En el marco del aniversario de la creación de la Diócesis de Mercedes –que abarca a los departamentos de Soriano y Colonia-, el Obispo Diocesano, Monseñor Carlos María Collazzi, dio su mensaje de Navidad.
En esta Navidad celebramos lo que la Palabra de Dios nos anuncia: “hoy, en la ciudad de David, nos ha nacido el Salvado” (Lucas 2:11). Es grande nuestra alegría de cristianos. Alegría basada en el amor del Padre que os envió a su hijo Jesucristo para salvarnos, y por su vida entregada y victoriosa, nos hace pasar de la tristeza al gozo; de los absurdo y contradictorio al hondo sentido de la vida; del cansancio y desaliento a la esperanza que no defrauda; de las divisiones y fragmentaciones al cultivo del valor de la unidad; de la lucha y rencores a la madurez de levantar las miradas para no dejarnos atrapar por divisiones apasionadas y del momento.
Esta alegría no es un sentimiento artificial, no es un estado de ánimo que pasa. Está basada en la presencia de Dios junto a su Pueblo. La alegría, fruto del espíritu recibido en el encuentro con Jesucristo. A El lo reconocemos como hijo de Dios encarnado y redentor, y a quien deseamos y por quien trabajamos para que llegue a todos. Especialmente a los cansados, afligidos, tristes, a los que sufren, a los que están al borde de tantos caminos.
Todos celebramos Navidad con diversas expresiones de fraternidad y amor. ¡Cuántas celebraciones en nuestras Parroquias, Capillas y Colegios con sus Pesebres vivientes, las canciones propias de estos días, los conciertos navideños, las celebraciones Ecuménicas, etc.!
Los saludos y augurios, el encuentro familiar, las reuniones de grupos y encuentros de vecinos de estos días… dejan aflorar y expresan lo que está en lo profundo del corazón de cada uno. Un fuerte anhelo de fraternidad, de alegría compartida, de prosperidad, esperanza, Paz!!!
Estos anhelos manifiestan el valor de la vida, que a su vez, hay que cuidar y defender. Este valor está expuesto a marchitarse por el valor de lo irracional y radicalizaciones, como así también por la sequía de falta de vivencia de valores que afectan a la naturaleza humana.
Hay que velar y trabajar para que no se desfigure la vida, especialmente con la violencia de no defender al más indefenso, al más pobre, al que no tiene voz, o a los que les faltan fuerzas o capacidades para expresarse.
La gozosa Misa de la Nochebuena nos reúne en nuestras comunidades para celebrar el Amor de Dios para con todos y renovar nuestra Fe, especialmente en este año que estamos viviendo, en el que la Iglesia quiere renovarse en su capacidad de mostrar con renovado entusiasmo el rostro de Jesucristo que llama a su seguimiento.
“El año de la Fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, únco Salvador del mundo” (Benedicto XVI, Puerta de la Fe, nro. 6)
Nuestro compromiso, reafirmado en la contemplación del Dios-hombre, es trabajar por la construcción de su Reino. Su estilo de Cercanía nos marca y nos invita a ser fraternos, dialogantes, solidarios, positivos, influyentes… Trabajar para que todo sea realidad hoy!!!
Nos adherimos al deseo al deseo del Papa Benedicto VVI, de “que este Año suscite en todo creyente la aspiración de confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, que es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza. Al mismo tiempo esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble” (Puerta de la Fe, 9).
Querida familia diocesana: “La paz y el amor de Dios, nuestro Padre, que se ha manifestado en Cristo, nacido para nuestra salvación, estén con todos ustedes.
A todos, una feliz Navidad y un próspero 2013.