El factor especulativo comenzó a hacerse fuerte en el mercado de granos desde principio de año, a medida que Argentina y Brasil confirmaban que sus producciones de soja no serían lo esperado. Esto rápidamente impactó en el valor de la oleaginosa, tanto a nivel local como internacional.
A nivel local, la cotización de la oleaginosa puesta en Nueva Palmira con entrega a mayo alcanzó un máximo de US$/t 387 a principios de marzo y luego se estabilizó en US$/t 375-380. Esto representa una valorización de 6,5% desde que comenzó a operar el contrato, en julio del año pasado. La cotización mínima, la soja la registró a mediados de agosto de 2017 (US$/t 323) y desde entonces se valorizó 15% hasta la fecha. El viernes la cotización que se manejaba para la oleaginosa a nivel local era de US$/t 380, puesta en Nueva Palmira.
A nivel local la soja copia el comportamiento del mercado de Chicago que también vio valorizarse el contrato de julio para la oleaginosa. Este contrato es el que se toma como referencia para Sudamérica. En Chicago, la soja tocó un techo durante la primera semana de marzo, a US$/t 398. Al cierre de la semana cotizaba en el eje de los US$/t 390.
Las explicaciones para esta racha alcista, que a priori parecería poder sostenerse, vienen por el lado de una menor producción. Las condiciones climáticas de escasez de agua, sobre todo en el núcleo agrícola de Argentina y parte de Brasil, impactan directamente en el mercado por una menor producción, por lo tanto el valor del producto tiende a subir.
A partir de esto, pese a que Uruguay no escapa al impacto del clima y también se espera una merma en la producción, es oportuno adoptar estrategias de comercialización que permitan reducir el riesgo al mínimo.