Para sus compañeros "El Bagre", para los militares un número, el 1359 (trece cincuenta y nueve) con el cual al llegar al Penal de Libertad y luego de ser rapado y colocado el mameluco, se le identifó durante los casi cuatro años que estuvo allí.
Miguel Canedo, es otro de los mercedarios que debió sorportar el terrorismo de Estado y que este martes viajó para reencontrarse con algunos de los compañeros que compartió el encierro en el Penal de Libertad, donde se inauguró el Espacio Memorial.
Miguel contó a @gesor su historia desde la detención y su periplo por los diferentes cuarteles y centros de detención.
Comenzó recordando que todo comenzó "en la mañana, entre las 7.30 y la 8.00, estaba por salir para la chacra, yo trabajaba en una chacra, sacando la bicicleta, veo gente del Ejército en la puerta, un jeep detrás y dos personas que me dicen que los tengo que acompañar, lo que me toma de sorpresa. Esto fue en mi casa en Mercedes, en mayo de 1973, le pregunto qué pasa y me dicen que es por averiguaciones, nunca me habían llevado".
¿Por qué lo llevaban? "Participaba en el sindicato de la remolacha en la época que estaba Arinsa, pensaba que era por algo referido a eso, aunque eran legales los sindicatos. Iba a guardar la bicicleta pero me dicen que la llevara, por lo que me subo a ella y veo que los dos andaban en bicicleta también, ellos iban a mi costado y les pregunto para donde ibamos, "al cuartel", me dicen. "Entonces sigo de largo" les digo íbamos por Espinosa para arriba, miro para atrás y el jeep también seguía detrás de nosotros y cuando cruzo una de las calles veo que por la otra calle también iba otro jeep contraflecha, ya vi que la historia era otra. Seguimos hasta que llegamos al cuartel".
¿En el cuartel?
"Cuando llegamos al cuartel, nos pusieron directamente en el frontón, de entrada me improvisaron una capucha con una bolsa de yerba tipo de lona que usaban los milicos y estuvimos esperando, percibía que seguía entrando más gente pero no la podía ver. Estuvimos, calculo que hasta el mediodía, que seguía llegando gente. Pasaba el tiempo y seguíamos de plantón".
¿Sus familiares se enteraron?
"Salía de la casa de mi vieja que había estado enferma, esa noche me había quedado allí, se ve que los tipos estaban esperando que yo saliera. Cuando salí le dije a mis padres mirá que me voy, vinieron a buscarme en averiguaciones y quedaron sabiendo eso nada más".
¿Cómo siguió la historia en el cuartel?
"Y en el cuartel recién se movieron de tardecita, más de las 6 de la tarde por lo que podía ver hacia el suelo por la parte de abajo de la capucha. Viene una tipo camioneta y ahí nos cambiaron la capucha improvisada por una auténtica que usaron siempre y alcanzamos a ver que nos cargaban en una camioneta, todos al piso, y ahí nos ataron con alambre unos con otros. Cuando vi eso dije acá que pasa, no teníamos ni idea que podía ser esa historia. Pusieron un toldo por arriba y arrancaron sin saber para donde nos llevaban. Nos enteramos dons llegamos cuando estábamos en Fray Bentos porque andaba un camión de propaganda callejera que decía acá en Fray Bentos, si no, no sabíamos, había ido de tardecita.
Y de noche salimos para otro lado que resultó ser Salto, previamente pasaje por Paysandú que nos enteramos porque gritaron que pasábamos por allí y seguimos a Salto".
¿Interrogatorios?
"Desde que me detuvieron el único interrogatorio fue antes de que nos ataran para llevarnos nos preguntaron de qué partido político eramos, algo cortito, siempre con la capucha puesta, algo clasificatorio, yo estaba dentro del PCR".
¿Mientras estuvo de plantón en el Cuartel de Mercedes pudo saber de algunas otras personas que estaban allí junto a usted o cuando los trasladaron atados?
"Ahí fuimos sabiendo quien era uno y otro. En ese momento recuerdo que nos trasladaron con Rava, un señor que ni lo conocía, le decíamos el capitán Torres de Dolores hombre mayor ya, era un capitán de cabotaje de la Marina Mercante, tengo la idea que en ese trayecto también iba el Negro Muzzio, otro era Ledesma que trabajaba en la remolacha, Miguel Centurión, el Pollo Perrone los dos de Pamer".
¿En Salto qué pasa?
"Ahí nos llevan a lo que después nos enteramos era una sala de esgrima, había una escalera para arriba y empiezan los interrogatorios fuertes, seguíamos con el plantón corrido, ya nos habían desatado. Ahí había hecho casillas, no podías ver al que estaba al lado, a veces para golpearte te sacaban la capucha o vos mismos inconscientemente te la sacabas porque perdías el conocimiento y le levantaban a patadas y no veías nada porque estabas hecho harina, estabas como sonámbulo, veías una nebulosa. Nos preguntaban qué preparativos estábamos haciendo, y no sabíamos nada si nosotros eramos sindicalistas todos. Después con el tiempo nos enteramos que habían armado todo en Salto, porque nos encontramos que vinieron de todo el país a Salto, gente del Partido a ese lugar, habían inventado una guerrilla, se iniciaba el terrorismo de Estado. Ahí nos hicieron el interrogatorio fuerte, allí hicieron el presumario y después nos pasaron a Montevideo, al 9° de Caballería. En Salto me imagino que habré estado cerca de una semana. Desde allí salimos todos esposados y marchamos para el 9° donde después nos enteramos que en el 9° nos tenían como en depósito para llevarnos después a los juzgados militares".
¿En Salto había otras personas de Mercedes?
"Además de los que mencioné que fuimos juntos, allá nos encontramos con uno de los Moura que le dicen el Bicho, el Flaco Lewis Rostán, alcanzamos a sentir que estaba Yamandú Erosa, el Coco Echenique, a esos los encontramos allá se ve que los llevaron de otro lado, Benavidez, los alcanzamos a ver cuando nos sacan la capucha después de los interrogatorios duros, Miguel Correa, Hugo Cremella y otra gente de Montevideo".
¿Y militares de Mercedes?
"Podría decirte que las voces eran las de Fulano o Sultano, pero con la capucha puesta no pude verlos, después que salí pude averiguar quienes se movían allí, estaban Gustavo Criado que era uno de los que se movía más, también León que lo sentí nombrar allí, al que lo había conocido por el deporte antes, iba a jugar a la paleta con nosotros, conmigo no se metió, se ve que ahí no me tenían que tocar".
¿Y en el 9° de Montevideo?
"Nos llevan a los calabozos, nos va sacando el guardia de los calabozos y nos preguntaba ¿cómo anda la cosa? macanudo, acostumbrado a sacarle la capucha los cientos que iban llegando. A uno de los llaveros le decían La Oveja, que nos decía "mirá que en tal lado están los compañeros en las barracas cualquier cosa que precisés le pedimos" y le decía que no, no sabías si era para cag... o no. Estuvimos allí en el calabozo, lo más difícil es cuando llegaba la noche... Tenía un hambre... había comido salteado, cuando me arrimaron una naranja la comí con cáscara y todo. De ahí nos pasaron a las barracas. Después me enteré que el que estaba ahí era el Capitán Lucero y de allí nos llevaron a los juzgados militares".
¿Qué pasó en el juzgado militar?
"Cuando llegué me preguntan si tenía algún defensor. Habíamos pasado de cuartel en cuartel y encapuchado, ¿iba a tener un defensor? La verdad que no. El actuario me dice conozco un defensor que ha sacado mucha gente y yo no sabía que hacer, ¿usted tiene algún abogado? me dice. Y en esa nebulosa le digo, yo tengo un Profesor que era abogado antes, le nombré al Sapo Correa, era el que conocía y siempre me había portado bien, capaz me hace una buena defensa pensé. Viene el actuario y me dice acá anda Lenzi o Artecona, que eran coroneles que hacían defensa, por que usted tiene que tener defensa me dice, bueno nombre a uno de ellos ellos le dije, creo que era Artecona. Todo lo que me habían preguntado en el cuartel y yo había negado, me lo empezó a preguntar el defensor, flor de defensor tenía. ¿Usted conocío a Brun Canet? Era del Estado Mayor que lo metieron preso. Le dije que no, que lo había sentido, porque era vinculado al básquetbol. Y después me dice, ¿a Benavidez Chiecchi? lo habían estado buscando no sé cuanto tiempo, le digo no, no lo conozco. Y ahí aparece el pobre Cremella. Me pregunta el defensor ¿usted lo conoce a Hugo Cremella? No, le digo. Ah, no lo conoce, se abre una puerta y entra el Huguito, le preguntan ¿usted lo conoce a Canedo? Sí, dice, y me repregunta y respondo la verdad que no me doy cuenta. El Hugo la trató de sacar bien, capaz que no se acuerda, él era atleta, lo conocía del liceo dice Hugo, y entonces me dicen, me parece que usted va a tener que volver al Penal. Era el defensor. Me preguntaron por los más duros y el defensor cuando salí ya me fue diciendo y a vos por lo que decís te va a salir de tantos a tantos años, no tenían nada, no había hecho nada, pero ya estaba liquidado".
¿Y después del 9°?
"En los camiones blindados de vuelta a Salto, y pensamos otra vez a aguantar, pero no, nos trataron como presos comunes y corrientes, nos dieron de comer y nos bañamos, fue un pasaje por allí y después nos trasladan a Rivera que nos enteramos porque se les escapó a los milicos chicos.
Y en Rivera nos instalamos en el cuartel, tiramos colchón en el piso, los familiares nuestros andaban de un lado a otro porque no sabían donde estábamos, preguntando. Desde que me detuvieron no se habían enterado más nada, la que descubre que estábamos en Rivera es la Pila Rava que más se movía, era la más joven, los viejos nuestros eran veteranos. Y con el tiempo fue la primera visita".
¿Y en Rivera?
"Fue la mayor estadía en cuarteles, estuvimos en dos, en el principal y después en una Brigada de Caballería que todavía existe, que era una escuela. El tratamiento no fue nada agradable, cuando llegamos nos dijeron, si ustedes hacen movimientos extraños, la guardia tiene orden de tirar a matar, así nos recibió el capitán de servicio. Habremos estado unos tres meses. En total desde que nos detuvieron hasta que nos mandan al Penal de Libertad habremos pasado desde mayo a diciembre de ese año".
¿Cómo se hace el traslado al Penal de Libertad?
"Fue en avión de la Fuerza Aérea, ya había salido una tanda, llovía y había viento, no sabíamos para donde íbamos, se movía todo y escuchamos que en Libertad no se podía aterrizar, por lo que terminamos en Carrasco. Llevábamos los monitos y nos dijeron, déjenlos ahí vamos a subir en helicópteros, bueno dijimos, donde vamos, pero salimos y llegamos a Libertad con ese tiempo, en diciembre de 1973".
¿En Libertad?
"Llegamos y nos llevaron a lo que después nos enteramos que se llamaba la Isla, estuvimos una o dos noches. Los propios milicos chicos te decían que ir allí era un alivio, y la presunción era que con lo que habíamos pasado, allí podían aflojarnos algo, hubo gente que quedó por el camino, no lo soportaron. Pasamos al celdario, nos llevan al segundo piso, que teníamos datos era el de la gente "más pesada", pero fue para hacer la selección, a mi me tocó el quinto piso. Ahí estuve para completar cinco años en total".
¿Qué recuerdos tenés de Libertad?
"Podés contar cosas lindas y de las otras. Recuerdo que la primera comida fue ¡milanesas! pero claro, tenía una explicación que nos dieron después, el "Bagre" Ruiz un compañero de Paysandú que estaba a cargo de la cocina, hacía el pan, durante años estuvo a cargo de ello, cuando se enteraban de la llegada de un grupo, de algo que iban guardando entre ello o conseguían le preparaban como bienvenida una comida mejor pero era solo esa vez, un extraordinario compañero. Estuvimos cerca de cuatro años en las barracas, conocimos diferentes actividades, la fajina nombrándose a un compañero al que se tenía confianza porque tenía que relacionarse con los milicos.
A su vez aparecieron compañeros muertos, ahorcados, en la Isla, ellos te decían que eran suicidios, pero los apremios sicológicos eran importantes, teníamos una visita al sicólogo, Britos, que te hacía preguntas para saber donde estaban ubicado vos, que en realidad era para saber por donde podían entrarte, qué era lo que má te dolían, nos tenían bien estudiados, clasificados".
¿Con qué expectativas fue a la inauguración del Memorial?
"Con la de reencontrarme con compañeros que hace muchos años que no nos vemos, he salido poco de acá, con los que estuve preso juntos nunca más los vi, algunos me enteré que murieron. Confío en que esto sirva para que se entienda que estamos luchando contra una impunidad instalada. Si bien ha habido avances, pero hay muchas cosas pendientes, como por ejemplo los que usurparon la Justicia y no han sido tocados, la Justicia de hoy debería estar llamando a quienes se convirtieron en los justicieros arbitrariamente y decidieron por la vida de miles de uruguayos sin ningún tipo de garantía. Hay que romper con esa impunidad, no se trata de venganza, si no que se haga Justicia, y no sólo por quienes lo sufrimos en carne propia, si no por los familiares que también sufrieron y mucho y lo siguen sufriendo hoy. En mi caso, mi vieja alcanzó a esperar que saliera para morirse, salí en 1978 y ella murió allí".