03 de January del 2013 a las 09:02 -
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Sorianenses en la leyenda de Mazurkiewicz
Más de un hijo de Soriano compartió los días de gloria del extraordinario golero uruguayo, desaparecido este miércoles en Montevideo.

(Por Enrique Lécaille)  Aunque el desenlace fatal de Ladislao Mazurkiewicz era esperado, pues algunos de sus órganos vitales ya no estaban funcionando, su muerte no ha dejado de causar una profunda tristeza en el fútbol uruguayo.

El otrora golero de Peñarol y de la selección uruguaya estaba en coma desde hacía unos pocos días, en Montevideo, por problemas respiratorios que terminaron minando el resto de su organismo. 

Nacido en la esteña ciudad de Piriápolis, Mazurkiewicz llegó a ser considerado como el mejor portero del mundo, incluso recibiendo dicha distinción de palabras de un colega suyo, nada menos que otra leyenda del fútbol mundial, el soviético Lev Yashin.

"Chiquito", "Mazurka" o el "Rusito" Mazurkiewicz fue campeón de la Copa Libertadores y de la Copa Intercontinental, en 1966, y defendió a Uruguay en tres campeonatos mundiales. 

Siendo  todavía un adolescente, Mazurkiewciz debutó en el Mundial de Inglaterra 1966, ante la realeza inglesa, en el mítico Estadio de Wembley, cuando los celestes empataron sin goles nada menos que ante la selección local, dirigidos por el melense Ondino Viera.

En la siguiente Copa del Mundo, México 70, fue elegido el mejor golero del Mundial. Ladislao Mazurkiewicz tuvo entonces como compañeros de equipo a dos sorianenses: el zaguero Roberto Matosas y el mediocampista Ildo Enrique Maneiro, ambos nacidos en Mercedes.

Al mundial siguiente, o sea en Alemania 74, el extraordinario cuidavallas volvió a tener como compañeros a otros dos sorianenses: Juan Masnik, oriundo de El Tala, en el noreste de Soriano, y el mercedario Pablo Forlán.  

Masnik era por entonces el capitán del equipo celeste que dirigía Roberto Porta. 

La selección uruguaya aquella vez dejó una imagen lamentable en tierras teutonas, con derrotas ante Holanda (2-0) y Suecia (3-0) y con un empate ante Bulgaria (1-1), pero nadie olvidará que fue gracias a las incontables atajadas de Ladislao Mazurkiewicz que el equipo celeste se salvó de una histórica goleada ante la "Naraja Mecánica" de Cruyff y compañía.

Ahora que ha partido físicamente, recordamos claramente aquel partido ante los holandeses, como también  aquellas otras jornadas en las que se fue ovacionado, cuando sus magistrales intervenciones contribuyeron a memorables triunfos, tanto con Peñarol como con Uruguay.

 
(1984)


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