21 de October del 2015 a las 00:43 -
Tweet about this on TwitterShare on FacebookShare on LinkedInPin on PinterestEmail this to someone
Escritor uruguayo se destaca en la tierra de Gabo
El mercedario Fernando Chelle, radicado en Colombia, recibe el reconocimiento de los círculos intelectuales de ese y otros países, por sus diferentes trabajos.

(Por Enrique Lécaille) El ilimitado avance de la tecnología, que ha facilitado de gran manera las comunicaciones, nos ha permitido entrevistar al escritor mercedario Fernando Chelle, radicado en la ciudad colombiana de Cúcuta, en el departamento Norte de Santander, en la frontera con Venezuela, desde donde respondió a @gesor nuestras inquietudes periodísticas vinculadas con su vida y trayectoria. Chelle sigue abriéndose camino en su campo, habiendo recibido ya algunas distinciones por su obra literaria (que incluye ensayos y poemas), no sólo en la patria del Nobel García Márquez. Colegas y lectores han elogiado sus trabajos. Entra tanto, la ciudad que lo vio nacer, a orillas del río Negro, sigue siendo una de sus fuentes de inspiración. Jazz a la calle, el festival internacional que año tras año se desarrolla en la Manzana 20 de la rambla mercedaria, permanece en su interior como uno de los recuerdos indelebles que lo unen a La Coqueta del Hum.

-¿Dónde nació, exactamente, y cómo transcurrió su existencia antes de emigrar? ¿Dónde estudió? 

”Nací en Mercedes, el 14 de noviembre de 1976. Para ser exacto, como dice la pregunta, en el Sanatorio (no hago especificaciones, porque los lectores de @gesor seguro conocen perfectamente el lugar al que me refiero). El primer lugar donde viví, fue en el Barrio Oeste, en la calle Cerrito 260, que fue el primer domicilio que tuvieron mis padres después de casarse. Allí viví hasta los cinco años y luego me mudé, también dentro del Barrio Oeste, a la casa que está ubicada en Castro y Careaga y 21 de septiembre, donde pasé gran parte de mi vida y donde viven mis padres hasta el día de hoy. Mi existencia en Mercedes,  transcurrió dentro de los parámetros de la normalidad. Como tantos niños mercedarios, comencé a socializarme con otros desde el jardín. Hoy en día hay una diversidad de instituciones que brindan esa formación prescolar, en la época de mi infancia creo que estaba únicamente el Jardín de Infantes Nº 109, y allí fue donde concurrí. En el transcurso de mi vida allí, hice un montón de actividades, que creo fueron y son comunes a muchos mercedarios contemporáneos y de diferentes épocas; jugué al futbol y al basquetbol en el Club Atlético Racing (los partidos de futbol eran todos los domingos en el Parque Don Bosco), practiqué judo en el Instituto Samurái,  jugué a la paleta en el Centro Pelotaris, fui a clases de guitarra, de dactilografía, de computación, fui a ver futbol a las distintas canchas, basquetbol, en alguna oportunidad fui al Velódromo Leonel Rocca, al Sadam a mirar alguna carrera, al Hipódromo Viera y Benavidez, al Mauá, a la Biblioteca Eusebio Giménez, paseé por la rambla, por el centro y por los distintos barrios, me bañé en las distintas playas, pesqué en diferentes escolleras, bailé en los distintos clubes y discotecas, fui al carnaval, al Jazz a la Calle, en fin, actividades todas de nuestra idiosincrasia. La educación primaria la cursé en la Escuela N° 4, la secundaria en el Liceo N° 2 Luis Alberto Zanzi y luego viajé a Montevideo para cursar la educación terciaria en el Instituto de Profesores Artigas. El último lugar donde trabajé, no fue precisamente en Mercedes, aunque sí en Soriano, esto fue en el año 2010, cuando trabajé en la ciudad de Dolores, en el Liceo Dr. Roberto Taruselli. Desde el año 1998, que cubrí una suplencia en el Liceo N° 3 Prof. Gregorio Cardozo, mi vida en Mercedes estuvo vinculada al dictado de las clases de literatura, aunque también en algún momento trabajé en el comercio de mis padres, en el Kiosco Bariloche. Trabajé, además de en esos lugares que referí; en el liceo José María Campos, en el liceo de la ciudad de Cardona y en el de José Enrique Rodó. También trabajé en otros liceos en Canelones y en Montevideo, como también estudié en otros lugares aquí en Colombia, pero bueno, ese ya sería otro tema, de forma muy resumida, lo más importante referente a mi vida en Mercedes, antes de venirme a Colombia, es lo referido”. 

-¿Qué recuerdos principales tiene de sus maestros o profesores?

“Aunque parezca extraño tengo más recuerdos de mis maestros que de mis profesores. Y es algo singular, porque uno tendería a pensar que los profesores, por haber estado en un momento más reciente de la vida, tendrían que estar más presentes en los recuerdos que los maestros, pero en mi caso no es así. Los profesores que más tengo presentes son los que de alguna manera terminaron siendo colegas míos, y dentro de ellos fundamentalmente los de literatura. Yo tuve como profesores de literatura a Rossana Spoturno, a Verónica Giúdice, a Hugo Ultra, todos docentes que luego pasaron a ser mis compañeros. Como también otros amigos de la vida, que también son docentes de literatura, y que los tengo presentes: Daniel Quijano, Miguel Millán, Susana Michelena, Betty Peressini, Soraya Chocho,  aunque nunca fueron profesores míos, al menos en el aula, porque si lo han sido en otros ámbitos. De los profesores que me dictaron clases, recuerdo a Roque Arregui, pero seguro lo recuerdo más porque terminó siendo diputado, porque las clases de ciencia física nunca fueron mi debilidad; a la profesora de literatura Chiquita Polero, porque gracias a ella conocí a Cesar Vallejo; al profesor de filosofía Burger, no recuerdo el nombre, me gustaban muchos sus clases; al maestro y profesor Oscar Gilardoni, quien terminó siendo también compañero en el liceo campos y al profesor Jorge Balseiro Savio, a quien siempre admiré mucho. Después, dentro de los profesores que fueron colegas míos, serían, no cientos, pero si decenas, sigo de alguna manera en contacto con Cristina Díaz, Francis Gásperi, Pablo Causa, José Amy, Jorge Iannandrea, Ana María Frabasile, pero bueno, son muchos y sería casi imposible acordarme de todos. En cambio de las maestras sí me acuerdo de todas, de algunas me olvidé el apellido, o nunca lo supe y de otras me acuerdo el nombre completo. En jardinera tuve una maestra que se llamaba Chelita, no sé si este era su nombre, o si  así le decían, lo cierto es que todos la nombrábamos Chelita. La maestra de primero se llamaba Inés, la de segundo Sonia Simoncelli, la de tercero Magela, la de cuarto Graciela Gallaztegui, la de quinto Lilian y la de sexto Norma Arrollo. A todas las recuerdo con mucho cariño”.

-¿Cómo se originó su vínculo con Colombia?

“Nunca existió, en mi vida en Uruguay, ningún vínculo con Colombia. Claro que conocía algunos escritores colombianos y estaba enterado, a grandes rasgos, de las principales características de la cultura colombiana, pero no existía nada que me uniera, ligara o conectara a este país. Esto fue así, hasta que conocí allá por el año 2010, a la que hoy en día es mi esposa. En abril de 2011, yo viajé a Bogotá, luego me trasladé a Cúcuta y aquí finalmente me casé y  me terminé radicando”.  

-¿Qué leía de niño y cómo fueron sus inicios en el mundo de la literatura? 

“De niño leía muy poco, pero sí leía. Comencé con revistas de historietas de esas que se intercambiaban por unas pocas monedas en los llamados cambios de revistas, a media cuadra de mi casa había uno, el de la señora Loitey. Hoy en día ya no existen, podrán existir coleccionistas de ese tipo de revistas,  pero el negocio del cambio sucumbió con las nuevas tecnologías y las nuevas costumbres. Eran bastante comunes, en Mercedes había muchos. Bueno, gracias al negocio de la señora Loitey, leí las historietas de Disney (de todos los personajes), los cómics clásicos de superhéroes, después pasé a revistas como Patoruzú o Isidoro Cañones y luego a cosas como El Tony, D'Artagnan, Fantasía, Nippur, las de Pepe Sánchez, los infaltables Condoritos, en fin, creo que todos los niños de mi generación pasamos varias horas con ese tipo de revistas. Pero después, a la edad en que uno va abandonando la niñez y va entrando a la adolescencia yo comencé a leer ávidamente. No es algo muy común en los individuos verse seducidos por la lectura en esa etapa de la vida, pero en el caso mío fue así. En mi familia no hubo escritores, pero sí lectores y artistas. Antes de convertirme en lector y por supuesto en escritor, los libros ya me inquietaban. Mi bisabuela paterna, Ester Larrea, fue una gran lectora. Siendo niño, yo la veía leer, comprar libros, intercambiarlos con  sus amigas, y me imaginaba que efectivamente algo atrapante tenía que haber en esas páginas para que formaran una parte tan importante de su vida. Ella fue la que me indujo a la lectura cuando yo ya comenzaba a abandonar el terreno de la niñez, primero con su ejemplo y luego con gran cantidad de préstamos y regalos literarios. Pero antes de convertirme en escritor, o al menos antes de pretender una finalidad estética o artística con la palabra, no solo estuvo presente en mi vida la lectura, sino que disfruté de la literatura a partir de la oralidad. Mi abuelo materno, Jorge Eusebio Pujolar, en su juventud fue murguista. Las letras de murga, que recordaba y me cantaba mi abuelo, fueron quizá el primer acercamiento que yo tuve al lenguaje con una finalidad artística. De manera que cuando me acerco a la literatura escrita, cuando comienzo a leer los libros de mi abuela, empiezo a  reconocer en los textos ese tratamiento diferencial, no cotidiano, estético, que se le daba a la palabra en las canciones que me cantaba mi abuelo.  Y así fue, si bien es cierto que en la escuela, uno conoce una gran cantidad de autores, sobre todo uruguayos, mi entrada de lleno al mundo literario se da a través de la lectura de los libros de mi bisabuela. En esa época, con poco más de doce años, comencé a leer autores como García Márquez, Dostoievski, Vargas Llosa,  Quiroga, Cervantes y muchos más. De ahí en adelante, la pasión por la literatura no me abandonó.

Como escritor, mis primeros textos relativamente serios, donde yo sabía que estaba haciendo un trabajo literario, son del año 1994. De manera que por lo menos pasé seis años de ser un lector constante de mucha  literatura, antes de incursionar en el terreno de la escritura. De ahí en más no he dejado de escribir, tampoco de leer, pero realmente tomé conciencia de mi función como escritor, hace apenas poco más de dos años cuando finalmente me decidí a publicar. Antes, mi vínculo con la escritura era muy esporádico, ni siquiera pensaba en que mis textos iban a ser publicados y que la gente me iba a leer. A partir de la publicación del 2013, fue cuando comencé a escribir de forma más sistemática, cuando experimenté un cambio psicológico en lo que respecta a mi vínculo con la escritura”. 

-¿Cuál de sus libros le ha reportado mayor gratificación?

"Mayor gratificación, desde un punto de vista monetario, económico, me la ha dado mi segunda obra, Curso general de lectoescritura y corrección de estilo. Y mayor gratificación, en el sentido de mayor satisfacción personal, me la ha dado mi primer libro, Poesía de los pájaros pintados.  Mi segunda obra, Curso general de lectoescritura y corrección de estilo, es un libro mucho más vendible que cualquiera de los otros tres que he escrito. Es un libro de texto, pedagógico, que brinda las herramientas apropiadas para redactar correctamente, y esto le resulta útil y atractivo, a un público muy amplio y diverso, lo que no sucede con la poesía o con la crítica literaria. Pero quiero mucho a todos mis libros. Poesía de los pájaros pintados, es quizá mi preferido, por ser el primero y por ser una obra que me abrió las puertas a numerosas publicaciones internacionales. El cuento fantástico en el Río de la Plata, es un libro de ensayos, comentarios y crítica literaria, que me requirió mucho estudio y horas de trabajo y que a mí en lo personal me gusta mucho. Soy consciente que no pertenece a un género que tenga mucha demanda, pero yo soy un apasionado de la literatura y no escribo mis libros pensando en el éxito de ventas que pueden llegar a tener, si me interesara eso seguramente escribiría otras cosas. Finalmente, Muelles de la palabra, el poemario que acabo de publicar, recién está comenzando a rodar y habrá que darle su tiempo. Yo lo siento como un trabajo más elaborado y de mejor calidad que mi primer poemario, lo que no quiere decir que a los lectores les vaya a gustar más, pero hay que esperar, por el momento la recepción ha sido buena y eso me satisface”. 

-¿Está trabajando en una nueva obra?

“Sí, en realidad estoy trabajando en varias cosas a la vez. Hay una obra que ya está terminada, aunque hasta el momento permanece inédita, se titula, Las otras realidades de la ficción, y pienso publicarla a comienzos de 2016. Es un trabajo de crítica literaria, similar al que hice en El cuento fantástico en el Río de la Plata. Allí analizo y comento, algunas obras representativas de la literatura utópica, distópica y ucrónica. Estoy trabajando, en dos libros más, que si todo sale bien, los publicaré en el transcurso de 2016, se trata de mi primer libro de cuentos y de mi tercer libro de poesía. Esos son los proyectos inmediatos, los que pienso publicar el próximo año, porque también manejo unos proyectos a más largo plazo. Entre ellos, se encuentra un libro de poemas sobre los clásicos de la literatura, donde cada poema se refiere a una obra en particular. Siempre tuve la costumbre, y la tengo, de escribir frases, pensamientos, o algunas ideas que me despiertan la lectura de los clásicos de la literatura. Esos apuntes rudimentarios al principio, los transformo en poemas, que de alguna manera quieren ser un homenaje a esas obras. Pero para escribir un libro con esas pretensiones, me faltan poemas sobre muchas obras. Lo que voy haciendo, es ir recopilando los poemas que ya tengo escritos y cuando abarque, no digo todas, pero gran parte de las obras fundamentales, publicaré el libro. A este proyecto, no inmediato, le sumaría una novela y alguna obra de teatro que me anda rondando en la cabeza y lucha por existir”.

-¿Qué condiciones prefiere o necesita para escribir?

“Nada fuera de lo normal. Simplemente estar tranquilo y en lo posible no tener interrupciones. Suelo escribir bien temprano en la mañana y bien tarde en la noche, que son los momentos del día donde generalmente está todo más calmo y donde no estoy ocupado en otros compromisos laborales. Prefiero escribir en el patio de mi casa, en el corredor, ese es mi lugar preferido, porque aquí el clima es muy caluroso todo el año,  y ese es un lugar fresco. Pero trato de no imponerme condicionamientos, si tengo que escribir a otras horas diferentes a las que referí, como también en otro sitio diferente al patio, lo hago sin dificultad”.

-¿Qué imagen tienen los colombianos, en general, en el entorno donde usted se mueve, de los uruguayos? ¿Nos ven como intelectuales?

“Básicamente nos conocen por el futbol, pero es muy poco lo que se sabe de Uruguay. Me refiero a los aspectos profundos que hacen a nuestra cultura e idiosincrasia. Por supuesto que todos saben que somos un país pequeño de América del Sur, que nuestra cultura es similar a la argentina, en la medida que tomamos mate, comemos asado, escuchamos tango, pero no se conoce mucho más que eso.  Por ejemplo, exceptuando Montevideo, no se conocen otras ciudades; músicos, no se conocen, alguno conocerá a Jorge Drexler y habrá otro que conocerá a La Vela Puerca, pero no es lo corriente, una murga por ejemplo, no tienen idea lo que es; el cine uruguayo, desconocido totalmente; escritores, conocen a Onetti, Benedetti, Galeano y paremos de contar, claro que siempre hay excepciones, pero hablo del común de la gente. Y así en todos los aspectos, no se conocen nuestras  costumbres, nuestra gastronomía, en fin. En cuanto a la segunda parte de la pregunta, si nos ven como intelectuales, creo que no. Hay sin embargo aquí en Colombia, un discurso que todavía repica en algunos oídos, sobre todo del mundo intelectual, me refiero a las palabras de Gabriel García Márquez, en su discurso de aceptación del Premio Nobel 1982, cuando dijo: “El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos”. Quizá la frase “país más civilizado del continente” hizo que algunos sectores nos vieran o se hicieran una idea de una sociedad culta o intelectual, pero no lo sé, yo no siento que sea así.

-¿Cómo cree que inciden las redes sociales en la literatura?: ¿Juegan a favor o en contra?

“Juegan definitivamente a favor. No pasa lo mismo con la escritura corriente, la escritura que tiene  una finalidad meramente comunicativa. Porque allí lo que se ven son respuestas rápidas, prácticas, donde la parte estilística del lenguaje, la sintaxis e incluso la ortografía pasa a segundo plano. Los usuarios de las distintas redes sociales, pero sobre todo Facebook y Twitter, no se detienen a corregir lo escrito, y así es frecuente encontrar en los textos, todo tipo de anomalías, incluso en textos de personas con un nivel de alfabetización superior, que nunca se hubieran permitido escribir así en una carta manuscrita. En los chats por ejemplo, es frecuente que las personas mantengan una comunicación con cuatro contactos a la vez, lo que exige leer rápido y contestar rápido, transgrediendo constantemente las normas básicas de la escritura. Esta rapidez exigida, también lleva a que el lenguaje se abrevie, o el escritor recurra a emoticones, que no son otra cosa que íconos que transmiten estados de ánimo sin tener la necesidad de escribir. Pero en lo que respecta a la literatura, las redes sociales inciden de forma positiva, fundamentalmente desde dos aspectos diferentes. Sirven como un medio de difusión valiosísimo y por otro lado, desde hace ya un tiempo, han venido a formar parte, en algunos autores, de la experiencia creativa. En lo que respecta al primer aspecto señalado, son muchos los autores que han aprovechado las redes sociales para promocionar sus libros. En mi caso, a esto lo he hecho desde mi página de autor, no tanto desde mi facebook personal, porque no quiero resultar apabullante ante muchos contactos que no están vinculados al mundo literario. Pero es indudable que las redes sociales, son plataformas que permiten, no solo la promoción, sino también la interacción con los lectores de todos los rincones del mundo. Son sitios donde confluyen autores, lectores, críticos literarios y editores. Se comentan y critican las obras, se intercambian recomendaciones, lo que lleva a que se descubran nuevos títulos y autores y esto es positivo por donde se lo mire. No nos podemos olvidar del papel trascendental que juega en la actualidad la blogosfera, en lo que respecta a la difusión literaria. Un blog, es una herramienta digital formidable para los escritores. Es un espacio público y privado a la vez, donde se pueden difundir no solo materiales textuales, sino que se pueden incluir fotos, audios y videos. También la crítica literaria, en la actualidad ha encontrado un espacio cada vez mayor en la blogosfera, que se ha convertido en un espacio alternativo real a los suplementos y medios periodísticos tradicionales. Yo tengo mi propio blog, se llama PALABRA ESCRITA. Allí se encuentra todo mi trabajo. Además de la página principal, donde se muestran las entradas recientes, el blog cuenta con diez páginas más, cada una referida a un tema o aspecto diferente. Hay una página dedicada específicamente a los artículos, donde se reproducen las publicaciones que han salido en diferentes revistas, periódicos o portales literarios. Otra página se titula “Noticias”, allí se reproducen todas las publicaciones que hacen referencia a mi obra, y se encuentran los enlaces a los sitios donde se han publicado. Hay otra página dedicada a las entrevistas que me han hecho, donde pronto figurará esta, acompañando a las demás. Una página dónde subo los distintos audios y videos referentes a mi obra. En otra página se muestran los trabajos de corrección de estilo, en revistas, periódicos y libros. Hay una página que en un momento pensé titularla prólogos, porque lo que hay allí son dos prólogos que escribí, pero como son tan pocos, decidí llamarla por el momento “Otros textos”. Finalmente, hay cuatro páginas que se refieren específicamente a los libros que he publicado: una página sobre Poesía de los pájaros pintados, otra sobre Curso general de lectoescritura y corrección de estilo, guía para formular escritos correctos, otra sobre El cuento fantástico en el Río de la Plata y finalmente, otra página sobre Muelles de la palabra. Hay muchos autores que han utilizado los blogs, no sólo para difundir su obra, sino que han visto en el blog, un formato para su propia experiencia creativa. Y aquí es donde viene el segundo aspecto positivo donde influyen las redes sociales, donde no solo son utilizadas para difundir sino también para crear. La prevalencia de la parte textual en los blogs, ha hecho de estos formatos un vehículo de creación artística para numerosos escritores. Muchos los utilizaron como diarios privados, aunque son públicos, y fueron creando sus propias historias de ficción. Dentro de las experiencias literarias más conocidas en los blogs se encuentran: Diario de una mujer gorda, del argentino Hernán Casciari y Belle de Jour: Diary of a London Call Girl, de la escritora  británica Brooke Magnanti. A estas experiencias, debemos sumarles, las cada vez más numerosas novelas por entregas que se escriben en diferentes blogs. Facebook y Twitter, también son redes que han sido utilizadas para la creación literaria. Se han creado, sobre todo por autores jóvenes, los llamados nativos digitales, numerosas experiencias de escritura, tanto personales como colectivas. Estas nuevas manifestaciones literarias son muy diversas y van desde las microficciones, la poesía y los aforismos, hasta otros tipos de creaciones que no tienen un equivalente en la literatura tradicional, impresa. Algunas obras representativas de estas creaciones surgidas en las redes sociales son las del mexicano Alberto Chimal, 83 novelas y El viajero del tiempo; la poesía tuit-mix, del también mexicano, Rafael Saavedra, o las novelas compuestas a base de tuits como BoswellSpeaks, de Richard Grossman, Gatubellisima, de Luis Alejandro Ordóñez, o The French Revolution, de Matt Stewart”.

-¿Cuál es el mayor tesoro de su biblioteca? 

“Tesoros como primeras ediciones de obras importantes, o algún libro firmado por un autor como Jorge Luis Borges, por ejemplo, no tengo ninguno. Mis tesoros literarios, están vinculados a lo puramente afectivo y no tienen un valor monetario. Tengo unos cuantos, pero si me tuviera que quedar solamente con uno, elegiría el Diario de viaje de Montevideo a Paysandú, de Dámaso Antonio Larrañaga. Es un libro que leí junto a mi abuelo y por esa razón tiene para mí un alto valor afectivo”.

-¿Cuál es la primera imagen que le llega de Mercedes, más allá de sus afectos personales, cuando alguien menciona a su ciudad natal? 

“La primera imagen quizá esté condicionada por las distintas fotos, algunas vinculadas hasta con una finalidad turística. Es una imagen de una ciudad con río, con sus escolleras y su rambla, donde se levantan al fondo algunas bellas casas, tres edificios de apartamentos y una iglesia majestuosa. Pero Mercedes para mí es mucho más que eso, quizá es todo aquello que no está incluido en esa imagen petrificada, icónica. No sé, en mi último libro, Muelles de la palabra,  hay un poema titulado precisamente Mercedes, por ahí, de las imágenes de ese texto, se pueden sacar algunas conclusiones”. 

-Muchas gracias, Fernando.

“Gracias a ustedes, con cordiales saludos para todos”.


Mercedes

Cerraré el familiar pañuelo,

(desde el viejo castillo de Mauá

hasta el hogar de ancianos,

desde el Ayuí hasta el hipódromo),

y lo guardaré junto a mi corazón.

Después, cuando esté lejos,

cuando me encuentre solo

volveré a  desplegarlo.

Soñaré con sus calles

con sus grises  veredas

con los techos de zinc

de los humildes barrios.

Recorreré las plazas

pasearé por su rambla

y me bañaré en su río.

En algunas esquinas me detendré,

a compartir los sueños.

Fernando Chelle

 

Perfil

Nombre completo: Fernando Andrés Chelle Pujolar

Profesión: escritor y docente

Lugar de nacimiento: Mercedes (Soriano)

Fecha: 14 de noviembre de 1976

Ciudad de residencia actual: San José de Cúcuta (Norte de Santander)

Estudios: Escuela 4, Liceo Zanzi e Instituto de Formación Docente “Maestro Mario A. López Thode” (Mercedes), Instituto de Profesores Artigas (IPA) y Universidad de la República (Montevideo(

Algunas de sus obras: Poesía de los pájaros pintados; Curso general de lectoescritura y corrección de estilo; El cuento fantástico en el Río de la Plata; y Muelles de la palabra.

 

 

 

 

 

(0)


COMENTARIOS

Quiere comentar esta noticia?

* Campos obligatorios
* Nombre:
* Correo Electrónico:
* Comentario:
* Caracteres
Composite End
WordPress Appliance - Powered by TurnKey Linux