Es una de las gratísimas revelaciones del Encuentro Internacional de Músicos Jazz a la Calle, se llama Cecilia Isquierdo, tiene tan solo 14 años, pero ha estado en los toques callejeros al lado de músicos "grossos" a los que admira. A pesar de su corta edad tiene toda una trayectoria de estudio musical realmente admirable, mostrando además un convencimiento total que esto es lo que la apasiona, algo que trae seguramente de su papá músico, quien la acompaña junto a la madre, apoyando a esta adolescente que ha causado sensación al ejecutar el bajo.
Acababa de tocar en la calle y @gesor le preguntó por las primeras sensaciones, "alegría, porque ver a los niños sentados, jugando, sus mamás, las familias, las señoras con andadores, que vienen a escuchar música, felicidad y nada más que felicidad. es una fiesta en la que no paramos de tocar".
Es la primera vez que llega a Mercedes, y le dice que le encanta "es un movimiento muy lindo, viene gente de muchos países, tiene una riqueza musical increíble, es todo en el momento, no hay nada ensayado entre los músicos que van a tocar a las jam o a la calle misma, es una experiencia de aprendizaje para que músicos más pequeños se puedan acercar".
En cuanto a las expectativas que traía, "me pareció mejor de lo que creía, sentía que iba a ser como todas las jam, iba a tocar siempre con los mismos músicos, no tenía mucha idea. Un par de profesores me dijeron venimos a Jazz a la Calle, así que tenés que ir, y bueno, me pareció increíble, toqué con un montón de gente que para mí es ¡guau, increíble! y poder conocerlos, hablar con ellos, que se queden en tu mismo hotel, o poder convivir está increíble".
Comenzó cuando tenía entre 5 y 6 años, "arranqué en un taller de música Gamelan, pero también tuve muchas influencias porque mi papá me enseñó desde muy chiquita, música, contrabajista egresado de la Escuela Municipal, después fui creciendo en el taller, mi primer profesor de bajo Andrés Pigatto que le pasó ejercicios como para poder formarme como bajista, después Felipe Badaró me ayudó mucho. Empecé a soltarme más, a ir a tocar a jam session y ahí conocí a mi actual profesor de técnica Francisco Fattoruso, también sigo yendo al taller con Martín Ibarra que me enseña armonía y Federico Badaró clases de ensamble musical".
Sobre la elección del bajo, poco común, contó, "tuve un año de adaptación musical cuando era chiquita, y mi viejo es bajista. Toda mi vida vi un contrabajo, un bajo eléctrico al lado, un día se me ocurrió agarrar el bajo y dice "¡pah esto está bueno!" y al año siguiente ya fui con un profesor de bajo".
Tocar al lado de quienes lo ha hecho "es un gran honor, Francisco (Fattoruso) también me dio una posibilidad de poder tocar con gente que es lo mejor Pedro Alemany, Tato Bolini, Federico Navarro, Julieta Rada, Camila Sapin, pude compartir con ellos música y me llenaron, enriquecieron mucho, fue increíble".
Desde su perspectiva de adolescente, le pedimos una reflexión sobre lo que ha visto en estos días, "me parece que el jazz atrae, vas a tocar y ves este es yanqui, el otro brasileño y tocamos lo mismo, decimos el nombre el tema y nos largamos a tocar. La música es el lenguaje universal, yo no hablo portugués pero decimos un tema en ese idioma y arrancamos a tocar, aunque seas de Alemania o Uruguay la vas a entender igual. El público que lo ve es muy variado. Yo soy adolescente y mis compañeros no comparten esto, o se aburren, o mamá me quiero ir, no lo entienden. Para entender el jazz hay que tener un oído entrenado, están encerrados con la cumbia y no mucho más. Siento que cada vez que toco jazz estoy mostrando quien soy, cada vez que hago un solo estoy contando una historia, capaz que la de mi vida y cada músico tiene su forma de tocar. Si escuchás en la radio a un músico, ya sabés quien es, no es necesario que te digan Hugo Fattoruso, o Pedro Alemany, ya los conocés en la forma de tocar. Cada músico desarrolla su identidad. en el jazz podés desarrollarte más, en la música clásica está todo escrito, no tenés posibilidad de mostrar quien sos, que lo toques vos o pepito es mo mismo, va a sonar lo mismo. Si yo hago un solo y viene un brasileño y hace lo mismo, aunque sea la misma tonalidad con los mismos acordes, obviamente siempre va a ser diferente y eso es lo que más enriquece al jazz".
En cuanto a la mancomunión con la gente y entre los propios músicos, "acá es todo amor y paz, te doy la mano, te ayudo, necesitás que te lleve el instrumento, que te acerque a tu hotel, dónde te quedás, es todo muy solidario y es una de las cosas más lindas que hay acá en el Jazz a la Calle, podemos decir que vamos todos de la mano por las mismas cosas, entre la gente que le gusta escuchar buena música y acompaña a los músicos, no es lo mismo para un músico tocar en un estadio lleno de gente que en un lugar para tres personas, que la ciudad se mueva, que haya gente que ponen sus casas para traer músicos, trabajan en equipo para lograr que Jazz a la Calle funcione".
¿Volverás el año que viene? "¡Por supuesto que sí!".