Este domingo se desarrolla en Mercedes una nueva Marcha del Silencio, como réplica de las que hace 23 año se lleva a cabo en Montevideo en reclamo de verdad, justicia y contra la impunidad de los hechos ocurridos durante la dictadura cívico militar en Uruguay, reclamando por los detenidos desaparecidos y para que los responsables de los crímenes de lesa humanidad sean juzgados.
En Mercedes se recibió a Sara Méndez, uno de los emblemas durante años de la lucha, en este caso por la recuperación de los niños apropiados por los represores, niños nacidos en cautiverio y que fueron robados por los propios militares, tal el recordado caso de Simón Riquelo.
Simón, el hijo de Sara que en el 2002, se logró recuperar, estaba en poder de una familia de represor argentino que dijo que se había quedado con él porque esa noche que iba a ser entregado a un asilo para niños, hacía mucho frío y él tenía calefacción en su casa y la señora se enamoró del niño y decidió quedarse con él y criarlo como un hijo de ellos, hasta que a los 26 años supo, por la búsqueda de su verdadera madre, que era Simón Riquelo y Aníbal como le habían puesto sus padres apropiadores.
Con Sara Méndez, @gesor tuvo un mano a mano este domingo, y contamos parte de esta historia a 16 años de haber "recuperado" a su hijo, un relato que deja al desnudo el daño irreparable que causó el terrorismo de Estado para estas personas.
Tú tienes la experiencia de haber recuperado a tu hijo, ¿qué cambió en tu vida hoy al haber pasado varios años de ello? ¿Qué te aportó para la lucha? ¿Qué te ha aportado como madre?
-"Siempre hablo de daños irreparables, las dictaduras dejaron huellas de su accionar, que por más que mañana demos con algún responsable de estos hechos, sea juzgado y cumpla una condena, hay un daño que no es reparable.
En el caso de los chicos apropiados sucede eso. Las mujeres que fueron llevadas a cautiverio estando embarazadas y sus hijos nacieron en prisión, y que fueron apropiados por los mismos secuestradores, los que estaban llevando a cabo la represión, para esos chicos el daño que se les provocó, pueden manejar determinados elementos de ese daño, pero la huella que provocó, no. No solamente que se les sacó de ese medio, se les dio una falsa identidad, se les mintió, si no que los crímenes de los padres, los llevaron adelante esos mismos represores, formaron parte del aparato represivo que terminó con la vida de sus padres y de los compañeros de sus padres. El saber que fuiste criado por el enemigo y que te transmitió pautas de sus valores, cuando hacen conciencia de eso y empiezan a conocer el otro mundo, el de sus padres, de los compañeros de sus padres, se produce un choque muy fuerte. Porque es difícil de aceptar, una vez que se vislumbra el conflicto, ellos quieren a esos apropiadores como les llamamos nosotros, no les llamamos padres, porque esa relación fue fruto de un hecho aberrante que fue un secuestro, una apropiación.
Se les produce un conflicto muy grande, el querer a quienes deberían odiar, a quienes deberían rechazar, pero sin embargo fueron los primeros seres que ellos concibieron en esa función de la paternidad. En esa medida ha sido un hecho tan aberrante que no fueron solamente secuestrados, apartados de la vida, de su familia biológica, dada una falsa identidad y una falsa historia, si no que además todo eso lo produjeron aquellos que terminaron con la vida de sus padres y tenían la ideología del enemigo de sus padres. Es muy profunda esa huella que marcan en ese conflicto, que difícilmente lo puedan resolver. Es el amor y el odio que están en juego, de forma permanente. Esos son los daños irreparables de las dictaduras".
¿Qué cambió en tu vida?
-"Yo podría seguir buscando como muchísimos familiares que todavía siguen buscando porque aun no lo encontraron, pero después del encuentro -y les ha pasado a todos- la mayoría fueron abuelas, casi no había padres sobrevivientes, fueron escasísimos, cuatro o cinco, la madre en general no. En esos casos restablecer una relación es algo muy difícil, es un desafío muy grande y que lleva mucha comprensión, comprender al otro, acompañar en ese proceso, que tiene avancen y retrocesos como todo proceso. Y es doloroso también. Hay que dedicarse a eso, no solo en la acción hacia afuera, si no en los propios cambios que se tienen que producir en uno hacia adentro, de poder comprender esa situación para poder lograr llegar al otro.
Lo digo claramente, mi hijo, Simón fue el nombre que le pusimos nosotros, el apropiador le puso Aníbal, y él eligió mantener su nombre de pila Aníbal. En esa lucha de los dos nombres, con dos historias, está él como persona, el aceptar, cosa que a muchos amigos míos les costaba decirle Aníbal, es aceptar a ese hombre, a ese niño que fue secuestrado cuando tenía 20 dias y lo encontramos cuando tenía casi 26 años, que fue Aníbal".
En esa recomposición de la identidad de Simón o Aníbal, ¿se ha podido entramar la relación de madre e hijo? Lamento tener que hacer la pregunta algo más dura para poder entender en profundidad, recuperaste a Simón, ¿de verdad lo recuperaste?
-"No, no, es lo que que quería explicar, el proceso debe ser muy de adentro, porque nunca vas a recuperar a Simón, es un nuevo ser, como posiblemente el apropiador, tampoco encontraría en él al Aníbal que ellos criaron, la aceptación es esa. No pienses que es Simón, es una persona que tiene su historia muy compleja, que tenés valorarlo tal cual es".
Es tan difícil todo para muchos familiares de desaparecidos y para quienes como Sara se reencuentran con sus hijos o nietos luego de tantos años. Años que soñaron con eso y que imaginaron miles de formas de hablarles y de abrazarlos y se dan cuenta que tiene que empezar de nuevo. Celebro que Sara entienda que Simón o Aníbal es un nuevo ser con el que emprenderá la tarea de lograr una nueva vida. Un abrazo para ellos
Yo siento que en parte recuperé a Simón , acompañé a Sara en Barcelona en su búsqueda. Fuimos a radios, la acompañé a charlas, periódico. Pero entiendo perfectamente a Sara. El daño causado es irreparable, ambos fueron victimas Un beso Sara
Sara, solo el amor inconmensurable de una madre, puede entender un proceso tan doloroso. Admiro tu sabiduría y fuerza, aunque al encontrarlos, tengamos que contentarnos con haber visibilizado su verdadera identidad y su compleja historia. Mucha fuerza, querida compañera.
Soy madre y me cuesta enormemente ponerme en el lugar de Sara. Por supuesto me alegra que su búsqueda haya terminado, pero entiendo perfectamente cuando dice que no encontró a Simón. Simón no existe, el ser humando que Sara pudo haber formado, nunca existirá. Hay un consuelo en saber, pero no puede haber reparación. Ella sólo puede intentar comprender y dar amor. El daño es permanente. Quisiera poder abrazarla y abrazar a Aníbal, con ternura, en un intento de dar consuelo. No puedo ni podré nunca olvidar ni perdonar.
Que fácil le resulta a algunas personas decir cualquier cosa a un periodista,que este la escriba y que la gente la crea. ¿La verdad? Su verdad Sara Méndez nunca la va a contar y nunca la vamos a leer. De la misma forma que tanto uno como otro bando nunca la van a decir por dos razones; MIEDO y VERGUENZA .