Dos hechos trascendentes se registraron durante esta semana y alimentaron la expectativa de aquellos que producen soja y en el mercado internacional, más allá del momento que el cultivo atraviese en cada país.
Por un lado, un informe de la oficina que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) tiene en la ciudad china de Beijing, señalaba que para la próxima campaña el gigante asiático romperá nuevamente un récord e importará un total de 100 millones de toneladas de soja.
Las compras de soja desde China han mostrado un incremento significativo desde la campaña de 2016/17, cuando se importaron 88 millones de toneladas, luego en la campaña 2017/18 alcanzaron un nuevo récord de 97 millones de toneladas y para la campaña 2018/19 se espera un nuevo incremento.
Esto genera expectativa en los países productores de oleaginosa, pero más aún, cuando se tiene en cuenta el otro hecho trascendental sucedido en la semana: la guerra comercial entre EEUU y China.
En el informe mencionado anteriormente el USDA ya señalaba la dificultad que EEUU enfrentaría para exportar soja a China, incluso antes de saber que el presidente Donald Trump llevaría adelante la imposición de aranceles a más de 100 productos chinos.
Rápidamente China respondió con la misma moneda, aranceles a productos estadounidenses, entre 15 y 25%, siendo los más altos a los productos agrícolas.
Una guerra comercial de este tipo no es buena —en el largo plazo—, pero de todas maneras las coyunturas se pueden aprovechar.
Hay una ventana que volvería a la soja no estadounidense más competitiva y al mismo tiempo, suponiendo que deba aumentar la producción de carne de China, por un menor ingreso desde EEUU, sobre todo de cerdo, habrá allí una demanda adicional por el poroto oleaginoso.
Por el equipo de Del Río Consultoría y Negocios