(Por Enrique Lécaille) El 9 de julio de 1987 la selección uruguaya de fútbol le ganaba uno a cero a Argentina, en el estreno de la Copa América, en el Estadio Monumental de River Plate, con un gol del duraznense Antonio Alzamendi. Aquella memorable tarde otro hijo de Durazno, el marcador de punta Alfonso Enrique Domínguez, inscribiría por siempre su nombre como protagonista de uno de los partidos históricos de los celestes, por haber frenado nada menos que a Maradona, por entonces campeón mundial. Unos días después de ese partido, el 12 de julio, Uruguay vencía Chile con anotación del riverense Pablo Bengoechea y se coronaba campeón de América, dirigido por Roberto Fleitas.
Por estos días, dedicado en la actualidad a la dirección técnica, Domínguez llegó a Mercedes, en su condición de entrenador de la selección sub-18 de Flores, que quedó eliminada de la Copa nacional de selecciones, ante Mercedes. @gesor aprovechó esta circunstancia para entrevistarle.
¿Cómo te has sentido en esta función, trabajando con los juveniles de Flores?
“Es una experiencia muy interesante, que me permite seguir vinculado de manera estrecha al mundo del fútbol, tratando de transmitir todas las vivencias recogidas como jugador en equipos grandes, aunque a veces los resultados no acompañan. Antes tuve la oportunidad de trabajar un par de años con la selección sub-18 de mi departamento, Durazno, y después surgió este proyecto en Trinidad, a largo plazo, pero lamentablemente, como te decía, los resultados no han sido los mejores y eso se vuelve en contra en cualquier proyecto a largo plazo, porque no bastan las intenciones”.
¿Y qué respaldo ha tenido?
“A nivel de dirigentes en líneas generales me he sentido respaldado. Tanto la Comisión de selección como los presidentes de los clubes de la Liga de Flores me han brindado su apoyo, pero reconozco que hay mucha gente que no está conforme y que sale a los medios de comunicación a dar declaraciones mal intencionadas. Pero eso no me quita la tranquilidad, porque son comentarios de gente que nunca ha ganado algo”.
¿Y a qué atribuye eso? ¿Es sólo por los malos resultados?
“Yo creo que eso obedece fundamentalmente a que no soy nativo del departamento. Aunque Durazno esté muy cerca de Trinidad, aunque seamos de la misma zona, muchos han salido a decir que yo no conozco el fútbol de Flores y con eso argumentan en mi contra. Yo creo todo viene por ese lado”.
¿Qué cosas han cambiado ahora en el fútbol uruguayo a nivel de las divisiones formativas, comparando con la época en que tú comenzaste tu carrera en Durazno y soñabas con ser futbolista profesional?
“Hay un cambio sustancial y es que la gente que está metida en el fútbol profesional ya no espera a que los muchachos tengan 17 o 18 años para llevárselos. Ahora salen a buscar pibes de 13 años o menos. Llegan prometiéndoles muchas cosas, engañándolos con un futuro prometedor y eso no deja que los jugadores vivan como corresponde su proceso de aprendizaje. Por eso, aunque hay buenos jugadores, la realidad se trastoca”.
¿Y desde el punto de vista técnico? ¿Se juega mejor ahora?
Hay departamentos que han evolucionado mucho. Yo siempre pongo como referencia a Colonia, que se maneja en otro nivel, tal vez favorecido por la situación económica, que es diferente al resto de las ligas, por ejemplo, a lo que podemos estar viviendo en Durazno. Hay un mayor respaldo económico y eso se nota, porque tienen más material y otras condiciones para trabajar”.
¿Y qué le ha parecido la selección juvenil de Mercedes, a la que ha tenido que enfrentar en este tramo de la Copa nacional?
“Es un grupo armado, como lo demuestran los resultados, porque por algo se mantienen invictos en lo que va del campeonato. De todas formas, a mí lo que más me impresionó de Mercedes fue la actitud de sus jugadores. A nosotros nos ganaron con muchísima actitud. Se nota sin dudas que hay mucho trabajo detrás”.
NOTA. Además de ser campeón de América en 1987, Alfonso Domínguez fue vice campeón de América en 1989, en Brasil, junto a Javier Zeoli, el doloreño Santiago Ostolaza y Enzo Francesoli, entre otros, y campeón de la Copa Libertadores con Peñarol. Jugó también en Nacional, River argentino y Huracán Buceo.