Los seres humanos generan un movimiento extraordinario alrededor de los alimentos.
Cada jornada, millones de personas en el mundo se dirigen a los innumerables comercios expendedores de alimentos a hacer sus compras.
El consumidor no puede ni debe salir a comprar sus alimentos pensando en que esto puede significar un riesgo para su salud; supone y debería ser así, que desde el mismo momento en que el alimento se encuentra en el comercio, goza de suficientes garantías de calidad e inocuidad, y que los organismos competentes han fiscalizado tal condición.
Lamentablemente y por muchas causas, esto no es así, las estadísticas sobre enfermedades relacionadas con el consumo de alimentos nos informan de continuos episodios de esta naturaleza, es decir que aún estamos lejos de alcanzar un grado efectivo de seguridad alimentaria.
Desconocimiento, negligencia, irresponsabilidad, fraudes y accidentes son en general, las causas que frecuentemente hacen del comer un acto con ciertos riesgos y del alimento un vehículo de transmisión de enfermedades.
La estrecha relación entre alimento, alimentación, enfermedad y salud, obligan a diseñar programas y acciones para disminuir los riesgos sanitarios causados por deficientes condiciones de producción, procesamiento, transporte y comercialización de los alimentos.
Es necesario difundir, promover y concientizar sobre los beneficios de la correcta manipulación y elección de alimentos, mantener la adecuada higiene de los locales de expendio y controlar periódicamente su cumplimiento. De igual manera, el transporte entre el centro de producción y la distribución interurbana debe ser realizado en vehículos apropiados que aseguren mantener las condiciones de frío si el producto lo requiere, higiénico en todos los casos y en óptimas condiciones para asegurar una rápida distribución.
Asimismo es necesario advertir sobre los riesgos de consumir productos de ventas callejeras, donde el proceso de empacado y exposición a contaminación de gases vehiculares, la falta de higiene, el acceso inadecuado a las redes de agua potable y la eliminación de desechos, coloca muchas veces en alarma la salud pública.
La Dirección de Higiene y Bromatología de la Intendencia debe disponer de datos sobre la situación de comercios y locales de expendio de alimentos, así como también sobre la venta callejera, y en base a esos datos y la reglamentación y ordenanza existentes, realizar las inspecciones y controles necesarios, para prevenir riesgos en la salud de la población.
Los alimentos pueden contaminarse en cualquier eslabón de la cadena.
Por eso todos los participantes deben tomar medidas para mantener la seguridad de los alimentos, desde el productor hasta el consumidor, pasando por el procesador y el vendedor.
La manipulación adecuada en los establecimientos de comidas y en el hogar es igualmente imprescindible para prevenir las enfermedades transmitidas por los alimentos.
La Organización Panamericana de la Salud recomienda aplicar cinco medidas claves:
1) Mantener la higiene. 2) Separar los alimentos crudos de los cocidos.
3) Cocer totalmente los alimentos. 4) Mantener los alimentos a temperaturas seguras. 5) Utilizar agua e ingredientes crudos seguros.
En nuestro departamento se han dado durante este año episodios, algunos graves, de intoxicaciones provenientes del manejo incorrecto de alimentos; hechos que deben llevar a los consumidores a extremar las medidas de precaución y a las autoridades los controles necesarios.
En relación a esta temática delicada y preocupante, en nuestro departamento la Intendencia y en mi modesto entender, está cumpliendo a medias su rol de policía sanitaria en cuanto al control y fiscalización de la condición, higiene y limpieza de los lugares de venta y productos alimenticios. Así por ejemplo se observa diariamente la venta de pan, carne y chacinados, entre otros productos, en comercios no habilitados para esa actividad, la falta de higiene en muchos de ellos, sin las garantías en cuanto a su procedencia, condiciones de traslado y lugares de almacenamiento. También se constata la falta del carné obligatorio de manipulación de alimentos en muchos casos de quienes trabajan en el rubro, a pesar de que la intendencia colabora con el dictado de cursos sobre el tema y posibilita la concurrencia a los mismos.
En base a lo expuesto, voy a solicitar a la Intendencia en su calidad de policía sanitaria y a través de la Dirección de Higiene y Bromatología:
*Extremar las medidas de control y hacer cumplir la legislación alimentaria vigente.
*Verificar habilitación, control y seguimiento higiénico-sanitario de fábricas, industrias y transportes de alimentos.
*Desarrollar campañas conjuntamente con otras instituciones referidas a evitar la adquisición de alimentos sin garantías de aptitud bromatológica.
*Exigir el carné de manipulación de alimentos a todos los que se desempeñen en el rubro.
*Inspeccionar en forma periódica todos los comercios de expendio de alimentos y puestos de venta callejera del departamento y fiscalizar el cumplimiento de las correspondientes normas sanitarias.
*Instrumentar campañas para combatir la competencia desleal con aquellos que en su actividad observan normas higiénicas, sanitarias y de calidad para lograr un producto inocuo.
*Recordar siempre que no existe interés comercial o de cualquier otro tipo que prevalezca sobre el derecho a la salud que tiene la población.
Solicito que mis palabras se remitan al Ejecutivo Departamental
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En sesión del pasado 17 de octubre hice referencia a la situación de la Oficina de atención al turista de Villa Soriano, planteo por el cual recibí varios cuestionamientos de funcionarios municipales y autoridades departamentales.
Se dijo que estaba mal informada, que no era verdad lo que decía, que con mis palabras descalificaba y discriminaba a los funcionarios municipales, etc. etc. etc.
Pues bien, entre enojos y críticas han transcurrido dos meses de mi planteo, mucho más tiempo desde que se viene dando esta situación que al día de hoy permanece incambiada.
Continuamos con una oficina de turismo prácticamente inoperante, atendida de lunes a viernes por una funcionaria municipal y sábados y domingos por otros funcionarios también municipales, alternando en el lugar de trabajo, con horario cortado.
Pleno diciembre, ya instalada la época estival, no se ha realizado el llamado correspondiente para cubrir el cargo y de esta manera no es posible coordinar desde la oficina, las visitas que llegan a la villa para ser debidamente guiadas e informadas sobre los lugares a recorrer. Creo que con ese fin se creó la Oficina de Turismo: para atender las demandas del numeroso público que llega por tierra y agua, y creo que también con ese fin se capacitaron personas de la localidad como guías turística, de las cuales, reitero lo dicho en octubre, ninguna está desempeñando esa función.
Asimismo me parece poco adecuado y poco eficiente el hecho de que algunos funcionarios deban dejar la tarea para la cual fueron designados para ir a cubrir horas en la mencionada oficina, exponiéndolos a la situación de incomodidad en una función para la cual no todos están capacitados.
Reitero la preocupación planteada en octubre, en este ámbito, en todos sus términos y solicito que mis palabras se remitan al Ejecutivo departamental a los efectos de dar rápida solución a esta irregular situación, mediante llamado público abierto, para que la Oficina de Turismo cumpla con el objetivo para el cual fue creada.