(Por Enrique Lécaille) El discurso leído por el Profesor Javier Zarauz durante la designación de la tribuna del Gimnasio “Bellini” con el nombre del histórico capitán del Club Remeros Mercedes, Jorge Sáez Santos, sintetiza la admiración que despierta el excepcional deportista.
Sáez fue quince veces campeón del Torneo “Competencia”, defendiendo a Remeros, habiendo alcanzado además otros títulos a nivel regional y nacional, con la selección de Soriano.
Como @gesor lo publicara oportunamente, el reconocimiento se efectuó previo al último clásico del baloncesto mercedario, ganado por Remeros, correspondiente a la penúltima fecha de la ronda de revanchas de la actual edición del Torneo “Competencia” de la Liga Regional de Básquetbol de Soriano.
La voz firme y autorizada de un enamorado del baloncesto -como sin dudas lo es Zarauz-, fue la encargada de dar vida a esta estupenda exposición oral nacida de la inspiración de ex compañeros de Sáez, como Mario Tórtore, quienes lograron plasmar en el parlamento los sentimientos y pensamientos que generara la extraordinaria trayectoria del jugador homenajeado, quien al cabo de la contundente pieza oratoria terminó ovacionado por el público que asistiera al escenario costero:
“Quisiéramos ser escuetos en nuestras palabras para no abusar del tiempo ajeno, pero entendemos que los que hoy nos hemos reunido aquí, en este momento, somos gente que llevamos en la sangre el amor por el básquetbol.
Y decir básquetbol en Soriano y en el Uruguay es decir el nombre de la persona que hoy nos ha convocado.
Dicen que los reconocimientos hay que hacerlos en vida así que agradecemos haber sido elegidos para compartir una limitada y subjetiva visión de este ser humano.
Nos gusta decir que el básquetbol es el lenguaje de la amistad, de las relaciones interpersonales, es el lenguaje de la pasión, del amor y también de sinsabores, porqué no?
Cuando el básquetbol se te prende en la sangre y en el cuerpo se te transforma la vida para siempre y ya nada es igual.
Una cancha se transforma en un espacio sagrado, en un templo, en un lugar para el encuentro, el aprendizaje y el crecimiento.
La pelota naranja, un corazón latiendo.
La hinchada, en el oxígeno que se necesita cuando las piernas ya no dan más.
El rival: la medida de lo que damos.
El entrenador: un maestro.
El compañero: un guerrero.
Y el partido se transforma en una batalla en la que sólo habrá hombres victoriosos más allá del resultado final.
Así transformaba la realidad de una cancha de basquetbol, con su sola presencia, la persona que hoy estamos reconociendo.
Era un creador exquisito de la sencillez hecha basquetbol.
Hacía fácil lo imposible. Lo difícil, un mero trámite.
Lo colectivo se reducía a la imbatible unidad de cinco que sentían, pensaban y jugaban, sin hablar, como uno solo.
Y cuando todo se complicaba aparecía él.
Aparecía cuando ya pocos daban algo, o nadie daba nada.
Aparecía con su magia para darlo todo con una simpleza, con una sencillez que parecía imposible se pudieran resolver esos momentos complicados.
Aparecía con la serenidad de un cirujano, con la plasticidad de un bailarín de ballet y con la estocada sutil, perfecta y mortal de un espadachín japonés.
Todos los que aquí estamos hemos sufrido alguna derrota o hemos disfrutado alguna victoria con la pelota todavía en el aire y la chicharra sonando yendo un punto o dos abajo, o arriba, y ganar, o perder.
Así era Jorge dentro de la cancha: un creador de realidades sólo imaginadas o soñadas por él.
Ser su amigo era un honor.
Ser su compañero de equipo era un privilegio, era sentirse tocado por la varita mágica.
Ser su rival era enfrentarse a un duro examen y a un rival temible.
Precisamente fueron sus rivales los que hicieron de este hombre la persona que hoy reconocemos.
Fueron los Koster, los Charruti, los Guastavino, los Banegas, los Dos Santos, los Ordoño, los Curadossi, los Quijano, los Belén, viola, arrestia, los hermanos López: “Pototo”, Samuel, Bielo y Alen Blanc, Cúneo, Domínguez por sólo nombrar algunos de una extensa lista quienes forjaron los obstáculos necesarios para encumbrar la imagen de este ser humano.
Excepcional compañero prueba de ello lo pueden dar los Saratsola, Viñuela, los Haller, Zubiaurre, Quijano, Lauber, Guillén, Marino, Tórtore, Cardona, Magano, Lizasoain, Etchegoyen, Ferreira, Vanerio, los hermanos Trindade, Nazar rodriguez, Gonzalo López y un largo, largo, largo etceter,a, sin olvidarnos especialmente de su querido hermano y ladero de muchas batallas ganadas y perdidas: el “Charo” Alfredo Sáez.
Fuera de serie en la vida cotidiana: amigo, compañero, hombre de profundas reflexiones, pero, por sobre todas las cosas, hombre de saber escuchar, entender, contener y compartir.
Jorge Sáez Santos basquetbolista es un producto de su compromiso con el deporte y su entrega a la causa liderada por entrenadores de la talla de Bulla, Basaistegui, el “Pato” Vanerio y también del “Flaco” Maglia entre muchos otros.
Y no es posible, en este club, referirnos a su historia viviente sin hacer mención a dos personalidades que dejaron mucho mas que una huella: uno de ellos, considerado, a titulo de quienes elaboramos estas lineas, como uno de los más grandes dirigentes que ha tenido el Uruguay: Luis Pedro Besozzi, un presidente a la altura del hombre que hoy estamos reconociendo en vida y que muchos e importantes logros conquistaron juntos.
La otra personalidad fue, a nuestro entender y de alguna manera, el padre espiritual de Jorge, fue el hombre que lo acompaño y lo impulso, si se quiere, a apasionarse y enamorarse de este club y de este deporte.
Nos estamos refiriendo al ingeniero agrimensor Mario Eduardo “Lalo” Bellini que da nombre precisamente a este gimnasio y, de alguna manera, ese padre y este hijo vuelven a encontrarse en este club que fue y seguira siendo, a partir de ahora, testigo mudo de este amor filial que trasciende el tiempo y el espacio.
Querido Jorge Saez Santos, “La Cabra”, gracias por tu amistad, gracias por tu don de gente, gracias por tu sencilla y profunda humanidad.
Has vivido como has jugado.
Has jugado como has entrenado.
Y has dado sin pedir, y sin embargo lo has recibido todo: padre, hijo, abuelo, hermano, amigo.
Gran persona: este Club que hoy se rinde ante tu historia no hace más que construir un presente de jerarquía y dignidad porque reconociendo se es reconocido.
Larga vida querido Jorge.
Más larga vida aún, querido club de Remeros Mercedes”.
El testimonio de “Gary”
Otro momento tocante de la ceremonia vivida el pasado miércoles en el Gimnasio “Bellini” fue también cuando se dio a conocer el texto de la placa entregada a Sáez el ex jugador de Praga, Sergio Guastavino Aguiar, “Gary”, rival del homenajeado , a nivel local, en clásicos eternos, pero compañero de selección, lo que revela el asombro que “La Cabra” causaba en sus ocasionales rivales. La leyenda dice:
“A Jorge Sáez el más grande jugador que admiré... y padecí
Exquisito jugador y mejor persona”