La edil frenteamplista Alba Bonino reflexionó en la sesión de la Junta Departamental acerca de las negociaciones políticas.
Con frecuencia y más aún por estos días, hemos escuchado y expresado también que “la política es el arte de negociar”.
Ahora, cabe preguntarse ¿Qué es la negociación? ¿Qué significa negociar?
La negociación es básicamente una estrategia, un plan de acción que tiene algo de arte y algo de ciencia, algo de habilidad y algo de análisis, algo de inspiración y algo de razonamiento.
La negociación es una herramienta natural al ser humano, en la política, en el trabajo y en las relaciones personales.
Y saber negociar no consiste en ser una persona dura o avasalladora, ni controlar emocionalmente una situación. Basta con emplear planteamientos estratégicos constructivos. Es cuestión de partir del principio de que “ser inteligente es mejor que ser agresivo”.
Las palabras no son lo más importante, sino lo son las expectativas.
El poder de las negociaciones reside en las alternativas.
Para afrontar una negociación necesitamos una cierta dosis de autorización:
La autorización a considerar como legítimos los propios intereses ( por lo menos tanto como los demás), a pensar, a analizar, evaluar, a decir que no, a decir que sí, pero con condiciones; a decir que sí a cambio de otra cosa.
La autorización para no caer en el chantaje emocional de la soberbia del adversario que pretende que cedamos nosotros y nos dejemos explotar a cambio de mantener su supuesta benevolencia.
Sí, la política es el arte de negociar causas y planteos propuestos; es un proceso de comunicación entre personas que tienen que tomar una decisión respecto a un tema, que implica siempre una tensión, que es muy natural y que resulta de obtener lo más posible en línea de calidad.
Todo bien cuando se trata de consensuar con el otro utilizando argumentos válidos, claros y comprobables.
Pero cuando se trata de torcer la voluntad del otro mediante la presión deshonesta, cuando se intenta influir, predisponer a la gente involucrando los aspectos más sensibles del sector más vulnerable de la población, con argumentos falaces, desinformando intencionalmente, eso ¿cómo se llama? Seguramente que eso no es negociar.
¿Qué nombre tiene cuando alguien pretende cambiar ideas, opiniones o convicciones por beneficios personales?
Porque por estos días y por estas horas se han escuchado todo tipo de opiniones y acusaciones, fundadas o no, de actuar de mala fe, de intencionalidad política, de cambio de voto por cargos, de presiones por parte de líderes políticos hacia los ediles, desde distintas filas políticas, etc., etc., etc.
¿De qué estamos hablando? ¿Qué se está negociando? ¿A qué juego nos estamos prestando?
¿Dónde quedó aquello de que nuestro objetivo primero y superior es el bienestar de la gente que nos colocó en este lugar para que seamos su caja de resonancia?
Todo esto es muy lamentable, no le hace bien a nadie; ni a la gente, ni a este cuerpo legislativo, ni a nuestro sistema democrático que si bien es imperfecto, es la mejor construcción que ha logrado elaborar.