(por Federico Marotta, desde Cuba, especial para @gesor) Hace un tiempo entrevisté en Canal 4 de Islas Baleares al mallorquín Gerard Moyá Noguera, presidente de Casa de la Amistad Baleares-Cuba y hablando de las elecciones le dije, al estilo irónico periodista buscando una reacción, que eran elecciones que siempre las ganaba Fidel.
Cuando se anunció la muerte de Fidel un silencio invadió el barrio. Se acabó la música en la calle, todos dentro de sus casas. Así me dijo Miguel, un vecino de Centro Habana. Me lo confirma después Iliana por el barrio del Vedado.
Un hombre de color blanco me dijo que para él sería difícil de entender que un hombre o mujer de color negro, mulato o taíno pudiesen hablar mal de la Revolución. Antes del 59 había lugares para negros y lugares para blancos, había discriminación.
La Revolución me dio esta casa donde vivo ahora con mi familia. Me lo dijo Manolo, un cubano hijo de españoles de 87 vitales años, en el Municipio Playa de La Habana, mientras iba a buscar su camisa de revolucionario para enseñármela.
Mi madre era campesina y yo tenía 4 años en el 59, me dijo una señora que atiende en la casa natal de José Martí, destino turístico. Mi madre me decía que yo pude estudiar gracias a Fidel. Fui maestra y mis dos hijos son maestros gracias a la Revolución. Estoy jubilada pero vengo a colaborar aquí porque me gusta contar la historia.
Cuando comenzaron a moverse los tanques cubanos en Playa Girón y llegaban momentos decisivos yo vi que Fidel iba en el primer tanque, decía un fotógrafo en un antiguo documental sobre aquella frustrada invasión estadounidense a Cuba.
Rafael me comentaba que los días de huracanes o lluvias intensas Fidel era el primero en andar en la calle recorriendo lugares para auxiliar.
Yo soy revolucionaria, pero sin Fidel no es lo mismo, me decía una mujer de unos cuarenta años. Mi hija vive en Málaga y quiere llevarme, me decía una vecina de aspecto muy humilde que agregaba: pero yo de Cuba no me muevo.
Roberto fue teniente coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y es trasplantado del corazón. Estuvo 22 días “muerto” hasta que el nuevo corazón guantanamero decidió darle vida plena. Apenas despertó, su mujer le dijo: “Fidel preguntó por vos”.
Roberto fue a Angola y Etiopía en misiones internacionalistas y estando en Etiopía en situación delicada se comunicaron con Fidel, que les dijo como enfrentar y salir airosos de la situación. Y así fue.
El abogado Castro Ruz, el que se presentó joven a unas elecciones, el que decidió enfrentar con las armas al gobierno dictatorial de Batista, el del Granma, es considerado a la altura de José Martí. No es extraño. Martí (quien llegó a ser Cónsul de Uruguay en Estados Unidos), fundó el Partido Revolucionario Cubano en 1892 buscando la independencia, por lo tanto la palabra revolución les es propia y natural, está en su nacimiento como nación y en cercana historia.
Líder político, revolucionario, hombre que se exigía al máximo en toda actividad, de carisma sorprendente. Fidel convencía a todos, te lo afirman todos.
“Los agradecidos te acompañan”, cantan y dicen en el pueblo cubano. Fidel, el que desarrolló la alfabetización en todo el país, que posibilitó que todo cubano pudiese estudiar gratuitamente, que dio sanidad gratuita a todo el país, que desarrolló el deporte cubano, el arte, la ciencia y el sentido de patriotismo, que enfrentó la caída del bloque socialista y que mantuvo en lo más alto el sentido de la dignidad. El país que recibe estudiantes, que envía médicos, que te hace sentir como en casa, que es danzón y cultural. El país que transformó casas señoriales en centros de estudios, sociales, culturales, martianos y de todo tipo, por el bien común. Basta caminar por el Vedado para comprobarlo.
Nunca más ironizaré que en Cuba las elecciones siempre las ganaba Fidel. Esa respuesta no está en las informaciones que nos hacen llegar, no está en los medios de comunicación controlados por el poder económico. Estando 40 días en La Habana, en compañía de su pueblo, encontré la respuesta. No había, ni la hay, persona capaz de reunir tantas virtudes, de estar atento a todos los detalles, a toda su gente y de despertar tanto afecto. Porque los ejemplos antes citados se multiplican por cada cubano.
La Revolución sigue. Será difícil encontrar en el mundo un pueblo tan digno como el cubano, exigido por la propia historia agresora y bloqueadora a cultivar su patriotismo y estar siempre atento y vigilante a cualquier posibilidad de ataque a su Revolución. Ya no hablemos sólo de un pueblo sencillo, amable, educado, hospitalario, culto, divertido y generoso. Hablemos de dignidad. Cuba cultiva sus héroes cotidianamente, hasta en el más simple de un empleo. Para que sus héroes no sean Castro, Cienfuegos o Guevara. Son simplemente Fidel, Camilo y el Ché.
Los invito a escuchar esta canción que en cada acto eleva las emociones cubanas. De Raúl Torres, acompañado por Eduardo Sosa, Luna Manzanarez y Annie Garcés: “Cabalgando con Fidel”.
Foto: Con Fermín Quiñones, presidente de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas.