los colores.
Deseamos que las instituciones se hagan cargo de la parte que les corresponde, porque son responsables de que las leyes sancionadas y los dispositivos creados, se conviertan en práctica concreta y sean accesibles para cualquier persona común y corriente.
Deseamos que cada vez que una mujer es violentada, las miradas hagan foco en el agresor y cuestionen al patriarcado, en vez de culpabilizar a la víctima y justificar al violento.
Deseamos que no nos encasillen más por reivindicar el derecho a una vida libre de cualquier tipo de violencia.
Frente a tanta muerte, deseamos.
Deseamos una vida libre, una vida linda, una vida… y al estar todas juntas y deseando, ¡ya la estamos haciendo!
¡¡Vivas, libres y deseantes nos queremos!!